Había gran expectación en torno a la nueva participación del austriaco Michael Haneke en la competición de Cannes con su película “Happy end”, por ser un cineasta ganador ya de dos palmas de oro con dos excelentes películas (La cinta blanca 2009, y Amor 2012).
La decepción ha sido general en la crítica internacional, pues aunque repite suerte con Isabelle Huppert y el ya muy viejo Jean Louis Trintignan, su guion en esta ocasión no está a la altura de sus películas anteriores.
El autor de “La pianista” 2001 o de “Funny Games” 1997, sigue cultivando su vena caustica, cruel y no exenta de voyeurisme, pero esta vez mucho menos inspirado, al abordar las relaciones un tanto perversas en la monótona y triste existencia de una poderosa familia de la burguesía francesa en Calais, que poseen una empresa de obras públicas, todo ello con telón de fondo de crisis migratoria y de un accidente laboral.
“Happy End”, resulta una película fría y poco convincente en su guion como en su interpretación, no obstante la gravedad del tema evocado: la fractura social o más bien el abismo que separa a esa adinerada familia de la realidad social que les rodea.
Muy esperada también la nueva película del griego Yorgos Lanthimos, del que descubrimos con placer su anterior “The lobster” premio del jurado en 2015. Con “La ejecución del ciervo sagrado” reincide ahora en la competición, acompañado por su cómplice el productor irlandés Ed Guiney.
Se trata de una película también en el género fantástico, pero muy diferente de la anterior y a mi juicio de menor interés, pero si les gusta el cine fantástico con desenlace macabro, les encantará “La ejecución del ciervo sagrado”.
Si como un servidor prefieren el suspense al horror gore y la hemoglobina, entonces podrán siempre admirar la capacidad de Lanthimos en su puesta en escena, muy inspirada por momentos en The Shining de Stanley Kubrick, pero tan solo en su primera mitad, mientras va colocando los elementos del suspense, antes de que todo se decante en anunciado y sobrenatural desenlace.
También en competición hemos visto la segunda película producida por Netflix, presente en Cannes: “The Meyerowitz stories”, del norteamericano Noel Baumbach. Mediocre comedia que busca explotar la vena “Woody Allen” del humor judío neoyorquino, y que me ha aburrido de manera prodigiosa.
La presencia de actores tan celebres como Dustin Hoffman, Candice Bergen o Emma Thomson en su reparto no logra salvar del naufragio este guion, con cascada de gags y diálogos tan fallidos como anunciados.
Los traumas familiares y las frustraciones de dos hermanos, diametralmente opuestos, hijos del mismo padre – el patriarca interpretado por Dustin Hoffman- y de diferentes madres en círculos de la clase media neoyorquina, resulta finalmente una comedia de lo más convencional.