José Graziano da Silva[1]
La migración forma parte del proceso de desarrollo y no constituye un problema en sí mismo y, de hecho, puede ofrecer una solución a numerosos asuntos. Las personas que migran pueden hacer contribuciones positivas y profundas al desarrollo económico y social tanto de sus países de origen, como de tránsito y hasta de destino.
Como dice la Declaración de Nueva York, adoptada en la Cumbre de las Naciones Unidas sobre Refugiados y Migrantes, el 19 de septiembre, «los migrantes pueden ayudar a responder a ciertas tendencias demográficas, a la escasez de mano de obra y a otras dificultades en las sociedades de acogida, así como a aportar dinamismo y nuevas capacidades a sus economías».
En lo que va del año, unas 320 000 personas cruzaron el mar Mediterráneo en busca de un futuro mejor. Miles de personas dejaron la vida en el trayecto, y las perspectivas de futuro de las que sobrevivieron son inciertas. Muchas deberán hacer frente a nuevas realidades hostiles e inhumanas.
Muchas veces, las comunidades de acogida tienen una percepción negativa de migrantes y refugiados porque creen que les «roban» sus empleos y agotan los servicios económicos y sociales. En un nivel personal y colectivo, eso genera un sentimiento de inquietud.
La solución no es endurecer los controles fronterizos que, al contrario, derivaron en más muertes en el mar y más violaciones de derechos humanos. Sin políticas adecuadas para responder a la necesidad que tienen los migrantes de partir y que ofrezcan avenidas accesibles, seguras y asequibles para las migraciones, los países corren el riesgo de quedar solos para lidiar con desafíos muy complejos y con la posibilidad de caer en el caos y en la desorganización.
En muchos casos, eso se traduce en la adopción de soluciones informales nada deseables, donde el riesgo de que se cometan abusos a los derechos de los migrantes y los solicitantes de asilo es grande. Lo que ha ocurrido en el campamento conocido como «Jungla de Calais», en Francia, muestra que los más vulnerables, como niñas y niños sin acompañantes adultos, son los que corren mayores riesgos.
El desafío es enorme. Si no actuamos de manera oportuna, las tensiones no harán más que crecer.
Necesitamos atender las causas de raíz de los grandes movimientos de migrantes y refugiados, reuniendo respuestas humanitarias y de desarrollo. También necesitamos canales para una migración regular, facilitando la integración de los migrantes y las contribuciones al desarrollo.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) sostiene que invertir en un desarrollo rural sostenible, en la adaptación al cambio climático y en modos de subsistencia resilientes forman una parte importante de la solución, incluso en contextos de conflicto y crisis prolongadas.
Alrededor de 40 por ciento de las remesas internacionales se envían a áreas rurales, lo que indica que una gran parte de los migrantes proceden de esas zonas.
Además, las tres cuartas partes de las personas extremadamente pobres del mundo dependen de la agricultura, y para 2050, más de la mitad de la población de los países menos desarrollados seguirán viviendo en áreas rurales, a pesar de la creciente urbanización.
La agricultura y el desarrollo rural pueden ayudar a hacer frente a las causas de raíz de la migración, como son la pobreza rural, la inseguridad alimentaria, la desigualdad, el desempleo y la falta de protección social, así como el agotamiento de los recursos naturales debido a la degradación ambiental y al cambio climático.
La agricultura y el desarrollo rural pueden crear alternativas sostenibles para ganarse la vida en las áreas rurales, así como ayudar a las comunidades de acogida y a las personas desplazadas a hacer frente a la situación y a recuperarse del impacto mediante la construcción de resiliencia.
Los jóvenes requieren de una atención particular, pues una de cada tres personas que emigran de los países en desarrollo tiene entre 15 y 34 años y lo hacen en busca, principalmente, de mejores oportunidades laborales. El desarrollo de una agricultura sostenible, de que esta sea una fuente atractiva de empleo y de una cadena de valor alimentaria permitirá crear millones de empleos nuevos y mejores.
Junto con sus socios, la FAO respalda iniciativas globales y nacionales para hacer frente a las migraciones, aportando su experiencia en materia de seguridad alimentaria, construcción de resiliencia, agricultura sostenible y desarrollo rural.
La colaboración de la FAO consiste en generar datos sobre migraciones y desarrollo rural, respaldar el desarrollo de capacidades a escala nacional y regional, facilitar el diálogo político y ampliar las soluciones innovadoras para mejorar las formas de ganarse la vida a través de la agricultura, la cobertura de la seguridad social y las oportunidades laborales en las zonas rurales, así como construir resiliencia en contextos de crisis prolongadas.
Desde 2014, la FAO es miembro del Grupo Global sobre Migración, que ha desempeñado un importante papel en la coordinación de los aportes de diferentes agencias de las Naciones Unidas para las negociaciones intergubernamentales que llevaron a la adopción de la Declaración de Nueva York durante la Cumbre sobre Refugiados y Migrantes.
El Grupo Global sobre Migración asumirá el mismo papel en la preparación de la adopción de un pacto mundial sobre refugiados y de un pacto mundial sobre migración segura, ordenada y regular para 2018.
La FAO está lista para aportar su experiencia técnica y compartir las mejores prácticas a fin de garantizar que las causas de raíz de las migraciones, incluido lo relativo a las zonas rurales, se incorporen a los grandes foros globales.
También impulsará la colaboración con socios clave en materia de migraciones y desarrollo a escala global, regional y nacional, como es el caso con la Organización Internacional de las Migraciones.
La FAO utiliza el término migración para referirse al movimiento de personas, ya sea dentro de un país como de un país a otro. Incluye todo tipo de movimientos, independientemente de los factores responsables, de la duración y de la naturaleza voluntaria/involuntaria. Además, abarca a migrantes económicos, en dificultades, personas desplazadas dentro de sus países, refugiadas, solicitantes de asilo, retornadas y las que se desplazan por otros motivos, como educación y reunificación familiar.
- José Graziano da Silva esdirector general de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
- Traducido por Verónica Firme
- Distribuido por IPS Noticias