Familias cubanas piden más oportunidades para el biogás

Solo por obtener un buen fertilizante valió la pena construir un biodigestor, afirma el cubano Alexis García, quien muestra con orgullo las hortalizas del huerto familiar, al igual que la amplia variedad de árboles frutales beneficiados con biol, producto final de la tecnología del biogás, informa Luis Brizuela (IPS) desde La Habana.

García y su esposa Iris Mejías cultivan de forma orgánica todos los productos agrícolas con los cuales se autoabastecen, en el área alrededor de su vivienda en el barrio periurbano Sierra Maestra, en el municipio de Boyeros, en el sur de La Habana.

«Antes echaba un poco de urea, pero por la situación económica se ha vuelto muy difícil importar este y otros fertilizantes. Los bioproductos son una oportunidad para suplir esa carencia y, en algunos casos, funcionar como plaguicidas», explicó a IPS García, un profesor jubilado de 62 años que ahora se concentra en sus cultivos.

El biol es el efluente líquido con cierto grado de estabilización que sale del biodigestor, una vez culminado el proceso de digestión anaeróbica de la materia orgánica, que incluye excretas de animales, desperdicios de cosechas y/o residuales líquidos. Es rico en nutrientes para cultivos y reconstituyente de suelos mediante el fertiriego.

No obstante, precisó García, las vicisitudes energéticas y la necesidad de procesar el estiércol impulsaron a instalar el biodigestor de geomembrana que desde diciembre de 2023 aporta unos cuatro metros cúbicos de biogás diarios.

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Biodigestor de geomembrana de Iris Mejías y su esposo Alexis García ©Jorge Luis Baños : IPS

Este es uno de los tres tipos de biodigestores más usados a pequeña y mediana escala en Cuba, junto con los de campana móvil, también conocidos como modelo hindú, y los de cúpula fija, también llamados biodigestores chinos.

«Había leído un poco al respecto y deseaba tener un biodigestor. Con unos ahorros decidimos iniciar la construcción. Además del respaldo de nuestros hijos Alexis y Alexei, contamos con el apoyo y asesoría de José Antonio Guardado», coordinador del Movimiento de Usuarios del Biogás (MUB), significó García.

Surgido en 1983, el MUB agrupa a unos tres mil agricultores y agricultoras que aplican esa tecnología en este país insular caribeño de once millones de habitantes.

Oportunidades del biogás

Para Mejías, de 59 años, «con el biogás uno pierde el miedo a que falte el combustible para cocinar. Aporta seguridad».

Esta educadora de círculo infantil -espacios para el cuidado de niñas y niños menores de seis años de madres trabajadoras-, recuerda que al arreciar la crisis económica en los años noventa cocinó con leña, carbón, querosén y hasta con cáscaras de coco para cocinar la alimentación diaria de su familia.

«Si cocinas con equipos eléctricos dependes de la corriente (electricidad), o si tienes una balita (bombona de gas licuado de petróleo), que esta no se acabe y esté el repuesto. En ambos casos el biodigestor ahorra dinero», reflexionó.

Mejías valoró que se facilita la cocción de la comida de los animales domésticos y calentar el agua «sin tizne ni humo que obligan a lavarse el pelo todos los días o hace difícil el cuidado de las manos».

Estudios especializados indican que el metano es un potente gas de efecto invernadero, con un poder de calentamiento ochenta veces superior al del dióxido de carbono (CO2).

El adecuado manejo del metano biológico resultante de la descomposición de los residuos agrícolas y el estiércol, puede generar valor y ser una solución rentable para evitar la contaminación de aguas y suelos.

Por ello su extracción y uso energético, sobre todo en entornos rurales y periurbanos, puede ser una solución para reducir el consumo de electricidad y ayudar a combatir el cambio climático.

Según García la isla pudiera recibir mayores beneficios energéticos con incentivos claros para la instalación de biodigestores.

Aunque la agudizada crisis económica interna ha impactado de manera muy negativa en la cabaña porcina y vacuna nacional, «muchas vaquerías y cochiqueras no saben qué hacer con el excremento diario. De hecho, nuestro biodigestor se nutre de instalaciones cercanas donde está amontonado y nos lo regalan», apuntó.

Otros incentivos

Cuba dispone de un potencial de producción de biogás de 615.595 metros cúbicos al año, a partir de producciones agrícolas e industriales, corrobora el Atlas de Bioenergía 2022.

Ese volumen representa 189.227 toneladas equivalentes de petróleo anuales o 710 095 megavatios hora (MWh) al año. Del total, 63 por ciento corresponde a las producciones agropecuarias, compara.

