Cuaderno de bitácora, vigésimo octavo día del cuarto mes. Estoy en el puente de mando de nuestra nave, el inmenso ventanal que se abre frente a las consolas es más para nuestra visión que para el propio pilotaje, está todo absolutamente controlado por los ordenadores con las instrucciones de navegación que introducimos, los sistemas informáticos se encargan de evitar los sobresaltos, al tener cargadas las posiciones relativas, con asteroides, cometas y demás objetos sólidos que pululan por el espacio fruto de colisiones, explosiones, implosiones y de más fragores de las batallas que rigen el mundo de la física estelar, para evitar sobresaltos y colisiones.
Mientras pierdo mi vista en el universo infinito mi imaginación se dispara hacia los espectaculares paisajes naturales de la Tierra. Recuerdo algunos libros que me enseñaron a mirar la naturaleza de otra manera y me vienen a la memoria la cantidad de personas extraordinarias que caen en el olvido de la mayoría de la población. Son personas que han contribuido al desarrollo del pensamiento humano, del conocimiento científico, filosófico; son poetas, escritores, divulgadores. Personas que han cimentado el progreso, que han tomado conciencia de nuestra posición en el mundo natural, y nos lo han mostrado, hemos seguido su camino pero les hemos olvidado, o casi.
En esta ocasión pienso en un libro editado hace algunos años, se titula en castellano «La Invención de la Naturaleza» (The Invention of Nature), su autora Andrea Wulf, y en él se propone recuperar la inmensa figura de Alexander von Humboldt, uno de los mayores naturalistas del siglo diecinueve, de toda la historia de la humanidad. Aunque tuvo una inmensa fama en vida, esta fue apagándose a medida que pasaban los años. Salvo en Latinoamérica.
El libro es un homenaje a Humboldt, pero fue, sobre todo, el descubrimiento de un personaje que marcó el devenir de la concepción de la naturaleza. Fue el primero que entendió el mundo natural como un todo, en el que seres vivos, animales y plantas, la materia inorgánica, el clima, las corrientes marinas, los ríos, las montañas, los continentes,… y todo el universo mismo, estaba absolutamente relacionado.
Nos colocó, a la humanidad, en el sitio que nos corresponde, ni más ni menos, un lugar junto al resto de animales y plantas. Y fue el primero (con las cautelas debidas) que documentó los efectos de la actividad humana en la naturaleza y los cambios que estaba provocando en ella a través de la desforestación, la agricultura, el pastoreo, la industrialización y la modificación profunda del paisaje.
Humboldt nació en septiembre de1769 y murió en mayo de 1859, vivió 89 años. En su larga vida viajó por todo el mundo, o casi. Recogiendo animales, plantas, minerales, documentando los lugares y características de su recolección, anotaba meticulosamente todos los datos que recogía, temperatura, presión, alturas.
Subió a las más altas montañas, los Andes, los Alpes, los Urales,… recorrió los ríos y la selva amazónica. Viajó por la estepa rusa y por todo el continente europeo. Todo ello lo explicó y documentó en maravillosos libros de viajes, y de divulgación científica. Sus libros eran extremadamente detallados y con extraordinarias ilustraciones. Era tan metódico que aún hoy se siguen utilizando sus mediciones para corroborar los datos recogidos en la actualidad. Además, su prosa era clara, plena de emociones y poesía sin menoscabar su rigor científico.
Fue un hombre ilustrado, defensor de la libertad, la igualdad y la fraternidad entre toda la humanidad, y predicó con el ejemplo durante toda su vida. Conoció de primera mano las barbaridades de la colonización (en 1799 el rey Carlos IV de España le autorizó a viajar a las colonias sudamericanas, y estuvo cinco años conociendo y estudiando el norte de Sudamérica, el Caribe y Estados Unidos), como la esclavitud, las desigualdades sociales, la destrucción de las civilizaciones y su medio ambiente, comprobó como terrenos fértiles y autosuficientes se convertían en plantaciones exclusivas de tabaco, caña de azúcar, algodón,… provocando la dependencia absoluta de las poblaciones de otros alimentos que antes producían. Los ingleses no le dejaron ir a la India y visitar los Himalayas, quizás para evitar más críticas a su comportamiento colonial.
Alexander von Humboldt fue el precursor de la defensa del medio ambiente, y dejó tanta huella que figuras tan importantes y con tanta influencia posterior como Charles Darwin, Henry David Thoureau, George Perkins Marsh, Ernest Haeckel o John Muir, (entre otras muchas figuras de la ciencia, la política, la literatura, la poesía, la pintura) se consideraron continuadores de su legado y para ellos fue la figura clave en su dedicación al estudio, comprensión, defensa y explicación del mundo natural.
La Invención de la Naturaleza de Wulf es una lectura cautivadora, un viaje por nuestro hermoso planeta de la mano de un personaje excepcional.