En este artículo de opinión, Somar Wijayadasa, expresentante de Onusida y delegado de la Unesco ante las sesiones de la Asamblea General, además de abogado especializado en derecho internacional y formado en Moscú, analiza este periodo histórico.
Somar Wijayadasa
Nueva York, 11 may 2015 (IPS)
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) fue creada para salvar a las generaciones futuras del flagelo de la guerra, proteger los derechos humanos, mantener la paz y la seguridad internacional y defender el derecho internacional. Sus 70 años de historia están marcados por muchos éxitos, pero también por decepciones.
El foro mundial tiene una impresionante marca de resolver conflictos internacionales. Las fuerzas de mantenimiento de la paz asumieron, desde 1945, 60 misiones y negociaron 172 acuerdos de paz que pusieron fin a conflictos regionales. En la actualidad, hay efectivos de la ONU en 20 lugares conflictivos tratando de salvar vidas y evitar guerras.
La ONU también peleó por la liberación de países que estuvieron bajo un régimen colonial por más de 450 años. Ochenta países y más de 750 millones de personas quedaron libres del colonialismo desde entonces.
La Declaración Universal de los Derechos Humanos, de 1948, dio a la ONU la potestad de actuar como custodia para la protección de los derechos humanos, la discriminación contra las mujeres, los derechos de niños y niñas, y actuar en materia de tortura, personas desaparecidas, detenciones arbitrarias que ocurrían en muchos países.
Además, la ONU y sus agencias especializadas están dedicadas a mejorar todos los aspectos de la vida humana, incluso la educación, la salud, la reducción de la pobreza, los derechos de las mujeres, niñas y niños y el cambio climático.
Por ello, la ONU, sus agencias, sus programas y su personal recibieron 12 veces el Premio Nobel de la Paz. Eso incluye un premio en 1988 a las Fuerzas de Mantenimiento de la Paz y, en 2001, al foro mundial y al entonces secretario general Kofi Annan.
La ONU definió, codificó y amplió el ámbito del derecho internacional, rigiendo las responsabilidades legales de los estados en su relacionamiento mutuo, en su tratamiento a las personas dentro de los límites del Estado.
El foro mundial también negoció más de 560 tratados multilaterales sobre derechos humanos, refugiados, desarme, comercio, océanos, espacio exterior, entre otros, que cubren todos los aspectos de los asuntos internacionales.
Además, logró avanzar con los ocho Objetivos de Desarrollo del Milenio, a los que seguirán desde fines de este año los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible para mejorar el progreso social, económico y ambiental para 2030.
Pero no pudo evitar que Estados Unidos abandonara el Protocolo de Kyoto, ignorara el Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares, repudiara la Convención sobre Armas Biológicas y repeliera el Tratado de Misiles Antibalísticos.
La ONU también ha tenido fracasos
En 1970, cuando 190 naciones suscribieron el Tratado sobre la No Proliferación Nuclear (TPN), las cinco superpotencias tenías armas atómicas. Luego, a pesar de ese acuerdo y del Tratado de Prohibición Parcial de los Ensayos Nucleares, varios países (Corea del Norte, Israel, Pakistán e India) desarrollaron armas nucleares. Eso mostró la incapacidad de la ONU para lograr que los países infractores cumplieran las normas.
Por su parte, la Corte Internacional de Justicia (CIJ) resolvió grandes disputas internacionales, pero las potencias con poder de veto limitaron su eficacia en momentos cruciales.
La Corte Penal de Justicia, creada en 2002, procesó a varios criminales de guerra, pero recibió críticas por juzgar solo a gobernantes africanos, mientras que las potencias occidentales también los han cometido.
Dag Hammarskjold, secretario general de 1953 a 1961 dijo que la «ONU no se creó para llevar a la humanidad al cielo, sino para salvarla del infierno». El foro mundial resolvió muchos conflictos violentos, evitó guerras y preservó millones de vidas, pero también sufrió reveses.
