Periodistas en español patrocina su reestreno en Francia.
Rodada en 1965 en el pueblo de Pátzcuaro en el Estado de Michoacán, “Tiempo de morir” es un dramático y atípico western, ópera prima de Arturo Ripstein, uno de los maestros del cine mexicano contemporáneo, que fue restaurado y presentado el pasado mes de mayo en el festival Cannes 2016, en el marco de “Cannes classics”. Tamasa distribution, distribuye y estrena ahora este clásico del cine en Francia con copia nueva a partir del próximo 4 de enero.
Olvidado western y opera prima de Ripstein
El guion original, es un relato del escritor colombiano Gabriel García Márquez: “El charro”, escrito en su primera intención para ser interpretado por el gran actor mexicano Pedro Armendáriz. Finalmente el proyecto no se llevó a cabo y fue Alfredo Ripstein, productor mexicano y padre del joven Arturo Ripstein, quien compró los derechos.
El guion definitivo fue escrito a dos manos por García Márquez -dos años antes de publicar su obra maestra “Cien años de soledad”- y por el escritor mexicano Carlos Fuentes, quien aportó a sus excelentes diálogos toda la autenticidad del lenguaje y los modismos propios de su país. “Márquez no era todavía nadie cuando escribió ese guion –recuerda Ripstein- mi padre me ayudó a producir la película con una sola condición que fuera una de vaqueros, que es lo que mas se vendía en aquel momento…”
Aunque respetando los códigos del género, un pueblo perdido en medio del desierto, una historia de venganza y un duelo final, “Tiempo de morir” no es sin embargo una película del oeste convencional. La mano de sus dos célebres guionistas da a este relato una atmósfera de cuento mágico en un lugar perdido de América Latina, con el regreso a su pueblo de un hombre que pasó 18 años en la cárcel para defender su honor.
El relato funciona no a base de acción, persecuciones, peleas y tiroteos, como es lo típico del género convencional, sino a partir de la tensión creada por la amenaza que pesa sobre ese hombre, al que todos advierten de una muerta cierta. Un hombre que sale de la cárcel y que solo aspira a rehacer su vida y volver a ver a la que fue su novia.
Marga Lopez y Jorge Martinez de Hoyos en Tiempo de Morir“Tiempo de morir” es pues la crónica de la muerte anunciada de su protagonista, Juan Sáyago, acosado y amenazado por los hijos de Raúl Trueba, el hombre al que mato en un duelo tantos años atrás. El guion, bien construido en su tensión dramática, con buen sentido de la elipsis, va desmadejando poco a poco las razones que condujeron a aquella tragedia, cuando Juan vuelve a encontrarse con las gentes de ese pueblo dejado de la mano de Dios. Recordemos que García Márquez publicó su novela “Crónica de una muerte anunciada” muchos años después, en 1981, con una historia similar a la de “El charro”.
Mariana, su ex novia, ahora viuda y madre de un hijo, un amigo lisiado, impotente, jugador a la ruleta rusa, su antiguo patrón Don Diego, fallecido, cuya hacienda dirige ahora su hijo, el sheriff del lugar que intenta protegerle de la anunciada venganza. Personajes que pueblan ese solitario lugar, perdido en el mundo, en donde como dice uno de sus habitantes “usted no se imagina lo que hemos vivido en este pueblo, hemos sufrido mucho, cada día mas calor, cada día mas polvo, el tiempo pasa y uno siente que se está pudriendo vivo”
Cincuenta años después de su estreno, esta inexorable tragedia en un México violento, machista y brutal, en donde los códigos del honor se defienden pistola en mano, tiene todavía hoy en sus brillantes diálogos una evidente modernidad. Mientras las mujeres” dicen preferir “un cobarde en casa a un valiente en el campo santo”, los hombres afirman como inevitable la necesidad del desquite, de la revancha y la venganza.
Ripstein observa con mirada critica ese machismo reinante que obliga a los hijos de Trueba a “no ser menos hombres que su padre”. Juan, quien tan solo aspira a poder vivir en paz se quedará solo al afirmar que “no puede haber venganza donde ya hubo justicia”. Cada cual con sus propias razones, la locura de los hombres terminará imponiéndose en su duelo final.
La fotografía en blanco y negro está firmada por Alex Phillips, uno de los grandes directores de fotografía del cine mexicano, junto a Gabriel Figueroa. Con acertada sobriedad, la escasa música adicional acompaña tan solo algunas secuencias sin diálogos, como el regreso de Juan al comienzo de la película, cuando Juan reflexiona en la cárcel, o cuando se prepara para acudir al duelo respondiendo a la provocación.
