Muerte de Paul Auster: su viuda contra la filtración de la noticia

«Nos robaron nuestra dignidad. Había imaginado que sería yo quien anunciaría la muerte de mi marido Paul Auster».

La escritora estadounidense Siri Hustvedt, hija de un veterano de la Segunda Guerra mundial y de una ciudadana noruega, Premio Princesa de Asturias de Literatura 2019, ha pronunciado esta frase, con enorme carga emocional, dirigida contra quienes filtraron a los medios de comunicación la noticia de la muerte del reconocido novelista Paul Auster, quien contaba, entre una larga colección de galardones, con el Premio Príncipe de Asturias de las letras de 2006.

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Paul Auster

Ha utilizado el plural porque está convencida de que la difusión de la noticia de la muerte de uno de los grandes escritores estadounidenses de los siglos veinte y veintiuno, era un derecho familiar que alguien –al parecer una buena amiga y seguramente creyendo estar haciéndole un favor- le ha robado.

Como les sucede a los personajes de los tebeos, los ojos me han hecho chiribitas al leer las frases que la señora Hustvedt, de 69 años, ha escrito en su cuenta de Instagram. No entiendo que en este tiempo de duelo y seguramente de desagradables papeleos administrativos, Hustvedt haya encontrado un momento para reclamar el último minuto de gloria que, piensa, le pertenecía en su calidad de esposa de Paul Auster.

Casada o viuda, Siri Hustvedt es lo suficientemente buena escritora de novelas («Un verano sin los hombres», «Elegía para un americano», «Recuerdos del futuro»), poesía, ensayo (« La mujer temblorosa», «La mujer que mira a los hombres que miran a las mujeres», «Los espejismos de la certeza») y hasta un guión cinematográfico, como para no tener que reclamar «el derecho a dar la noticia», que, mirado con ojo crítico, no tiene nada que ver con la dignidad y no deja de ser una chorrada frente a la pérdida que acaba de sufrir.

Esta situación me ha recordado otros nombres de mujeres –Yoko Ono, Jane Birkin…- que reclaman para sí la historia, la obra y la persona de quienes durante un tiempo compartieron su vida. Ahí lo dejo para una reflexión más pormenorizada.

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Xulio Formoso: Paul Auster [1]

Un vacío difícil de llenar

La ciudad que nunca duerme ha despedido al escritor que aseguraba llevar Nueva York «en la piel», El novelista Paul Auster, nacido el 3 de febrero de 1947 en Newmark, New Jersey; y fallecido a los 77 años el pasado 30 de abril de 2024.

De familia judía originaria de Europa central, Paul Auster convirtió a Nueva York en el escenario de la mayor parte de sus escritos. Ferviente demócrata, son varios los temas que recorren su obra: la pérdida del lenguaje, la soledad, la errancia y por encima de todo el azar de la existencia. Apasionado del baseball, desarrolla el gusto por la lectura gracias a un tío traductor. En 1965 se traslada a Nueva York para estudiar en la Universidad de Columbia literatura inglesa, francesa e italiana. Durante sus estudios viaja por primera vez a Europa para evitar que le mandaran a la guerra de Vietnam.

De vuelta a Nuva York escribe artículos para algunas revistas y comienza las primeras versiones de sus novelas «El viaje de Anna Blum» y «Moon Palace». De nuevo en París vive de traducciones de escritores franceses, conoce a Lydia Davis, novelista y profesora universitaria, con la que se casa y tiene un hijo, Daniel, fotógrafo, fallecido en abril de 2022, a los 44 años, de una sobredosis de heroína, después de haber sido inculpado del homicidio involuntario de su hija Ruby, de diez meses, fallecida «por los efectos combinados de fentanilo y heroína». En 1979 la pareja se divorcia ante el aumento de las dificultades económicas.

Pocos meses después fallece el padre del escritor, Samuel Auster, con solo 66 años. Se veían poco, pero a partir de los objetos que Samuel ha dejado, Paul escribe «La invención de la soledad», retrato de un padre invisible. Según el filósofo y amigo Pascal Bruckner «Paul Auster se convirtió en escritor porque su padre, al morir, le dejó una pequeña herencia. La muerte del padre no solo liberó la escritura, literalmente salvó la vida del hijo».

Paul Auster ha estado siempre en contra de la candidatura de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos : «un veneno para mi país». En 2020, junto a Siri Hudsvedt y otros escritores, fundaron la organización Writers against Trump, para movilizar a los ciudadanos contra «el régimen racista, destructor, incompetente y fascista de Donald Trump».