En Camboya, la misión de paz (de 1991 a 1995) puso fin a la violencia e instauró un gobierno democrático, pero mucho después de que el régimen del Jemer Rojo (1975-1979) ejecutará a más de 2,5 millones de personas.
En Ruanda, más de 800.000 personas fueron masacradas en 100 días en 1994. Al año siguiente, las fuerzas serbo-bosnias invadieron la «zona segura» de Srebrenica y asesinaron a unos 8.000 hombres y niños musulmanes. En Darfur, se estima que murieron 300.000 civiles sudaneses. En Nigeria, Boko Haram mató a más de 13.000 personas.
Un informe de la organización Body Count revela que «además del millón de personas asesinadas en Iraq, otras 220.000 murieron en Afganistán y 80.000 en Pakistán a raíz de la política exterior de Estados Unidos».
El año pasado, Israel bombardeó viviendas residenciales, escuelas, hospitales y refugios de la ONU en el territorio palestino de Gaza, dejando 2.200 personas muertas.
Al condenar el ataque, la alta comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Navi Pillay declaró: el estado judío «desafío de forma deliberada el derecho internacional en su ofensiva militar contra Gaza y las potencias mundiales deben hacerla rendir cuenta por posibles crímenes de guerra».
El Consejo de Seguridad de la ONU fracasó debido a que Estados Unidos vetó toda acción contra Israel.
La Primavera Árabe en Medio Oriente dejó miles de personas muertas y cambios de gobierno en Túnez, Egipto, Libia y Yemen.
Libia quedó devastada con 40.000 personas muertas, y la guerra civil de Siria ya dejó 220.000 muertos. Además, estas guerras obligaron a 50 millones de personas a abandonar sus hogares. En la actualidad, el Estado Islámico, se infiltró en esos países perpetrando macabros asesinatos, violando los derechos humanos y cometiendo crímenes de guerra como no se había visto antes.
Esas catástrofes se habrían evitado si los estados miembro de la ONU hubieran tenido la capacidad de actuar con firmeza en tiempo y forma. Pero el foro mundial no es un gobierno mundial ni tiene un ejército permanente de mantenimiento de la paz listo para desplegar. Y son ellos los que toman las decisiones.
Los reveses se reflejan claramente en las fallas del Consejo de Seguridad y su poder de veto, que permite que los intereses de algunos miembros pasen antes que las necesidades de poner fin a un conflicto.
Pillay dijo al Consejo de Seguridad: «las consideraciones geopolíticas de corto-plazo y el interés nacional limitado se interpusieron en reiteradas oportunidades sobre el intolerante sufrimiento humano y las graves violaciones de, y amenazas de largo plazo a, la seguridad y la paz internacionales».
En los últimos 70 años, la geopolítica cambió de forma drástica el pedido de reforma de la ONU para cumplir con las necesidades globales y los desafíos del siglo XXI.
Los estados miembro acusan al Consejo de Seguridad de ser arrogante, reservado y poco democrático, pero las potencias con poder de veto se resisten al cambio. Mientras, las violaciones a la Carta de la ONU cometidas por países poderosos siguen erosionando la eficacia del foro mundial.
Pero, según el mandato de su Carta, la ONU evitó otra guerra mundial; logró avances impresionantes y sin precedentes en todos los aspectos del desarrollo humano, beneficiando a millones de personas en todo el mundo.
Nuestro enrevesado mundo necesita a la ONU. El Consejo de Seguridad debe reformarse y fortalecerse para que el foro mundial pueda hacer frente y resolver desafíos complejos.
Como dijo el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, la ONU es imperfecta, pero imprescindible.
- Editado por Kitty Stapp / Traducido por Verónica Firme
- Publicado inicialmente en IPS Noticias
Fracaso: por ejemplo, el repetido prejuicio de la ONU contra Israel, que debería aceptar su desaparición para satisfacer a las «buenas conciencias».