En opinión de García el entorno rural cubano «está en mejores condiciones de tener la deseada independencia energética. Pero serían necesarias facilidades económicas como préstamos para la construcción de biodigestores, bonificar a las personas por producir esa energía y o que accedan a comprar lámparas, ollas y hasta refrigeradores a base de biogás».

De los once millones de habitantes de Cuba, cerca de 23 por ciento, unos 2,3 millones de personas, residen en zonas rurales, según estadísticas.

Por otro lado, se estima que en la isla existen unos cinco mil biodigestores, aunque cálculos conservadores de especialistas consideran posible ampliar la red hasta las veinte mil unidades familiares.

Expertos argumentan que el uso directo del biogás resulta más eficiente que transformarlo en energía eléctrica.

Un porcentaje significativo de los cuatro millones de hogares en Cuba utilizan la electricidad como energía fundamental para cocinar y calentar el agua para el baño, lo que representa alrededor de 40 por ciento del consumo.

Cuba es un país muy dependiente de las importaciones de combustibles.

Durante el último lustro, en paralelo al deterioro de la situación económica interna, la caída de las principales fuentes de divisas y el fortalecimiento del embargo estadounidense, las autoridades han confrontado crecientes dificultades para cubrir la demanda de carburantes.

Alrededor de 95 por ciento de la generación eléctrica en Cuba descansa en el consumo de fuentes fósiles. El gobierno aspira a que las fuentes limpias pasen de cinco por ciento actual a alrededor de treinta por ciento de la generación eléctrica en 2030.

«Imagine qué significaría que si no todas, al menos la mayoría de las viviendas en el campo cubano tuvieran un biodigestor o paneles solares. Toda estrategia que estimule dejar de consumir del sistema eléctrico nacional, o que le aporte energía, sería muy positivo», sostuvo García.

En años recientes, el proyecto internacional Biomas-Cuba (2009-2022) se centró en ayudar a comprender la importancia de las fuentes renovables de energía en los entornos rurales, el papel de los biodigestores en las fincas y los sistemas de tratamiento de residuos en centros porcinos.

La iniciativa con financiamiento de la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación (Cosude) fue coordinada por la Estación Experimental Indio Hatuey, un centro de investigación adscrito a la Universidad de la occidental provincia de Matanzas, e involucró a instituciones afines en varias de las quince provincias del país.

La Orden Ministerial 395 del Ministerio de Energía y Minas, de 2021, dispuso que cada uno de los 168 municipios cubanos debía contar con un programa y estrategia de desarrollo referente al biogás, y articular su gestión e implementación con los de su respectiva provincia.

Asimismo, la no gubernamental Sociedad Cubana para la Promoción de las Fuentes Renovables de Energía y Respeto Ambiental (Cubasolar), junto con el MUB, estimulan talleres de capacitación y el asesoramiento de especialistas.

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Alexis García seca granos de café junto a un grupo de paneles solares fotovoltaicos instalados en el techo de su vivienda en el sur de La Habana. La posibilidad de guardar energía con el respaldo de acumuladores recuperados, permiten una autonomía de tres horas aproximadamente cuando falla el fluido eléctrico ©Jorge Luis Baños / IPS

Hacia la independencia energética

Una de las aspiraciones de la familia García-Mejías es lograr la sostenibilidad energética de su hogar y su producción agrícola.

«Prevemos la construcción de un segundo biodigestor, pero ese será de cúpula móvil, el cual debe aportar dos metros cúbicos de biogás diarios, pero de manera mucho más eficiente, y con una mayor presión. Con un volumen superior podemos beneficiar a algunos vecinos», detalló García.

En el techo de la vivienda un emplazamiento con seis paneles solares fotovoltaicos de 720 vatios de potencia, con el respaldo de acumuladores recuperados, permiten una autonomía de tres horas aproximadamente cuando falla el fluido eléctrico.

«Pensamos montar un aerogenerador, al igual que un calentador solar confeccionado con tuberías plásticas. Queremos acondicionar en la casa un área demostrativa sobre las ventajas de las energías renovables y que todos los procesos estén respaldados por ellas», apuntó el otrora maestro.

«Falta una mayor cultura sobre las energías renovables. Hay resistencia en algunos lugares y personas. Por otro lado, están los elevados precios cuyo carácter comercial tampoco estimulan a que se expandan con rapidez las tecnologías y equipos», enumeró someramente García cuando IPS le preguntó en su instalación sobre los obstáculos para multiplicar experiencias como la suya.

«La gente oye hablar de biodigestor y piensa que es difícil. Da un poco de trabajo, pero después los beneficios son muchos. Falta más información en los medios. Varias personas se acercan buscando ayuda para la construcción de biodigestores. También recibimos estudiantes, lo cual abre una oportunidad para que las nuevas generaciones crezcan con la cultura de aprovechar la naturaleza de forma sostenible», abundó.

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