Un estudio realizado por Orb Media, publicado en colaboración con Deutsche Welle, indica que el agua embotellada que se anuncia como la panacea por sus efectos en la salud, podría estar contaminada de plástico; una contradicción si se vende en ese recipiente.
Una vez que se analizaron once marcas de distintos países el contaminante fue encontrado en el 93 % de las botellas en cantidades variables. La pregunta ahora está en el aire dado que en 2017 casi 400.000 litros de agua fueron bebidos en el mundo. Cada vez bebemos más agua embotellada por el lema de la salud, pero ¿es sano consumir partículas de plástico?
De momento no existen datos lo suficientemente significativos para dar un baremo de toxicología y no se pueden dar cifras que se consideren una amenaza para la salud; lo cierto es que es del todo necesario que la población conozca que el agua embotellada en plástico no es el mejor de los transportes. Se desconoce cuántas micropartículas llegan al torrente sanguíneo pero si se llegara a conocer si estas atraviesan la barrera intestinal, sí sería preocupante la invasión física de tejidos y por supuesto, el impacto de los componentes químicos contenidos en los plásticos. Las muestras están siendo estudiadas en roedores y todavía no se tienen datos que puedan confirmar el daño en tejidos aunque consideran que es necesario seguir estudiando los efectos en humanos y sus consecuencias a largo plazo.
El microplástico es un contaminante emergente muy desafiante ya que actualmente los océanos están plagados de montañas de plástico que no solo invaden sino que no se degradan. Si una partícula penetra en un tejido puede causar estrés oxidativo que puede derivar de una inflamación crónica. Entre los plásticos identificados había nailon, tereftalato de polietileno (PET) por sus siglas en inglés; y un 55 % de polipropileno, utilizado también en la fabricación de cierres de botellas. Los resultados encontrados también procedían aunque en menor medida de agua embotellada en envases de vidrio; probablemente por los tapones.
El estudio fue supervisado por la experta en microplásticos de la universidad estatal de Nueva York, Sherry Mason. El informe completo puede ser consultado en Orb Media.