Increíble que desde hace tres siglos se manden tarjetas «para celebrar el amor» y más increíble que doce mil de ellas, las más antiguas datan de 1680, estén en museos y bibliotecas.
La mayor colección, asegura un artículo del New York Times, se conserva en la Biblioteca Huntington de San Marino California.
Y contiene desde tarjetas enviadas por soldados en trincheras de guerra, hasta diseños de ratones atrapados en cepos «para simbolizar el amor cautivo».
Pasando por cientos de miles que tienen impresos pajaritos que se besan en el pico, dulces, flores, listones y globos formando corazones y frases del tipo de bésame, eres mía, a tus pies, y sobre todo te amo.
Valentine’s se les dice en inglés a estas postales, haciendo referencia a un sacerdote romano de nombre Valentín que fue decapitado en el siglo tercero por casar a soldados cristianos con sus prometidas, sin atender la prohibición del emperador Claudio II que pensaba que los solteros eran mejores guerreros.
Se dice que al enterarse Valentín que la hija del juez que lo condenó era ciega, oró para que recuperara la vista y tan seguro estaba del milagro, que antes de pasar al martirio le mandó un papelito firmado como «Tu Valentín», sin imaginar que ahora andaría en boca de muchos enamorados.
Hay varias versiones sobre la razón para que el 14 de febrero se festeje el Día del Amor.
Todas coinciden que obedece a que la jerarquía cristiana quiso disminuir la popularidad de las fiestas paganas celebradas por varias culturas al iniciar en Occidente a mediados de febrero, las labores agrícolas.
Y que fue el papa Gelasio I, quien el año 496 estableció que el 14 de febrero se festejara el Día de San Valentín para contrarrestar la Lupercalia; rito de fertilidad en el que, animados por el vino, se emparejaban hombres y mujeres en la antigua Roma y la fiesta céltica Imbolc.
Sea como haya sido, la fecha siguió siendo motivo para «consagrar el amor».
Con la diferencia de que el «consagrante» pasó ahora a ser el comercio, que obtiene enormes ganancias de amantes que, por obligación o gusto, cumplen con invitar a cenar a la luz de velas y regalan dulces, flores y corazones, hechos con todos los materiales posibles y los más osados, juguetes sexuales; algo impensable hace pocos años.
Y desde muchos meses antes, las fábricas se preparan.
Un artículo de este 12 de febrero en el New York Times, indica que fue un farmacéutico bostoniano llamado Oliver Chase, quien en 1847 inventó una máquina que estampaba pasta azucarada, en algunas recetas médicas.
Y así nació, la industria de colocar letras dulces sobre papel.
Veinte años después, uno de sus hermanos añadió tinta vegetal roja a la pasta azucarada y flores, animales y frases más extensas, a los diseños.
En 1902 comenzaron a hacerse los corazones de dulce, con noventa por ciento de azúcar y un poco de jarabe de maíz y glicerina; receta a la que poco a poco se han ido añadiendo, esencias de clavo, canela y frutas y otros colores vegetales.
Y apenas en 2021 llegaron slogans como No, Nunca y Jamás; sin duda, los tiempos cambian.
Tan cambian, que en México dulceros y tenderos han declarado que este año por la situación del país y la crisis inflacionaria, las ganancias serán mucho menores.
Por supuesto que sé que el amor es necesidad vital del ser humano y que no hay nada más lindo que escuchar decir «te amo», al hombre que queremos.
Y también que en los últimos años se ha ido descubriendo que también es necesidad de los animales y hasta de las plantas; que dan flores más bonitas y mejores frutos, si se les habla cariñosamente.
Con todo, no me gustan esas tarjetitas que ahora además proliferan en redes sociales y menos los excesos del comercio llamando a celebrar, regalando, el 14 de febrero.
Pero no llego a la posición del gobierno de La India que, de acuerdo a un cable de la agencia Reuters, está pidiendo abrazar a una vaca en lugar de a la pareja.
«Abrazar a las vacas, dice, trae inmensos beneficios y aumenta la felicidad individual y colectiva».
Añade que esta costumbre occidental se ha ido extendiendo en detrimento de los valores hindúes, que pueden desaparecer al contacto con culturas ajenas.
Ni a la propuesta semejante de grupos de Países Bajos, para quienes es mejor practicar el «koe knuffelen» que significa «fundirse en un abrazo con bovinos porque, acariciar y cepillar vacas, tiene inmensos beneficios para la salud mental».