«No estás solo, no estás solo» gritaron el 26 de este marzo veintidós diputadas de Morena, el partido gobernante, en apoyo al diputado Cuauhtémoc Blanco exgobernador de Morelos, acusado por su media hermana de intentar violarla y conocido por sus vínculos con narcotráfico y extorsión.
«No estás solo, no estás solo» gritaron este 23 de julio decenas de morenistas en apoyo al senador Adán Augusto López, exgobernador de Tabasco, subsecretario de Gobernación en el sexenio de Andrés Manuel López Obrador y cómplice de Hernán Bermúdez jefe del cártel de droga y huachicoleo La Barredora, hoy fugitivo y con ficha roja de la Interpol.
«No estás solo, no estás solo» ha dicho con su actitud la presidenta Claudia Sheinbaum a Rubén Rocha, gobernador de Sinaloa, ligado a grupos criminales y acusado por el narcotraficante Ismael Mayo Zambada, actualmente preso en Estados Unidos, del asesinato del exrector de la Universidad de Sinaloa Héctor Cuén.
De la situación en Sinaloa, que lleva un año de balaceras y homicidios que esta semana subieron 243 por ciento, culpa Sheinbaum a EEUU «por su intervención ilegal en la captura de Zambada, rompiendo tratados».
¿Y en qué complicidades habrá participado el diputado Ricardo Monreal para llegar a legislador y coordinador de la cámara baja?
Imposible que haya sido por su cultura y capacidad, porque cuando no está rodeado de asesores es incapaz de escribir correctamente pocas líneas.
Como prueban las que acompañan ese video de pena ajena, en el que en chanclas él, descalza su mujer y ambos con cachucha, alega que tiene derecho a pasear y cumpliendo la proclama de austeridad de su partido «no dormimos, solo desayunamos», en el hotel más caro de Madrid.
Con esos y muchos más ejemplares de la misma o peor calaña, Morena presume que recién creó una Comisión Evaluadora de Incorporaciones «para analizar trayectorias de quienes quieran incorporarse y evitar nos contaminen».
Y es que como escribió Martín Caparros este domingo 27 en El País, «nada acopla tanto a un grupo como un odio compartido» y ellos nos odian a los demás.
En fin, aunque gran parte del mundo está gobernada por malvados y locos, vivo preguntándome como llegamos a este México lleno de miedo, porque complicidades y balas son las que mandan.
Qué tanto hicimos mal para tener un gobierno que ha llenado el país de baches (hoyos) en calles y carreteras y en salud, educación y economía.
Y profundizó la bancarrota de Petróleos Mexicanos (Pemex) que debe doscientos mil millones de dólares y Sheinbaum insiste en apoyar contratando deuda externa, que según analistas será dinero tirado a la basura.
Me intriga saber qué nos ha pasado para que habiendo tantísimos mexicanos decentes, inteligentes y cultos, permitamos gobierne esta pandilla ineficaz y corrupta; que al mismo tiempo que se da baños de pureza, «arropa» a narcos, asesinos y violadores.
Porque cuando les gritan «no están solos», dicen la verdad; son como ellos.
Tácitamente lo reconoció así su líder nacional Luisa María Alcalde, al pedir este viernes 25 a sus correligionarios que las quejas o denuncias sobre comportamiento ilegal o viajes lujosos de algún compañero, se las hagan llegar con discreción, «para que no se sean motivo de divisiones internas».
Y, sobre todo, agrego yo, para que no nos enteremos los periodistas.
Como si ignoráramos que hay decenas de fotos que los muestran con gorra y lentes oscuros, gastando lo ajeno en Ibiza, Lisboa, Alemania, Japón y España.
Como si no supiéramos que la impunidad llega al 98 por ciento de los crímenes y hay miles de denuncias y de investigaciones abiertas que no más, no avanzan.
Entre ellas, el asesinato a balazos hace dos meses en una de las avenidas más transitadas de la ciudad de México, de Ximena Guzmán y José Muñoz, cercanos a la jefa de gobierno, Clara Brugada.
Desconcertante es constatar qué para pasarse de pendejos, no hay como los presidentes y altos funcionarios mexicanos; sin importar el partido del que procedan.
Los crímenes han estado frente a sus narices y no se enteran de nada; vaya, ni siquiera sospechan.
Nada sospecharon los expresidentes derechistas Vicente Fox y Felipe Calderón sobre su jefe de Seguridad, Genaro García Luna; hoy en cárcel gringa y condenado a 38 años ocho meses de prisión y pago de 2500 millones de dólares por trabajar para los narcos.
Nada de nadie ni de sus propias complicidades con algunos cárteles, sospechó López Obrador.
Y menos de los robos de Ignacio Ovalle a quien, pese que en 1988 lo quitaron de la Conasupo por malos manejos o tal vez por eso, lo designó titular de Seguridad Alimentaria Mexicana (Segalmex) a la que desfalcó en quince mil millones de pesos; «fue engañado por colaboradores de malas mañas» dijo y le dio otro puesto en su gabinete.
«No sospeché de él», está afirmando Adán Augusto, sobre Bermúdez; cuyos nexos con el crimen, eran conocidos desde hace muchos años.
Tampoco se dio color el director del Centro Nacional de Inteligencia en el sexenio de AMLO, general Audomaro Martínez; igualmente tabasqueño y su íntimo amigo.
Y pueden salir más cosas sobre la posible vinculación del derechista encarcelado por narcotráfico García Luna y el izquierdista y fugitivo narcotraficante Bermúdez, cuando «canten» los narcos presos en EEUU.
Pudiera no ser simple casualidad, lo informado por la periodista Peniley Ramírez este sábado 26 en Reforma: el departamento de Bermúdez en Marina Palms, Miami, está en el mismo edificio donde estaban las empresas de García Luna.




La corrupción como norma desde dónde alcanzan los registros de mi memoria, allá por los años 80 del siglo pasado que lo viví in situ.
Seguramente mucho antes.