Alfonso Alegre Heitzmann: Días compartidos entre Juan Ramón Jimenez y Federico García Lorca

La Fundación José Manuel Lara ha presentado en Madrid el libro Días como aquellos, Granada 1924. Juan Ramón Jimenez y Federico García Lorca, del que es autor el investigador y poeta Alfonso Alegre Heitzmann.

cubierta-dias-como-aquellos-alfonso-alegre Alfonso Alegre Heitzmann: Días compartidos entre Juan Ramón Jimenez y Federico García Lorca

Este libro, que ha sido Premio Antonio Domínguez Ortiz de biografías 2019, retrata, según su editor, Ignacio Garmendia, uno de esos momentos estelares de la historia de las letras españolas: el encuentro de dos poetas que son los mayores del siglo XX, durante esos quince días de junio de 1924 que pasó Juan Ramón Jiménez en Granada invitado por la familia Lorca, sus paseos a pie por el Albaicín y La Alhambra, la visita a los cármenes en compañía del músico granadino por excelencia, Manuel de Falla

Esos quince días, siete de ellos en compañía además de Zenobia, que merecieron, según el editor, ocupar un apartado en el famoso libro de Stefan Zweig Momentos estelares de la historia de la humanidad, son los que retrata este libro.

Un paréntesis temporal único antes de que todo estallara

Este libro es, para los dos poetas, un paréntesis temporal único con cuya lectura nosotros ahora recorremos paso a paso la ciudad de Granada de la mano de Juan Ramón y su mujer Zenobia, de Federico y su familia, de Manuel de Falla y otros intelectuales granadinos. Ejemplo de lo mucho que significó para Juan Ramón Jiménez aquel viaje a Granada son los textos que nacieron en los meses y años siguientes, ya en el exilio, muy especialmente ese poema extraordinario que es Generalife, un largo romance que dedicó a Isabel García Lorca, y las prosas del libro Olvidos de Granada.

“Días como aquellos se viven pocas veces en la vida”, escribirá Juan Ramón muchos años después.

Alfonso Alegre asegura que en este corte sincrónico en el tiempo que supone su libro, hay elementos inéditos en cada uno de los capítulos y secciones, a veces detalles, del libro. O bien aspectos más generales, sobre todo en aquellos capítulos en que se extiende en la interpretación de algunos textos de Juan Ramón que nacieron del viaje. En ese sentido, se siente especialmente contento de los capítulos titulados “El ladrón de agua” y “El cielo bajo”, inspirados en vivencias granadinas.

La relación entre Juan Ramón y Federico

“Cuando se conocen en la primavera de 1919, Juan Ramón tenía treinta y siete años y ya era un poeta muy reconocido, mientras que Lorca tenía veinte, acababa de llegar a Madrid y todavía no había publicado su primer libro de poemas. O sea, que la relación en esos primeros años fue la de admiración de un discípulo hacia un maestro. Cabe decir que Juan Ramón enseguida se dio cuenta —y lo manifestó en distintas ocasiones— de la calidad y del futuro que tenía aquel joven poeta, como lo prueba su carta a Fernando de los Ríos, y fue esa iniciativa la que puso a Lorca en el camino de la Institución Libre de Enseñanza.

«Con los años, añade Alfonso Alegre, la relación fue cambiando; pero yo creo que siempre se mantuvo una admiración mutua, más allá de algunas polémicas y distanciamientos”.

“A veces los distanciamientos, en poesía, son fructíferos y hasta necesarios”, concluyó.

Nunci de León
Doctor en Filología por la Complutense, me licencié en la Universidad de Oviedo, donde profesores como Alarcos, Clavería, Caso o Cachero me marcaron más de lo que entonces pensé. Inolvidables fueron los que antes tuve en el antiguo Instituto Femenino "Juan del Enzina" de León: siempre que cruzo la Plaza de Santo Martino me vuelven los recuerdos. Pero sobre todos ellos está Angelines Herrero, mi maestra de primaria, que se fijó en mí con devoción. Tengo buen oído para los idiomas y para la música, también para la escritura, de ahí que a veces me guíe más por el sonido que por el significado de las palabras. Mi director de tesis fue Álvaro Porto Dapena, a quien debo el sentido del orden que yo pueda tener al estructurar un texto. Escribir me cuesta y me pone en forma, en tanto que leer a los maestros me incita a afilar mi estilo. Me van los clásicos, los románticos y los barrocos. Y de la Edad Media, hasta la Inquisición.

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