Siguiendo con la fascinación por la adolescencia que impregna sus películas desde Las vírgenes suicidas, el último trabajo de la realizadora estadounidense Sofia Coppola – The Bling Ring- parte de un artículo publicado en 2010 en la revista Vanity Fair, que llevaba el sugerente título “Las sospechosas llevan Louboutin” (carísima marca de zapatos que no puede comprar casi nadie).
Las sospechosas, en el artículo del mensual americano y en la película de Coppola que se estrena en los cines españoles el 11 de octubre de 2013, son una banda de colegialas adolescentes dedicadas a asaltar las lujosas villas de los protagonistas de la prensa people (estrellas de cine pero también millonarios desocupados y aventureros de todo pelaje, lo mismo que aquí, vamos), cuya vida siguen a través de las revistas y los informativos, de forma que saben cuando no se encuentran en casa porque están asistiendo a algún estreno, presentación o rodaje, o se encuentran de vacaciones.
Bling Ring es el apodo de la banda –formada por cuatro chicas y un chico- que al grito de “Vamos de compras” se llevan lo que más les gusta “y menos se va a notar” de los atestados dormitorios, salones y armarios de las diversas París Hilton o Lindsay Lohan –muchas de ellas delincuentes a su vez, aunque de otro orden, condenadas en más de una ocasión por consumo de estupefacientes, conducción en estado de ebriedad y agresiones a paparazzi. Con su conducta estos adolescentes persiguen dos cosas: en primer lugar hacerse con dinero, vestidos, bisutería y zapatos que están a su alcance en las habitaciones de las mansiones asaltadas y que nunca podrían conseguir de otra forma; y en segundo, aunque menos confesado, lograr a su vez algún tipo de celebridad que les abra las puertas de ese mundo que rozan con la punta de sus dedos durante el cortoi espacio de tiempo que duran los asaltos.
Nada más llegar a su nuevo “instituto para fracasados” en Los Angeles, el conflictivo Marc conoce a Rebecca, y a sus amigas Nicki, Chloe, Sam y Emily, todas ellas fascinadas por el universo de los famosos que viven en la zona. A partir del momento en que una de ellas descubre en Internet que una de esas celebridades está ausente, se organizan para entrar en las viviendas y empiezan a desvalijar mansiones. Una actividad que les llevó a acumular, entre 2008 y 2010, un botín de cerca de 3 millones de dólares. Los trofeos conseguidos los exhibían en sus cuentas de Facebook. Los medios empezaron a ocuparse de sus fechorías y les bautizaron como la banda del “Bling Ring”… Después la policía les identificó en las cámaras colocadas en algunas de las casas, la justicia les condenó a penas de cárcel y finalmente consiguieron así hacerse a su vez famosos y el soñado reconocimiento mediático.
Tanto el argumento, como la propia historia, son profundamente cinematográficos. “Una vez efectuada la primera trasgresión (saltar una verja) parece como si todo estuviera a su alcance, sin límite de tiempo, como en un sueño aunque sea de pacotilla… Sofia Coppola muestra a sus personajes como descerebrados, pero en perfecta sintonía con su época y su ambiente” (Télérama). Contribuyendo a esa especie de “telerrealidad” que es el guión de la película, un personaje como la millonaria heredera Paris Hilton –víctima real de la banda en 2010- dejó que parte del rodaje se hiciera en su casa, vivo ejemplo del mal gusto y el culto a la personalidad de la dueña, literalmente saturada de fotografías y cojines con su rostro.
Entre tierna e irónica, Sofía Coppola se contagia de la vitalidad y energía que emana de los adolescentes, en este caso unos adolescentes cuyo objetivo es disfrutar de todo, lo que está a su alcance y lo que no, ponerse ciegos probando todas las drogas – desde las más clásicas hasta las últimas novedades llegadas al mercado del trapicheo en las discotecas- y hacer que sus sueños se hagan realidad transformando sus vidas en un show continuo. “Las chicas y el chico de Bling Ring viven en un mundo del acceso perpetuo, donde lo que se ha visto en Internet –la ropa de los famosos, sus casas, sus joyas- se debería poder descargar en la vida real. Y de hecho, entrar en las casas de las estrellas de Beverly Hills (donde nada está cerrado, las llaves se encuentran debajo de los felpudos) para robarles sus Louboutin es una maniobra tan simple como una descarga” (Les Inrock’s).
http://youtu.be/TZtnZOTbYlM