Macron vector de peste parda y cómplice de Netanyahu

Declaración de guerra social en el presupuesto del gobierno

El presidente de Francia, Emmanuel Macron, aspirante a monarca absolutista, y su marioneta gubernamental François Bayrou, acaban de anunciar en pleno verano su presupuesto para 2026. Un nuevo programa de austeridad que suena a verdadera declaración de guerra social, a ocho meses de las elecciones municipales y a poco más de año y medio de la próxima elección presidencial.

Francia-Atacc-JUL2025 Macron vector de peste parda y cómplice de Netanyahu

Un plan que contempla entre otras medidas: el abandono de la transición ecológica, la promulgación de la ley Duplomb que autoriza los más peligrosos pesticidas, reducción de la tasa de interés en las libretas de ahorro popular, reducción del rembolso de la seguridad social, propuesta de suprimir tradicionales días feriados, reducción de los subsidios de desempleo, reducción del presupuesto y desmantelamiento progresivo de los servicios públicos incluidos los hospitales y las colectividades territoriales…

Y para justificar ese plan de austeridad general la eterna demagogia del «rembolso de la deuda pública» que aumenta sin cesar debido a las subvenciones y regalos fiscales del Estado a las multinacionales que gozan de privilegiada fiscalidad, sin ninguna contrapartida en términos de creación de empleos o reinversión.

Prosigue pues la caza al llamado «fraude social» pero se mantiene la impunidad de los paraísos fiscales y «la optimización fiscal» de las elites multimillonarias.

A ello hay que añadir que Macron acaba de anunciar un gigantesco incremento de gastos de guerra (perdón, ahora dicen de defensa) en total 6500 millones de euros en los dos próximos años, en detrimento de toda ayuda social.

Al cabo de ocho años de denunciar en estas páginas el carácter antidemocrático del ejercicio del poder y la abyecta demagogia de Macron, su violencia antisocial, su brutal represión y criminalización del movimiento social, sindical y ecológico, así como la represión de las manifestaciones contra el genocidio en Palestina, tengo la impresión de repetirme.

Sin embargo, la lectura de un artículo del diario El País en que trataban de justificar el comportamiento del presidente galo, me ha animado en esta pausa veraniega a reincidir en mis explicaciones para nuestro público hispano sobre la verdadera naturaleza de ese aspirante a reyezuelo, cómplice del genocidio de Netanyahu, que se ha revelado como el peor vector de peste parda y de regresión social en la historia de esta malograda Quinta república francesa.

Macron, aislado e ignorado hoy en el ámbito internacional en donde se agita sin cesar para aparecer en la foto, y desaparecido en el ámbito nacional, ha delegado el poder ejecutivo a un gobierno minoritario e ilegitimo sostenido por la ultraderecha, cuyo primer ministro François Bayrou fue el primero de una larga lista de ministros y personalidades «macronistas» que arrastran causas con la justicia en un clima podrido de absoluta impunidad.

Desde que llegó al poder, Macron y sus «gobiernos» tienen un solo e invariable objetivo: reducir y desmantelar todas las conquistas sociales obtenidas por los franceses en 1936 y en 1945, mantenidas con innumerables luchas en los lugares de trabajo a lo largo de los años.

Mientras la miseria aumenta más que nunca en Francia (ver informe de la Oxfam) y las supresiones de empleo se multiplican, lo anunciado por Bayrou es el mismo programa de siempre, pero en peor, con un sabor de rancia provocación y de desprecio de la democracia: Distribuir dinero a las multinacionales estrangulando a las clases medias y populares para economizar cuarenta mil millones de euros. Tal es el objetivo claramente anunciado.

Como dice con humor la revista Fakir, Macron y su marioneta Bayrou son «un Robin de los bosques al revés»: Quitarles el dinero a los pobres para dárselo a los multimillonarios. Robar el ahorro de los franceses para entregarlo a sus amigos del Cac 40. Otro juego de palabras circula también en Francia difícil de traducir: Macron es como el Segundo Imperio, pero en peor (Macron c’est le Second Empire en pire).

El calendario político francés que va a pasar en marzo 2026 por las elecciones municipales, solo tiene una fecha decisiva: las presidenciales del 2027, generalmente en mayo o junio, ya que la lectura antidemocrática de la constitución de la quinta república hecha por Macron, ha paralizado el funcionamiento de la democracia parlamentaria.

En esa partida de póker mentiroso, es la ultraderecha quien tiene la mano y decidirá el calendario: con o sin disolución anticipada. La izquierda parlamentaria por su parte, va a presentar en estos días una enésima moción de censura contra el gobierno de Macron y su primer ministro François Bayrou.

Una petición circula estos días con fulgurante éxito en internet: un millón y medio de personas han firmado ya contra la ley Duplomb, que autoriza los pesticidas más tóxicos en la agricultura, reconocida causa de diversos tipos de cáncer. Petición que hace tambalearse de nuevo la autoridad de Macron, quien entre sus múltiples mentiras y falsas promesas había asegurado que toda petición con más de un millón de firmas podría obligar a un referendo sobre la cuestión planteada.

Colmo del cinismo antiecológico de Macron y de la alianza tacita entre neofascistas, neoliberales y multinacionales de la industria agroalimentaria (mal llamados agricultores de la FNSEA) la ley Duplomb tropieza ahora con una masiva movilización y muestra que la ecología radical converge cada vez más con la necesaria lucha social. Es decir, convergencia entre la lucha por una vida digna para vivir hasta fin del mes, y lucha por una sociedad que impida el fin del mundo con que nos amenaza la avidez de ganancia de los rapaces del CAC 40.

Para los admiradores de Macron, recordar por último que en ocho años ha pisoteado e ignorado las reivindicaciones masivas de los franceses y las más elementales libertades democráticas. Recordemos algunos momentos álgidos: la movilización contra la ‘ley trabajo’ que intenta desmantelar el derecho laboral; la brutal represión y mutilación de los chalecos amarillos, la criminalización y represión del movimiento sindical, ecológico o de solidaridad con Palestina, tras las poderosas movilizaciones por una digna jubilación, las manifestaciones ecologistas, o contra el genocidio; y sin olvidar por último la no aceptación del voto de los franceses en las últimas legislativas que dio mayoría relativa al Nuevo Frente Popular.

En la calle y en las urnas, Macron ha sido derrotado una y otra vez, pero se encierra en su torre de marfil, con esa arrogancia que caracteriza el desprecio de las elites por la plebe.

Aislado y minoritario, detestado por la mayoría de los franceses, Macron se aferra a su pírrico poder aliándose con la ultraderecha, y aplicando su política antisocial y antiinmigrante.

El supuesto «mal menor» para «evitar el Frente nacional» es en realidad hoy el peor vector de esa xenofobia alimentada masivamente por la prensa mainstream y el sector audiovisual controlado por un puñado de nueve grandes oligarcas, entre ellos el ultraderechista Bolloré.

Julio Feo Zarandieta
Periodista profesional en Francia desde 1976. He trabajado durante 35 años como periodista (Responsable de edición y critico de cine) en el servicio en castellano de Radio Francia Internacional. Pero también como corresponsal en Paris de diversos diarios y semanarios españoles y critico en Cine Classics (canal plus). Jubilado desde el 2013, escribo ahora en Periodistas en español y en Aquí Madrid. Miembro del Sindicato Francés de la critica de cine y de Fipresci, he cubierto numerosos festivales de cine internacionales, muy especialmente Cannes y San Sebastián. Militante antifranquista en los años sesenta, resido en Francia desde 1974, fecha en que me acordaron el asilo político. Hoy en día tengo la doble nacionalidad hispano francesa.

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