La Quincena de Realizadores ha presentado este 16 de mayo de 2015 la única película española en esta edición del festival de Cannes, «A perfect day» , de Fernando León de Aranoa, una tónica y brillante comedia sobre la guerra de los balkanes.
Rodada en inglés y servida por un acertado reparto de actores internacional: el puertoriqueño Benicio del Toro, la francesa Melanie Thierry, el estadounidense Tim Robbins, el bosnio Fedia Stukan, la ukrania Olga Kurylenko, el catalán Sergi López y el niño Eldar Residovic, el tono de esta comedia negra que le pone humor al horror de la guerra de los balkanes, nos hace pensar en aquella formidable pelicula bosnia de Danis Tanovic que se llamaba «No man’s land» 2001, pero aquí con el estilo propio que caracteriza al siempre brillante director y guionista español Fernando León de Aranoa.
El guión de «A perfect day», es una adaptación de la novela «Dejarse llover» de Paula Farias, coordinadora de emergencias de Médicos sin fronteras, pero se apoya al mismo tiempo en el abundante trabajo documental realizado por el propio Aranoa sobre la guerra de los balkanes, y el trabajo de las organizaciones humanitarias, enfrentadas al horror bélico y a la ineficacia administrativa de las Naciones Unidas con sus cascos azules.
En ese reparto coral destaca en particular la interpretación de Benicio del Toro, como elemento coordinador del grupo, en el papel de Mambrú, el responsable de la seguridad de un equipo humanitario en Bosnia, que va a intentar sacar un cadáver de un pozo de agua para evitar su contaminación, tropezándose con la mafia local que vende agua a precio de oro, o con la burocracia militar de la Onu, tan inéficaz como inútil.
Seis personajes de carne y hueso servidos por excelentes actores, a los que se añaden algunos otros serbios, bosnios y croatas, o el niño Eldar Residovic en el papel de Nikola. Ellas son la francesa Melanie Thierry, en el papel de una ingenua especialista en materia de purificación de agua, y la atractiva ukrania Olga Kurylenko, la jefa de la misión, mujer fuerte e intuitiva, cuya belleza le vale ser el blanco de algunas bromas sexistas.
Bromas y humor que sirven de terapia y de escapatoria a la tensión diaria que padecen esos personajes y que son moneda corriente en esa cruda realidad con la que se enfrentan los miembros de las ONG humanitarias.
Ellos son veteranos de esos conflcitos bélicos, Mambrú desilusionado y harto de tanta guerra, está deseando volver a su casa. Mientras que B, interpretado por Tim Robins es uno de esos aventureros, responsable de lógistica, como Mambrú cansado del mundo, pero que no sabe muy bien lo que quiere y que encuentra una razón de ser a su vida en esa permanente tensión bélica.
La gran revelación es también el actor bosnio Fedia Stukan, quien hace de intérprete y sirve de nexo de unión entre la incomprensión de unos y otros, con un tono siempre justo entre la emoción y la comedia. Todos esos personajes corresponden según Aranoa a «tres tipos de trabajadores humanitarios que se encuentran siempre en esos lugares: misioneros, mercenarios y marcianos».
La película está rodada en inglés y es sin duda el proyecto internacional más ambicioso en la brillante carrera de Fernando León de Aranoa, quien ha proseguido paralelamente trabajando tanto en la ficción como en el documental: «El inglés como lengua de comunicación entre ellos, se impuso como una evidente necesidad al escribir el guión -afirma Aranoa-, porque es la lengua que los humanitarios, de nacionalidades diferentes, hablan entre si».
El autor de «Los lunes al sol» 2002, que debutó en 1996 con «Familia», firma con «A perfect day» su sexto largometraje de ficción, después de «Barrio» 1998, «Princesas» 2005 y «Amador» 2010. Con «Un día perfecto» persiste y firma en un estilo de comedia que conjuga siempre el humor y la emoción, la realidad y la poesía, con personajes de gran humanidad y muy buena mano en la dirección de sus actores.
Si el título de la película alude a una conocida canción de Lou Reed, Fernando León de Aranoa ha preferido terminar el relato con una música rock punk, que corresponde según el director español al ritmo de su realización: «Si la película fuera una música sería rock punk, es un ritmo áspero, directo, rápido», afirma Aranoa.
Es la primera vez que Fernando León participa en el festival de Cannes. La película está rodada en la sierra de Granada, en un decorado natural que recuerda los paisajes de Bosnia Herzegovina.