Sus protagonistas son Marga López, en el papel de Mariana, célebre actriz mexicana de origen argentino que acompañó desde los años cuarenta la denominada época dorada del cine mexicano y Jorge Martínez Hoyos, actor de trayectoria internacional, en el papel de Juan Sáyago. Ambos galardonados en varias ocasiones en los premios Ariel del cine mexicano.
Arturo Ripstein, cinco décadas de cine mexicano
Arturo RipsteinArturo Ripstein tenia 21 años cuando empezó el rodaje de esta película. Hijo del célebre productor mexicano Alfredo Ripstein, Arturo nació por así decir en la marmita del cine, rodeado de las relaciones y amigos de su padre, como Luis Buñuel –con quien trabajó como ayudante de dirección, Gabriel García Márquez, Carlos Fuentes, Rita Macedo o Samuel Fuller…
De meritorio en los rodajes a ayudante de dirección, el joven Arturo aprendió todos los entresijos del mundo el cine con la obsesión de llegar a ser un día director. El sueño se hizo realidad en 1965 con la solida ayuda de Fuentes y Márquez en la escritura de su primera película. De don Luis Buñuel aprendió también mucho, pero como lo cuenta a menudo el propio Ripstein: “”No aprendí técnica o como filmar, sino una cuestión de ética: las mejores películas, son aquellas en las que el director no traiciona sus más íntimos principios”.
Como escribe el crítico de cine uruguayo Jorge Ruffinelli, “Ripstein hubiera podido hacer un cine fácil y popular pues le sobra oficio para ello, pero se mostró dispuesto a no transigir, ni a venderse, ni a canjear su idea del arte con el objetivo de complacer al público”.
Por su esmerada realización, el uso del plano secuencia muy presente siempre en el cine de Ripstein, como por su sentido de la elipsis, o su gusto por los espejos y por los juegos de reflejos en su puesta en escena, “Tiempo de morir” marca el nacimiento de un cineasta y de ese nuevo cine mexicano, del que Arturo Ripstein ha sido notable representante a lo largo de cinco décadas.
Remito al lector interesado al excelente ensayo “Arturo Ripstein” (ediciones Cátedra: Filmoteca española), del critico de cine brasileño Paulo Antonio Paranaguá, quien analiza de forma exhaustiva la filmografía del cineasta mexicano, empezando evidentemente por “Tiempo de morir”, en donde encontramos ya temas y obsesiones que serán recurrentes más tarde en el cine de Ripstein, como la utopía familiar y el juego de reflejos y repeticiones al filmar a sus personajes.
He tenido el privilegio y el placer de seguir la carrera de Arturo Ripstein de forma regular desde fines de los años setenta, entrevistándole en repetidas ocasiones. En su haber una brillante filmografía de fuerte contenido trágico, humano y social, con caústico humor negro. Recurriendo a sus referencias literarias, como Juan Rulfo, García Márquez o el egipcio Naguib Mahfouz, o bien basándose en hechos reales acaecidos, los guiones de Ripstein alcanzan mayor madurez a partir de su brillante y fiel colaboración con su esposa, la escritora y guionista mexicana Paz Alicia García Diego.
En su rigurosa realización Ripstein ha defendido siempre con tesón la necesidad de filmar la miseria y la tragedia tal y como es, sin embellecerla, un cine que encuentra sus raíces en Buñuel, pero también en el esperpento Valleinclanesco y en la tradición de la novela picaresca. Revisitando la tradición melodramática del cine mexicano la mirada critica de Ripstein se posa a menudo en la célula familiar, para mejor denunciar convenciones, tabúes y prejuicios sociales.
Después de “El castillo de la pureza” en 1972 , y “El imperio de la fortuna” 1985, la consagración de Ripstein en los festivales internacionales llegará en la década de los noventa con “La mujer del puerto” 1991, “Principio y fin” 1993, “La reina de la noche” 1994, “Profundo carmesí” 1996, “El coronel no tiene quien le escriba” 1999, o “La perdición de los hombres” en el 2000.
El nacimiento de una nueva generación de jóvenes cineastas en México, a partir del 2000 -como Carlos Reygadas, Amat Escalante, Michel Franco, o de su propio hijo Gabriel Ripstein, pero también de directores que han desarrollado después su carrera en Hollywood como Guillermo del Toro, Alejandro González Iñarrritu o los hermanos Cuaron– ha relegado a segundo plano en los grandes festivales a este gran maestro del cine mexicano que es Arturo Ripstein, y que a sus 72 años de edad, sigue contra viento y marea su actividad con obras como “Las razones del corazón” 2012, o “La calle de la amargura” 2014.