Un poema de Félix Grande para Carlos París y Lidia Falcón

Félix Población

Lidia Falcon con Carlos Paris

No sé si se conocían personalmente, probablemente sí porque ambos formaban parte de lo mejor y más vivo de nuestra cultura y los dos nos han dejado una obra relevante, que en este caso sí habrían leído con toda seguridad uno y otro: Félix Grande, en la poesía, y Carlos París en la filosofía.

Los dos se nos han ido la semana pasada, aunque la muerte de ambos haya sido menos mediática que la de Luis Aragonés, el entrenador de La Roja, cuyo fallecimiento coincidió con el del segundo de los citados y ya se sabe lo que representan los valores de la inteligencia al lado de los del fútbol en esta España nuestra, como en aquella.

Me hubiera gustado decirle a la viuda del presidente del Ateneo de Madrid, mi querida y afligida Lidia Falcón, este poema de Félix Grande, porque estoy convencido de que el corazón de Carlos, tan bueno como sabio, habría agradecido esos versos -que de seguro compartiría y le conmoverían- para abrigar el frío de su ausencia en su admirada y amada compañera.

En la voz de su autor, vaya con ellos, para Lidia, mi reiterado abrazo de amigo, consciente del dolor y amor que estos días atrás me han transmitido sus ojos y sus lágrimas:

Tal como están las cosas
tal como va la herida
puede venir el fin
desde cualquier lugar

Pero caeré diciendo
que era buena la vida
y que valía la pena
vivir y reventar

Puedo morir de insomnio
de angustia o de terror
o de cirrosis o de
soledad o de pena

Pero hasta el mismo fin
me durará el fervor
me moriré diciendo
que la vida era buena

Puedo quedar sin casa
sin gente sin visita
descalzo y sin mendrugo
ni nada en mi alacena

Sospecho que mi vida
será así y ya está escrita
Pero caeré diciendo
que la vida era buena

Puede matarme el asco
la vergüenza o el tedio
o la venal tortura
o una bomba homicida

Ni este mundo ni yo
tenemos ya remedio
pero caeré diciendo
que era buena la vida

Tal como están las cosas
mi corazón se llena
de puertas que se cierran
con cansancio o temor

Pero caeré diciendo
que la vida era buena:
La quiero para siempre
con muchísimo amor

La noria, 1984

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