El tema de hoy lo he comentado muchas veces en este importante medio de comunicación y en otros espacios en los que he tenido el honor de intercambiar impresiones con personas que manejan con relativa facilidad el aspecto gramatical y lingüístico, y que además están relacionadas con el ámbito deportivo, como narradores, comentaristas y árbitros, especialmente fútbol, disciplina que no practiqué de manera regular y organizada; pero me he preocupado conocer e interpretar la esencia de las reglas, con el cuidado de no pretender mostrarme como un experto, porque no lo soy.
En cada ocasión he mantenido el mismo criterio, pues aunque mis conocimientos en balompié no van más allá de nociones elementales, son suficientes como para intervenir en una tertulia que a la postre pudiera ser provechosa para los participantes. Siempre he criticado la actuación de muchos narradores y comentaristas que, aun cuando son experimentados, incurren en impropiedades que los dejan muy mal parados y desdibujan la imagen que de ellos pudiera tenerse.
En su vocabulario son frecuentes palabras y expresiones que son contrarias a lo que establece el reglamento, en este caso de futbol. No sé si en otros países de Hispanoamérica exista algo similar; pero en Venezuela, muchos de los que se dedican a narrar y/o comentar el fútbol, no tienen claro cuál es la función del cuarto árbitro, y menos aun cuál es la forma adecuada para referirse al tiempo que se juega después del reglamentario, con base en el hecho de que ningún encuentro culmina en los noventa que establecen las reglas, por razones propias del juego y por otras externas.
Hace pocos días estuve viendo por televisión un partido entre el legendario Portuguesa FC y uno de nombre Angostura, del estado Bolívar, Venezuela, a propósito de la quinta jornada del torneo de este país, en la fase de apertura. Me llamó la atención el hecho de que el narrador, a quien estiman como uno de los mejores por estos lados, dijo: «Vamos a esperar a ver cuánto tiempo añade el cuarto árbitro».
Eso pudo haber sido por descuido; pero a juzgar por la alta frecuencia con la que muchos de sus colegas incurren en ese despropósito, me inclino por el desconocimiento, aun cuando goce de gran prestigio. En un partido de fútbol, la máxima autoridad es el árbitro; los demás son asistentes. Lo del cuarto árbitro es relativamente nuevo, toda vez que hasta hace poco tiempo los que actuaban eran tres: el principal y los dos jueces de línea. Por eso se le llamaba terna arbitral; pero al surgir el cuarto árbitro, comenzó a llamársele cuarteta arbitral.
Inexplicablemente, muchos narradores y comentaristas siguen hablando de la terna arbitral, pues a lo mejor ignoran que una terna es un grupo de tres. Lo cierto es que quien añade tiempo para compensar el que se ha desperdiciado por diversas causas en un partido de fútbol, es el árbitro principal. El cuarto árbitro lo que hace es mostrarlo mediante un cartel electrónico.
Para los que aún no tienen claras las funciones del cuarto árbitro, helas aquí: «supervisar el procedimiento de sustitución; comprobar el equipamiento de los jugadores y suplentes; permitir la vuelta al terreno de juego de un jugador después de la señal o autorización del árbitro; supervisar los balones de reserva; indicar la cantidad mínima de tiempo adicional de la que el árbitro tiene la intención de añadir al final de cada período (lo que incluye el tiempo complementario); comunicar al árbitro si alguna persona situada en el área técnica se comporta de forma incorrecta».
Como habrán podido notar, por ningún lado aparece la atribución del cuarto árbitro para añadir tiempo, esa que muchos narradores y comentaristas por desconocimiento le han asignado.
En cuanto al tiempo que se juega después del reglamentario, no tengo dudas ni temor en afirmar que es añadido, no de descuento, como algunos descuidados acostumbran señalar. Descuento sería si, en lugar de los noventa minutos que establece el reglamento, se jugara ochenta, por ejemplo. Eso nunca va a ocurrir, a menos que los equipos se pongan de acuerdo para jugar menos tiempo; pero en partidos de campeonatos oficiales debe seguirse lo que dicen las reglas. Lo demás es añadido, adicional, de reposición; pero jamás de descuento, toda vez que en el fútbol no se descuenta se añade.
Obsérvese que en una de las descripciones de las funciones del cuarto árbitro se habla de añadir, no de descontar. ¡Entonces! ¿Cuál es el enredo?