“Lo que tiene que hacer el Partido Socialista en Andalucía es reconocer su derrota y dejarnos gobernar…”. Así se expresaba recientemente en una entrevista en la cadena Ser Inés Arrimadas, diputada de Ciudadanos en el Parlamento de Cataluña y presidenta de su Grupo Parlamentario en dicho Parlamento.
Oyendo estas palabras, y atendiendo a lo que escribe Nicolás Sartorius en el libro La manipulación del lenguaje, en el que explica con soltura este mundo de mentiras y más modernamente llamado “posverdad” en el que nos hayamos metidos de hoz y coz, no he podido por menos que recordar la ya famosa teoría de Joseph Göbbels, aquel nazi que fuera ministro para la Ilustración Pública y Propaganda del Tercer Reich, según la cual “una mentira, repetida mil veces, acaba siendo aceptada como verdad”.
Y esto es precisamente lo que está sucediendo, al menos en parte, con el tema del resultado de las elecciones celebradas en Andalucía, sobre la que se están comentando y exponiendo opiniones para todos los gustos, pero donde el análisis serio se está echando en falta, especialmente en algunos medios.
Porque la realidad es la que es, tangible, y los resultados son los que son. Cabe decir al respeto que, al menos por lo que algunos sepamos, y a tenor de los datos oficiales, el Partido Socialista en Andalucía ha conseguido 33 escaños, seguido del Partido Popular, con 26, Ciudadanos con 21, Adelante Andalucía con 17 y finalmente Vox con 12 escaños. Es decir, que los socialistas han vuelto a ganar estas elecciones.
Estos datos son ciertos, como también lo son que dicho Partido Socialista ha tenido en las urnas un acusado retroceso en estas elecciones, al tiempo que también lo han tenido el Partido Popular en menor medida, bajando igualmente Adelante Andalucía; por su parte, Ciudadanos cosechaba un destacado avance mientras que el partido de ultraderecha, Vox, aparecía con una fuerza inusitada de Despeñaperros para abajo.
También es cierto, y justo es reconocerlo, que muy posiblemente haya cambio de gobierno en dicha Comunidad Autónoma, y además de forma democrática, ya que los votos de PP, Ciudadanos y Vox, hoy por hoy las tres derechas en liza, suman más escaños que los de Partido Socialista y Adelante Andalucía, los dos partidos de izquierda.
Pero eso no le autoriza a la señora Arrimadas, en ningún caso, a faltar a la verdad, dando una vuelta de tuerca más a la “posverdad”, intentando camuflar con una mentira lo que en realidad oculta: esto es, que necesitan los votos de Vox para formar gobierno en Andalucía, un partido de extrema derecha que no es que haya enseñado ya la patita, no, sino que desde el primer momento ha mostrado su faz pura y dura, sin complejos, dispuestos al parecer a salvar a España, una vez más, de los males que al parecer la acechan.
Lo preocupante de esta mentira o “posverdad” enarbolada por la mencionada política, es que la cosa va calando en la gente, sin distinción de credo político, geografía, o lugar de residencia. Lo digo con conocimiento de causa, ya que recientemente he tenido la oportunidad de comentar el tema de dichas elecciones andaluzas, y cómo, a base de partir de una mentira, se comienza a argumentar en esa dirección.
El primer caso ha sido con un amigo y votante de Podemos de los irredentos, de los de piñón fijo, el cual me argumentaba que el PSOE había perdido dichas elecciones, porque en realidad su triunfo no le valía para nada, al no contar con los escaños suficientes para gobernar, y por lo tanto la suerte estaba echada, la izquierda no tenía nada que hacer…
Pero lo más curioso del caso es que también he tenido la oportunidad de comentar el mismo tema con una mujer socialista, y además actualmente con representación política en un ayuntamiento de la Comunidad de Madrid, entregada a su cometido. Imagino que tal vez llevada por un pragmatismo rayano en una buena voluntad excesiva, me argumentaba que Susana Díaz debía presentarse como candidata por el PSOE en primera votación, pero que si no salía elegida, los socialistas andaluces deberían abstenerse para que gobernasen PP y Ciudadanos, impidiendo de esta manera que los ultraderechistas de Vox tuviesen la llave para gobernar.
Ante esta tesitura me quedé con su argumento, pero dándole la vuelta al enunciado, y le comenté por mi parte: partiendo de tu tesis, lo que puede hacer Ciudadanos es abstenerse en la votación, y de esta manera permitir que gobierne el partido que ha ganado las elecciones, impidiendo de paso que Vox entre en el Parlamento andaluz…
Si con estos mimbres está conformado el patio en la izquierda, imagino que políticos como Pablo Casado o Albert Rivera habrán hechos sus cálculos desde el primer momento, ya que tampoco son ajenos a esa “posverdad” de la que tan a menudo hacen gala. Escribo estas líneas un día antes de que se reúnan para decidir el gobierno de Andalucía, si bien pienso que, a estas alturas, la suerte está echada…