Luis Lima, asesinado en Guatemala: Para que no se olvide

Rebeca Pérez, la viuda del periodista Luis Lima, asesinado el 7 de agosto en Zacapa, Guatemala, ha enviado una carta abierta a las asociaciones y sindicatos de periodistas resumiendo su dolor y el de sus hijos ante la ausencia del padre y ante la falta de respuesta institucional.

Hace 55 días le fue arrebatada la vida al hombre que me regaló 20 años de su existencia, mi amor, amigo, compañero, maestro y padre de mis hijos, periodista Luis Lima. A 55 días no me duele el olvido, sino la indiferencia, no de parte de las amigas y los amigos, sino de quienes tienen poder de decisión y recursos. Siento que poco a poco el caso va quedando atrás, perdido entre los otros muchos que se sucedieron después en este país tan violento e impune.

Estuve releyendo «Síndrome post-violencia» del Dr. Julio Morales Sandoval (fallecido) y no me sorprendió, al contrario, esperaba que fuera «normal» tener muchos de los síntomas a los que refiere el doctor: insomnio, pérdida de peso, encanecimiento prematuro, amenorrea, temblor en manos y extremidades cada vez que escucho disparos (o lo que se parezca a ellos), o cuando una motocicleta o carro se aparca frente a casa en horas de la noche, aún cuando sólo sean trasnochadores que vuelven de una fiesta o quizá de su trabajo o estudios.

Y no es solo el dolor emocional que somatiza en dolores físicos, es también el enfrentar una serie de precariedades económicas. He de confesar que Luis Lima no contaba con ningún seguro, su salario por alegrar la vida de los oyentes en las mañanas y las tardes era inferior a 126 dólares (mil quetzales) al mes, y hasta hoy ninguna asociación, organización, gremio o grupo se ha acercado más allá de lo que pudieron ayudarnos las amigas y amigos en aquellos primeros momentos de crisis. Ni qué decir del uso que hicieron las autoridades de gobierno al apresurarse a decir que abrirían una instancia para protección de las y los periodistas; me temo que la misma situación de nuestro amado Luis es la que enfrentan los demás comunicadores en el interior de la República: el total desamparo.

Escribo esto, afectada quizá por el delirio de persecución, síntoma también del síndrome post violencia, me siento amenazada; amenazada por la incertidumbre de no saber quienes ni por qué; no pudimos todavía recuperar el vehículo en el que viajaba Don Luis aquel día fatal y sus hijos y yo nos movilizamos a pie o en colectivo desde el 6 de agosto; esto es algo que millones de guatemaltecos hacen a diario, pero para una familia y especialmente para un chico de 7 años es difícil enfrentarse a ese cambio tan abrupto después que su padre los llevaba y traía de todas partes.

Recibí una llamada ayer en la que se me ofrecía un viaje al mar para mis hijos y yo junto a otras siete familias, al preguntar el costo o por qué de tal ofrecimiento, la mujer al otro lado del teléfono no supo responder con exactitud y optó por cortar la llamada, espero que no sea una treta para sacarnos del municipio y del departamento (provincia) a mis hijos y a mí, y dañarnos en nuestra integridad física o incluso nuestras vidas.

Reitero, es lo que queda ante la incertidumbre y el poco o nulo avance en las investigaciones sobre la muerte de Luis Lima; su familia, quienes lo amamos, estamos a la deriva, emocional, física y económicamente y, sobre todo, llenos de temor. Es posible incluso que esté incrementando los riesgos al escribir esto, pero algo debo hacer, ya que no siento confianza de acudir a las autoridades.

Para que no se olvide. Cada víctima de la violencia, deja atrás a otras víctimas: sus seres queridos. Están autorizados para retransmitir este mensaje. Soy Rebeca Pérez, la mujer que ama a Luis Lima desde el 28 de septiembre de 1993 y madre de tres de sus hijos: Luisa, Diego y Camilo.

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