Una foto del presidente argelino, Abdelaziz Bouteflika, ha vuelto a cuestionar su capacidad para ocupar su puesto. La imagen, en la que se ve a un anciano con la mirada perdida, fue puesta en circulación (en Twitter) por el primer ministro francés, Manuel Valls, tras un encuentro oficial de ambos.
“Argelia, quien está al volante de las reformas?”, titulábamos un artículo reciente en esta misma publicación. Sobre el misterio Bouteflika, recordaré lo que decía entonces:
“No se sabe muy bien en qué estado se encuentra el presidente de Argelia, Abdelaziz Bouteflika. Tampoco está muy claro quién maneja los hilos del poder. Tras una serie de enfermedades y operaciones graves del presidente mantenidas casi en secreto, Bouteflika no aparece en público desde hace… no se sabe bien, uno o dos años. Apenas se le han hecho algunas fotos institucionales, muy escasas y atentamente orquestadas. Según diversas informaciones, está en una silla de ruedas, tiene grandes dificultades para hablar (o no puede hacerlo, según otros). Y sus órdenes se reciben siempre por escrito. No se sabe con claridad quienes tienen acceso a él, qué familiares, qué dignatarios.
“Si el presidente Abdelaziz Bouteflika no puede ejercer su poder, eso quiere decir que el poder lo asumen otros. Y esos otros son algo difuso. El poder se reparte entre su familia y su clientela política. Funciona con dinero sucio, pero los argelinos no saben quién toma las decisiones”. Eso declaraba a mediados del año pasado (Le Journal du Dimanche, 6 de junio de 2015) Alí Benflis, quien fuera sucesivamente ministro de Justicia (1988-1991), jefe de la primera campaña electoral presidencial de Bouteflika (1999), después Primer Ministro (2000-2003)”.
El diario de Argel Liberté se pregunta de nuevo por la lucidez que puede tener el presidente del país: “Las imágenes que nos muestran a un Abdelaziz Bouteflika muy fatigado, con la mirada extraviada, el gesto lento y con aspecto ausente, invitan otra vez a interrogarse sobre las capacidades del presidente para gobernar”. Los argelinos se preguntan, ¿Cómo se reparte de verdad el poder, cómo se toman las decisiones, quién lo hace?
En las redes sociales predomina la burla, pero el asunto debería preocupar. No sólo a los argelinos, sino a la comunidad internacional y –sobre todo- a los países vecinos. ¿Hay interés en esconderlo también fuera de Argelia?
Y tampoco hay que olvidar el lado humano, ¿por qué alguien somete a ese castigo a un anciano débil y enfermo que pertenece ya a la historia más que al presente? ¿Todo vale en función de apuestas internas o de retos “estratégicos”?
“Una caricatura –escriben en Liberté- a la que ha contribuido Manuel Valls, de manera voluntaria o incidentalmente«.
Partidos y personalidades de la oposición argelina ya se opusieron en 2014 a que Bouteflika se presentara a un cuarto mandato. Personalidades que han estado próximas al presidente de Argelia se han preguntado varias veces por la coherencia de determinadas decisiones en relación a la personalidad que conocieron de cerca. Pidieron verle sin conseguirlo.
En Liberté escriben: “El antiguo jefe de gobierno, Alí Benflis, no pierde ocasión alguna para señalar que el poder está vacante”.
La imagen transmitida por Valls refuerza esa idea. Resulta sombrío para una ciudadanía y un país que merecerían mejor destino.