Juan Castellano
Recuerdo que ya en mi época de estudiante de bachillerato me quedaba parado delante de algunos escaparates de papelerías con la vista fija en cajas de lápices de colores, de acuarelas y oleos, de paletas y pinceles, pero también he sentido toda mi vida la atracción de las plumas estilográficas, de los portaminas de diseño, y gastaba buena parte de mis ahorros en cuanto un diseño diferentes llamaba la atención.
Todavía pueden verse en las principales calles de algunas capitales papelerías de ese nivel, pero en gran parte han desparecido por la competencia de las grandes superficies. Aun así, no hay navidades y fiestas de reyes en las que no dedique algunas horas a deambulear por las zonas especializadas de los grandes almacenes, o por las nuevas tiendas.
Otros factores han influido de forma determinante en que en la actualidad se prefiera acceder a una papelería online a través de internet, como catálogos con cientos de productos de papelería a precios muy competitivos, y que además ofrecen la posibilidad de personalizarlos para que al mismo tiempo que son útiles se puedan utilizar como imagen de marca en marketing y publicidad.
Hablando de competitividad, es curioso ver cómo se ha extendido el uso de los comparadores de productos. Los más conocidos son los de hoteles o seguros por las campañas de televisión, pero en papelería se han revelado también de mucha utilidad, porque permiten acceder a mejores precios en calidades homologables.
Ayuda también el que la gestión de stocks, ya sea para la oficina o para casa, se ha facilitado mucho con aplicaciones de internet, desde las más sofisticadas para negocios hasta las simples listas de compra para familias, y que el pago en línea ha conseguido un alto nivel de seguridad, por no decir que paypal ha dejado de ser un recurso para entendidos y se ha generalizado como plataforma de cobros y pagos no solo en el ámbito empresarial, sino también en el de los autónomos e incluso entre particulares.
¿Quiere esto decir que ya no son atractivos los escaparates de las papelerías? Pues no. Quienes seguimos teniendo encima de la mesa cubiletes con surtidos variados de rotuladores, bolígrafos y portaminas; quienes necesitamos tener ordenados los papeles y documentos que se acumulan a pesar de que la memoria de los ordenados es cada vez mayor, quienes necesitamos renovar continuamente consumibles para los equipos informáticos, impresoras y otras máquinas de oficina, seguiremos siendo visitantes asiduos, pero ahora hemos aprendido que después de ver algo que nos gusta no hay que ser compradores compulsivos, y debemos buscar el producto en nuestra tienda de internet y comparar precios.
El problema está ahora en educar a los hijos en las nuevas fórmulas de consumo, porque se quedan igual que nosotros pegados al escaparate, y después de la sección de juguetes la de material escolar es la que les atrae como un iman, y lo comprendo cuando veo cómo se multiplican en los cuartos de mis nietos todo tipo de material de manualidades y de complementos para el estudio, y recuerdo que en mi época había que limitarse al “bic”, la escuadra y cartabón de plástico, y sufrir con tiralíneas que al menor descuido te dejaban un borrón de tinta en el papel milimetrado.