Heredero de las doctrinas de Mahatma Gandhi y Nelson Mandela, un viejo intelectual de la revolución del 68 malvive en la miseria más absoluta. Su casa se derrumba frente a una sociedad que lo ignora y que ha perdido sus valores. Ahora, se enfrenta al penúltimo capítulo de su vida, tras recibir un aviso de desahucio.
Es la historia de Jeremías, el protagonista del primer cortometraje del productor Nicos Beatty (Vicky Cristina Barcelona, Salvador (Puig Antich), Biutiful), y es también la historia de cientos de ancianos que en el año 2000, en plena burbuja inmobiliaria, perdieron sus casas en el emblemático barrio del Raval de Barcelona. Tras el desahucio, tuvieron que abandonar sus hogares y comenzaron a dormir en los cajeros, obligados a sobrevivir con una pensión de menos de 400 euros al mes. Nadie hizo nada por ellos.
José María Blanco (La otra cena, El secreto de puente viejo, Hospital central) encarna a Jeremías; en un reparto que completan Tony Corvillo (El príncipe, Mientras duermes) y Younes Bachir (No habrá paz para los malvados, La caja 507,).
El corto, de 15 minutos de duración, ha participado en el Festival Iberoamericano de Huelva ABC 2014 y prepara su candidatura para participar en la próxima edición de los Premios Goya y los Premios Gaudí. Se estrenó en octubre de 2013 en la 22ª edición del Festival de Cine de Madrid PNR y tuvo su estreno internacional en noviembre de 2013 en el 27º Leeds International Film Festival, en Reino Unido. Ha participado en diversos festivales de cine nacionales e internacionales, como el Festival de Cine de Santander ‘Corto y Creo’ (octubre 2013), el 10º Festival Internacional de Cine de los Derechos Humanos ‘El séptimo ojo es tuyo’ de Bolivia (julio-agosto 2014) y el 18º Festival de Cine de Lima (agosto 2014).
Una historia reivindicativa
Jeremías es una historia universal que está pasando en muchos rincones del mundo, y especialmente en España en los últimos años. El cortometraje es una reflexión sobre el capitalismo y la pérdida de valores de la sociedad. Habla de la pérdida de empatía y fraternidad entre personas que viven el mismo problema, de la ceguera colectiva, de la inacción, del miedo. “Es una historia que vi con mis propios ojos en medio del boom inmobiliario y por aquel entonces nadie alzó una sola voz. Echaban a familias andaluzas enteras de sus casas para construir la tan alabada Rambla del Raval. Ancianos pobres que malvivían con una pequeña pensión tuvieron que irse a vivir a cajeros automáticos entre cartones mojados y nadie, ni ninguna institución, movió un sólo dedo”, apunta el director del cortometraje.