Le Pen fue descartada, y eso es bueno. El problema es que la política antisocial de Emmanuel Macron seguirá favoreciendo el auge del FN (Frente Nacional, partido de extrema-derecha de la candidata Marine Le Pen). Felizmente, su gobierno, que será un mosaico de miembros de partidos de derecha y de izquierda, promete ser débil, por tanto vulnerable a las luchas sociales. Nosotros debemos obstaculizarlo y construir una alternativa revolucionaria, señala una comunicación pública de Alternative Libertaire[1] en Francia.

Las razones para enfadarse
Recordamos algunos rasgos del programa de En Marche (partido de Macron) :
- Reducción de los impuestos para los ricos: mutaciones del Impuesto de Solidaridad sobre la Fortuna (ISF) «para eximir a miles de hogares hoy día sometidos al ISF».
- Destrucción de los servicios públicos: supresión de 120 000 puestos de trabajo en los hospitales, las escuelas y el conjunto de los servicios públicos, y de 70 000 a 75 000 en las colectividades territoriales. En otras palabras, la promesa de aulas con doce alumnos en la escuela primaria es una mentira.
- Destrucción del Código del trabajo: continuidad de la ley El Khomri, dando la prioridad a los acuerdos de empresas sobre los acuerdos de sector y sobre el Código del trabajo.
- Destrucción de la protección social: disminución de las contribuciones sociales, de las prestaciones del seguro de enfermedad, de desempleo y médico. La mejora de la protección de los trabajadores independientes es humo y espejismo.
- Penalización de los desempleados: reducción de su posibilidad de decir no a un empleador.
- Penalización de los trabajadores: supresión de la norma de 35 horas semanales para los jóvenes asalariados.
- Fortalecimiento de la represión: 10 000 puestos de policía más.
Contra todos estos ataques anunciados tendremos que resistir.
Las razones para alegrarse
Macron va a seguir las políticas neoliberales y de regresión social de sus predecesores. Pero, al contrario que el bulldozer Sarkozy (presidente de derecha entre 2007 y 2012), y del ilusionista Hollande (Partido Socialista, presidente entre 2012 y 2017), él acumula algunas desventajas:
- Su base electoral es inestable: el candidato solo se presentó como un joven político, solo vendió sueño y palabras vacías como «ni derecha ni izquierda». Para quienes le creyeron, el desencanto va a ser duro.
- Su base social es muy reducida: mal visto en los entornos de la burguesía tradicional, despreciado por las clases populares, solo le apoyan el Medef (Movimiento empresarial de Francia), los comerciantes que esperan reducciones de impuestos y los dueños de empresas emergentes, «creativos» y otros ávidos por hacer negocios en el web 2.0. No es mucho en realidad.
- No se beneficia de la etiqueta de izquierda, lo que demasiadas veces intimida a los movimientos sociales y sindicales. En los entornos militantes, nadie espera algo del promotor de las leyes Macron y El Khomri. No se va producir un estado de gracia.
- No está seguro de conseguir una mayoría parlamentaria en las próximas elecciones legislativas. Aunque lo consiguiera, no sería estable, estaría constituida por desertores y néofitos sin experiencia. Lo que impedirá su pretensión de «gobernar por decreto» ya que para ello necesita el consentimiento del Parlamento.
Este poder va a ser débil, y es una buena noticia para el movimiento social, sindical y más ampliamente, para la «izquierda de la calle» o: todos cuantos no esperan gran cosa de las urnas y piensan que se gana más mediante la lucha. Bloquearemos la política de «La Rèpublique En Marche» en la calle, en las empresas, y en los barrios.
Las razones para comprometerse
Contra Macron, contra Le Pen, contra la derecha, pero también contra la neosocialdemocracia que Mélenchon quiere inventar. Afirmamos que no van a resolver el desempleo, la miseria y la crisis ecológica sin poner en cuestión el capitalismo, o sea la propiedad privada de los medios de producción y de intercambio que prohíben verdaderos opciones democráticas.
Nuestro enemigo no es el «sistema», término que ya no significa nada porque de Dupont-Aignan a Macron, pasando por Le Pen y Fillon, todos los politicos se oponen al «sistema». Nuestro enemigo tiene un nombre, mucho más evidente que, extrañamente, los politicos evitan mencionar: es el capitalismo. Tanto si es «globalizado» como «patriota». Nosotros le oponemos la autogestión socialista, el único proyecto capaz de cambiar la sociedad y la vida.



