Queridas,
He esperado unos días para hablar de vuestros respectivos compañeros y creo que todavía no sé qué se puede decir. No estamos preparados jamás, por más que nos vendan la película, para ver a un amor marchar. Asimos la vida con la fuerza de no saber, porque realmente no lo apreciamos, lo frágil que puede ser el momento de la marcha. Esa, que seguimos sin esperar. Ellos no lo esperaban, vosotras tampoco y los que nos quedamos en el camino nos seguimos preguntando el porqué.
Muchas son las palabras que decimos cuando nos encontramos cara a cara con la muerte; una enfermedad crónica o un zasca de la vida. Y no es justo, siempre decimos lo mismo, pero es que no caben otras palabras dentro del dolor cuando a dos jóvenes periodistas se les ha arrebatado la vida. La profesionalidad y el olfato periodístico está de sobra probado; el de Pedro Roncal y el de Álex Bolaños. Dos chicos a los que se les ha cortado la vida de un plumazo sin apenas preverlo, y desde hace unos días ya no están entre nosotros.
A Pilar García Muñiz, a Tereixa Constela, solo nos queda escribir torpemente palabras de consuelo que quedan huecas, quedan vacías cuando sabemos que vuestros compañeros de viaje ya han marchado. La dureza de la vida que nos compromete para ser fuertes y la aquiescencia con la que debemos manejar el resto de los días. Quedan los niños en quienes encontraréis el necesario apoyo para amanecer y seguir luchando; y quedan los colegas, que aunque no tenemos palabras precisamente en este tiempo, seguimos aprendiendo de vosotras aunque nunca os lo hayamos dicho.
Álex BolañosHabéis tenido una suerte enorme de haber dado con dos monstruos del periodismo; con dos parejas de viaje cuya huella queda también en sus colegas, en sus alumnos, en todos los que alguna vez tuvimos el honor de conocerlos. Es tanta la belleza de las palabras que no caben en este obituario pero os constan y nos consta.
Compañeras, la noticia más terrible para un periodista es hablar de otro que ha partido. Imaginaos, cuando son dos. ¡Qué grandes eran!
En la quinta década de la vida nadie debería partir; ni en la cuarta, ni en la tercera, ni en la segunda, y menos en la primera. Aún no nos han sabido contar de qué va esto; solo sé que necesariamente, la vida es contradictoria; injusta y terriblemente cruel.
Abrazo grande y torpes letras para estos dos periodistas españoles. Para vosotras, uno que os llene de paz.
Descansad ya en ese viaje, amigos.