“Deja el mundo fuera, ya no vale nada”
“Alma Mater” (Una familia siria), segundo largometraje del realizador belga Philippe van Leeuw (“El día que Dios se fue de viaje”, el genocidio de los tutsis en Ruanda en 1994), es una hermosa película dramática sobre la pérdida de la vida cotidiana en un contexto de guerra, que ya ha premiado el público asistente a los festivales de Berlín, Angouléme y Sevilla.
Protagonizada por la genial actriz palestina Hiam Abbas (“Los limoneros”, “Living in Paradise”, “Satin rouge”), “Alma Mater” es un apasionante relato de la actual guerra de Siria vivida desde detrás de la puerta, en el interior de una vivienda familiar donde resisten, atrincherados, una madre, sus tres hijos, un abuelo, el amigo de una de las adolescentes, la mujer que se ocupa de las faenas domésticas y una jovencísima pareja de vecinos, que acaba de tener un niño.
Fuera, la guerra es una amenaza constante. Dentro de la vivienda, la madre se empeña en que parezca que la vida es la misma de antes. Siempre en peligro, siempre asustados, en estado de sitio permanente, oyendo como disparan los francotiradores desde los techos y como explotan las bombas en los alrededores, pasando penurias y tensiones, se resisten a marcharse, como han hecho los demás habitantes del inmueble, porque tampoco sabrían a donde ir. Y todos con la intención –no explícita- de hacer como que no pasa nada, que la vida ordinaria continúa, en un clima realmente absurdo porque lo cierto es que todos están amenazados.
El interior de la casa, donde transcurre la acción en veinticuatro horas, es un decorado de “antes de la guerra”, vestigio de un mundo que ya no existe: cómodos sofás, aparadores, cuadros en las paredes, una biblioteca imponente, amplia mesa de comedor, adolescentes que llevan vaqueros y camisetas coloreadas… un decorado que el guión de esta película imprescindible –especialmente para todos aquellos que protestan por la afluencia de refugiados a los países europeos- ha convertido en una fotofija de una tragedia que dura ya tres años y que desde aquí contemplamos con indiferencia en los telediarios.
Drama psicológico, por momentos de una dureza insoportable, sobre el horror que tiene lugar al otro lado de la puerta barricada y la impotencia de unas víctimas que, repartidas por el dédalo de habitaciones de la vivienda, no esperan otra cosa que llegar a ver como acaba el conflicto.
Estamos más o menos acostumbrados a solidarizarnos con todos esos millones de hombres y mujeres a los que la guerra, el hambre y el cambio climático, expulsan diariamente de sus hogares y vagan desterrados por las fronteras de un mundo que no es capaz de encontrarles un lugar donde puedan seguir viviendo. “Alma Mater” nos enfrenta con la otra cara de la realidad, con los que no abandonan, se quedan y sufren persecuciones, heridas, violaciones…tyodo lo que hoy, ahora mismo, está ocurriendo en Siria, a pocas horas de vuelo de nuestras confortables existencias.