El tratamiento de las enfermedades reumáticas ha sufrido un drástico cambio en los últimos diez años. El desarrollo de anticuerpos monoclonales y de proteínas recombinantes de fusión dirigidas contra moléculas implicadas en la patogénesis de enfermedades inflamatorias, ha producido un cambio real en el tratamiento actual de estos padecimientos crónicos.
El advenimiento del uso de terapias biológicas en reumatología ha modificado significativamente el pronóstico de pacientes portadores espondilitis anquilosante (EA), entre otras enfermedades reumatológicas. A diferencia de las terapias convencionales estos productos biológicos se dirigen a los llamados blancos terapéuticos ya sea estas una línea celular, un mediador inflamatorio o un receptor de superficie y están producidos por células vivas mediante la tecnología del ADN recombinante.
Este tipo de fármacos, agrupados bajo el término de medicamentos biológicos o terapias biológicas, han demostrado que combinados con los medicamentos modificadores tradicionales, producen mejoría del proceso inflamatorio y de igual forma, la disminución del progreso de la enfermedad reumática y de otras patologías autoinmunes.
Sin embargo debe señalarse que un medicamento biológico no puede ser producido o copiado como un medicamento químico convencional, debido a que estos compuestos exhiben una gran complejidad en su estructura y pueden ser muy sensibles a cambios en los procesos de fabricación, por lo que, quienes los produzcan, deberían tener acceso al clon celular de origen, al banco de células original, y al proceso exacto de fermentación y purificación lo cual por lo general no es factible. También llamada terapia Biosimilar, es un término que debe ser usado para describir versiones de productos biofarmacéuticos desarrollados por diferentes compañías lo cual supone que debe ser aprobado oficialmente por organismos oficiales antes de su uso y por tanto, para demostrar la seguridad y eficacia del producto original.
La introducción de la terapia biológica en el manejo de enfermedades autoinmunes ha permitido incrementar la probabilidad de alcanzar mejorías clínicamente significativas e incluso remisión en algunos pacientes. Es importante conocer el perfil de seguridad de cada una de las drogas, y los factores predictivos de respuesta, de tal forma que sean utilizados de la mejor forma posible en beneficio de los pacientes. Un dato significativo que hay que destacar es la importancia en la seguridad es el riesgo de infecciones, por lo que deben realizarse evaluaciones de riesgo adecuadas, en particular con respecto a la tuberculosis y la infección tuberculosa latente.
En todo caso, ante el manejo del dolor hay que señalar que la rehabilitación en esta enfermedad juega un rol fundamental en la prevención de las complicaciones, alteraciones de la función y del desempeño. Por lo tanto es necesario conocer sus principales mecanismos patogénicos, manifestaciones clínicas, diagnóstico, formas de evaluación clínico-funcionales y tratamiento farmacológico, para poder elaborar adecuadas estrategias de rehabilitación integral y personalizada, según las características clínicas del paciente, las fases de la enfermedad, la edad y el tipo de enfermo que la padece.
Por ello si padece espondilitis anquilosante y su dolor está conservado con AINEs (antiinflamatorios no esteroides) o con medicamentos para la necrosis tumoral antiTNF, que son tratamientos para la inflamación y no responde, acuda a un médico rehabilitador para que le paute los ejercicios que deberá trabajar de por vida y coméntele a su reumatólogo si estima conveniente tratarle con terapia biológica; tal vez lo pretenda abordar en algún momento y por ahora no lo necesite, pero no se quede con la duda dado que existe y es eficaz en la mayoría de los pacientes.