En su obra anterior «4,3,2,1», publicada en 2017, describe en más de mil páginas las cuatro posibles trayectorias vitales del personaje, Ferguson

Baumgartner

baumgartner-cubierta Muerte de Paul Auster: su viuda contra la filtración de la noticia

El verano pasado, Siri Hustvedt se convertía en portavoz de Paul y anunciaba al mismo tiempo que el escritor luchaba contra un cáncer y que había terminado de escribir «Baumgartner», del que dijo que es un libro «tierno y milagroso».

Autor de más de treinta novelas traducidas a más de cuarenta lenguas, Paul Auster dio el salto al parnaso literario internacional en 1987 con la publicación de «Trilogía de Nueva York».

«Baumgartner» (publicado en España por Seix Barral), la novela corta y melancólica con la que Auster se ha despedido de la vida y de los millones de lectores que tiene repartidos por los cinco continentes -aunque, recordemos una viñeta que ha circulado estos días, «los escritores no mueren, se quedan a vivir en las estanterías»- es una reflexión sobre la vejez y sobre la memoria cuando empieza a fallar.

Hay días que hubiera sido mejor no levantarse. Sy Baumgartner ha olvidado el cacillo que dejó en el fuego calentado la leche de su desayuno y grita de dolor cuando se abrasa la mano al intentar retirarlo. Lo que viene a continuación es una espectacular caída por las escaleras: «Al menos no me he muerto».

El día de Sy Baumgartner, viudo de setenta años y profesor de filosofía en la Universidad de Princeton que perdió a su esposa hace diez años, va encadenando acontecimientos dramáticos que le invitan a hurgar en sus recuerdos. Y así, enseguida, empiezan a aparecer el azar y las coincidencias, dos de los temas preferidos de Auster: al parecer, todo empezó en julio de 1961, cuando un grupo de adolescentes se encontraba en una colonia de vacaciones, en un bosque al norte del Estado de Nueva York. Era un día tormentoso, los chicos caminaban en fila india con rapidez para escapar de la lluvia y los truenos. El chico que caminaba delante de Auster cayó fulminado por un rayo, mientras él se deslizaba bajo un alambre.

Sesenta años después, el escritor seguía sorprendiéndose por esta y otras muchas casualidades que han marcado su vida. «Siempre -decía- he estado obsesionado por lo que pasó aquel día, por su carácter totalmente aleatorio. A los catorce años comprendí que lo imprevisible es la ley. Que todo puede ocurrir en cualquier momento».

Las mejores páginas de la novela hablan del amor y el duelo. Anna, la mujer de Sy murió ahogada un día de gran oleaje: «Seguramente seguiría viva si no hubiera vuelto al agua, pero nuestra pareja no habría durado más de treinta años si yo hubiera hecho cosas como intentar impedirle entrar en el agua si era lo que quería. La vida es peligrosa», dice Barmgartner a su terapeuta.

Anna regresa en los sueños del protagonista y también cuando encuentra, en viejas cajas de cartón, manuscritos en los que Anna habla de su vida. Con ellos, Sy revive los años de juventud, cuando se conocieron, su amor…

Sy y Anna se quieren y escriben, lo mismo que Paul y Siri. Las máquinas de escribir tienen un papel importante en su oficio: la Olivetti Lettera 22, de Auster, a la que dedicó un precioso librito ilustrado, es un modelo de los años 1950 puesta a punto («por 275 dólares, pasó por las manos expertas del último reparador de Manhattan, cerca de Gramercy Park… Es tan compacta, tan ligera, que la puedes llevar de viaje»).

Como de costumbre, Paul Auster mezcla autobiografía y ficción, habla de la enfermedad y de los tortuosos caminos que se recorren cuando el cuerpo te abandona.

Mercedes Arancibia
Periodista, libertaria, atea y sentimental. Llevo más de medio siglo trabajando en prensa escrita, RNE y TVE; ahora en publicaciones digitales. He sido redactora, corresponsal, enviada especial, guionista, presentadora y hasta ahora, la única mujer que había dirigido un diario de ámbito nacional (Liberación). En lo que se está dando en llamar “los otros protagonistas de la transición” (que se materializará en un congreso en febrero de 2017), es un honor haber participado en el equipo de la revista B.I.C.I.C.L.E.T.A (Boletín informativo del colectivo internacionalista de comunicaciones libertarias y ecologistas de trabajadores anarcosindicalistas). Cenetista, Socia fundadora de la Unió de Periodistes del País Valencià, que presidí hasta 1984, y Socia Honoraria de Reporteros sin Fronteras.

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