…La mañana bermeja me invita a vivir,
Primavera, otoño, verano,
es en invierno cuando todo se mueve.
Paul Vecchiali
«Bonjour la langue (Impromptu)» que podemos traducir por «Buenos días la lengua (improvisado)», es la última, brillante y conmovedora película de Paul Vecchiali, una obra minimalista suerte de testamento, reflexión existencial con un explicito homenaje a Jean Luc Godard y al cine.


Una obra que rodó en veinticuatro horas el 4 de octubre de 2022, cuando estaba ya muy disminuido por la enfermedad, y se acaba de estrenar a fines de este mes de agosto 2025, dos años y medio después de su muerte un 18 de enero de 2023.
Su título viene a ser una respuesta o guiño a «Adieu au langage» (Adios al lenguaje) de Godard, proponiendo esta obra cinematográfica en la que los diálogos ocupan un lugar esencial. El subtítulo «Impromptu» (improvisado) se refiere a la improvisación de esa tensa e íntima conversación entre un padre y su hijo que regresa a casa tras seis años de ausencia. Un título a doble lectura pues en francés «impromptu» significa también una pequeña obra (musical, poética, o teatral) de composición simple.
Ellos son el propio Paul Vecchiali en el papel de Charles, el padre ya envejecido, enfermo como el mismo realizador y su hijo Jean Luc en la ficción el actor Pascar Cervo, quien ha trabajado con Vecchiali en siete de sus películas y era para el cineasta como una especie de hijo adoptivo, cómplice de su creación artística.
El reencuentro del padre con ese hijo pródigo que regresa a casa sin tener muy claro el por qué, está concebido en tres actos o tres largas secuencias, filmadas en plano y contra-plano, en la casa familiar en Draguignan (región sureña del Var), y en un restaurante local cuya comida es filmada en tiempo real.
¿Un encuentro resultado del azar o provocado por ese padre que no soporta la soledad y quiere liberarse de sus remodimientos? En la primera secuencia en el jardín de la casa, Charles está sentado en una silla medicalizada y Jean Luc permanece en pie frente a él, yendo y viniendo, ocupando el espacio escénico.
La conversación de gran tensión entre ambos, saca a relucir los reproches mutuos que explican esa larga separación, durante la cual la esposa y la hija de Charles fallecieron en un accidente de carretera. Recuerdos y viejas heridas desde la infancia de ese hijo que afirma detestar al pater familia, mientras que este busca justificar su comportamiento pasado.
En la segunda secuencia en el restaurante, Charles ha logrado convencer a su hijo para que almuerce con él, y la conversación se hace poco a poco más sosegada, con las explicaciones de uno y otro sobre sus sentimientos y su comportamiento. Burla burlando vamos descubriendo lo que une y separa al anciano y a su hijo, con un tono crudo, irónico y directo, pero también nostálgico y poético, pues la gravedad del tema va acompañada por un buen sentido del humor.
En la tercera y última secuencia asistimos a la revelación de uno de esos secretos de familia que a menudo se esconden, -que no revelaremos aquí, con lo que culmina esta interesante reflexión sobre el sentido de la vida, la pasión por su oficio, la familia, la pareja y las relaciones extra conyugales, la relación con los hijos, el naufragio de la vejez, la soledad y la muerte.
El reencuentro entre ese padre más preocupado por su trabajo que por su familia y su hijo que rompió con la autoridad patriarcal, tiene un eco aquí en la propia vida de Vecchiali, cuando evoca su interés por el cine con explícitos homenajes a Jean Luc Godard y a John Ford. La vida del anciano Vecchiali se confunde con la de Charles en la ficción, la de un viejo cineasta absorbido por su actividad, con un comportamiento humano probablemente parecido al de su personaje, que tiene en su haber medio centenar de películas y una decena de obras teatrales.
Los protagonistas de «Bonjour la langue» aquí con nombres diferentes vienen a ser años después los de la película «Le cancre» (2016) de Vecchiali, (que interpretaban los mismos Paul Vecchiali y Pascal Cervo). Aunque la historia es muy distinta, el autor se permite así utilizar algunos planos de aquella película para evocar los recuerdos de la relación padre-hijo, citando su propia filmografía.
Paul Vecchiali director, actor, productor y escritor francés, francotirador en la industria del cine, nos ha legado medio centenar de películas en sesenta años de carrera, iniciada en 1961 con «Les petites dames».
Una inmensa filmografía[1] que vale la pena descubrir, cuyo valor fue elogiado desde el comienzo por François Truffaut, quien lo consideraba «el único heredero de Jean Renoir». Toda una vida dedicada al cine, en la que sus obras fueron seleccionadas en numerosos festivales y bien apreciadas por la critica internacional.
Admirador del cine francés de los años treinta, Vecchiali publicó una voluminosa «Encineclopedia» consagrada a los cineastas franceses de esa época, desde Julien Duvivier a Jean Renoir, Sacha Guitry, Jean Gremillon y un largo etc.
Fundó su productora Diagonale y produjo entre otras las primeras películas de Jean Eustache, o también «Jeanne Dielman 23 Quai du commerce 1080 Bruxelles» de Chantal Akerman. Es autor asimismo de un libro de poemas y canciones.
- Destaquemos como botón de muestra de su filmografía:«Les rhuses du diable» 1966, «Femmes, femmes»1974, «Les pornocrates» 1976, ‘La machine» 1977, «Trous de memoire» 1985, «Encore» 1988 ( premio de la crítica en Venecia)«De sueur et de sang» 1994, «A vot’ bon coeur» 2004, «Le cancre» 2016, «Un soupcon d’amour» 2020…



