PES.- Ni masculino ni femenino. A partir del 1 de noviembre de 2013, los recién nacidos en Alemania podrán inscribirse en el registro social como de sexo “indeterminado”.
“Ni masculino ni femenino, o quizá ambos. El tercer género” va a hacer su entrada triunfal en el registro civil alemán, según la información publicada por el diario teutón Süddeutsche Zeitung, que recoge la cronista Sophie Caillat en el digital francés Rue 89.
Basándose en una recomendación del Tribunal Constitucional, que estima que el género “sentido y vivido” es un derecho humano básico, las altas instancias judiciales alemanas han decidido que las personas afectadas por anomalías genéticas que en el momento de nacer hacen imposible la diferenciación de los órganos genitales, podrán ser inscritas como de sexo “indeterminado”. Hasta ahora, los facultativos y los padres elegían, en los casos mencionados, si el recién nacido se inscribía como de sexo masculino o femenino.
Los comentaristas de la noticia añaden que, en cualquier momento de su vida, esas personas podrán optar por pertenecer a uno u otro sexo, y someterse a la pertinente operación porque, añaden, ser para siempre “indeterminados” podría a la postre causarles perjuicios burocráticos.
Para los afectados, como la francesa Organización Internacional de Intersexos (OII), se trata de un retroceso: “Ninguna asociación como la nuestra ha reivindicado nunca la creación de un tercer apartado de género. Una ley como ésta puede dar lugar a que los médicos aceleren las operaciones, a petición de las familias, para las que puede resultar insoportable que sus hijos carezcan de sexo administrativo”. Para estos críticos de la nueva legislación alemana, la mejor solución es la que actualmente está en vigor en Francia: cuando nace un niño sin sexo claramente definido, la familia dispone de dos años para determinarlo, con ayuda de un médico y un juez.
Calificada erróneamente de hermafrotiditismo – añade Sophie Caillat- «la intersexualidad es una alteración del desarrollo sexual, debida a una anomalía en la configuración de los ovarios o testículos, o en la diferenciación de los órganos genitales». No se conoce exactamente el número de personas afectadas pero algunas fuentes científicas hablan de uno de cada 500 recién nacidos. Un artículo publicado en 2000 en el American Journal of Human Biology estimaba que entre el 1 y 2% de los nacimientos presentarían esta anomalía, y que las personas que se someten a operaciones quirúrgicas correctoras representan entre el 0,1 y el 0,2% de la población.
En un libro publicado en Francia en 2011, titulado “No soy niña ni niño”, el autor/a Dany-Salomé Gillis, se define como “un extraterrestre que se asume” y critica que sean otros quienes decidan sobre una cuestión tan importante: “Mi biología es masculina, mi estado interior es femenino… Si pudiera elegir, optaría por crear un término que reuniera los dos géneros en uno solo… entiendo perfectamente la angustia de padres y médicos, y más aun porque la legislación obliga a declarar el género. La cirugía en los bebés no es una solución; adjudicarles un sexo no proporciona ninguna certeza sobre cual es su sexo verdadero… dejadnos elegirlo libremente cuando nos sintamos capaces de definirnos. No nos condenéis a vivir desde el nacimiento con un sexo que no es el nuestro”.