La Asociación Española de Afectadas por la Vacuna del Papiloma (AAVP) ha hecho público el caso de Ximena Moro, una joven mexicana de tan sólo 14 años de edad, quien falleció el pasado 21 de diciembre tras una lucha de dos años después de que recibiera la vacuna del virus del Papiloma, informa Miguel Jara.
Ximena recibió dos dosis de la vacuna del VPH en noviembre del 2012 y mayo de 2013, a partir de ese momento su calvario y el de su familia comenzó. La joven fue diagnosticada con miositis y no recibió tratamiento adecuado.
La AAVP señala que esta muerte «indigna por varios motivos». En primer lugar, porque
Ximena ha padecido efectos adversos que no se han vinculado con la vacuna del VPH, a pesar de estar recogidos en la ficha técnica y en las base de datos de notificaciones de reacciones adversas de la Agencia Europea del Medicamento y VAERS (sistema norteamericano de notificaciones de reacciones adversas).
En segundo lugar, porque consta que la secretaria de Salud de México tenía constancia de este caso al igual que la Agencia Europea del Medicamento. La AAVP envió a la EMA el pasado 19 de octubre una base de datos de más de 300 casos de jóvenes afectadas de España, Colombia, Francia y México que han sufrido efectos adversos tras recibir las vacunas del papiloma.
En tercer lugar, porque la madre de Ximena envió los datos de su hija para que su caso se investigara, así como otras muchas madres lo han hecho, quedando registrado como “caso 6” en la base de datos de afectadas mexicanas, «pero es evidente que no ha servido para nada».
La AAVP ha trabajado durante muchos años recopilando información de jóvenes afectadas para que se investiguen sus casos, en los últimos meses ha trasladado toda esta información a la EMA, a pesar de ello, «la única respuesta es que el beneficio riesgo de la vacuna sigue siendo favorable».
Lo que es evidente es que el riesgo existe y que el balance beneficio riesgo siempre será favorable mientras no se quieran reconocer las reacciones adversas que se producen y que paradójicamente ya están registradas en las fichas técnicas así como en las bases de datos de las agencias de farmacovigilancia.
El caso de Ximena no es un caso aislado, señala la AAVP, otras familias están viviendo
este mismo calvario y viven aterradas pensando que su hija puede ser la próxima víctima. Pero esto parece no interesar a las Autoridades Sanitarias y Políticas. Los gobiernos de muchos países son enfáticos en negar que la vacuna esté produciendo los
síntomas que estas jóvenes padecen, declarando que todo se debe a enfermedades psicogénicas y sociogénicas que, sostiene la AAVP, desde el punto de vista de los expertos es «completamente insostenible».
La AAVP avanza la pregunta de cuántas niñas más tendrán que morir y cuántas más tendrán que padecer sus graves efectos adversos antes de que las autoridades sanitarias reconozcan lo que está sucediendo y se investigue con rigor científico el porqué de estos efectos. Esta muerte podría haberse evitado si las autoridades sanitarias hubieran actuado con la debida diligencia y cautela, sostiene la Asociación, que insta a las autoridades sanitarias, políticas y a los médicos a actuar con responsabilidad, empatía con las familias afectadas e investigación para que no haya más víctimas.