El canadiense Atom Egoyan, asiduo asistente a este festival de Cannes, ha presentado hoy en competición su película «Cautiva» (The captive) , un inquietante thriller en los áridos paisajes nevados de la provincia canadiense de Ontario, en el que aborda una intriga policiaca sobre una poderosa red de pedofilia y al mismo tiempo un tema recurrente en su filmografía: el sufrimiento y el sentimiento de culpabilidad de los padres ante la desaparición o la muerte de un hijo.
La primera vez que Agoyan vino a Cannes fue en 1991 con «El liquidador». Desde entonces ha regresado ocho veces, dos fuera de concurso y seis en competición. Sus películas de mayor relieve fueron «Exótica» y «El viaje de Felicia». En 1997 Atom Egoyan había recibido el gran premio del festival de Cannes por su película «El dulce porvenir», que evocaba esa temática con el relato de un terrible accidente de un autobus de transporte escolar.
Aunque en continuidad con ese drama sicológico, «Cautivas» es antes que nada un thriller con una construcción en forma de rompecabezas, en la que el autor y su coguionista y autor de televisión David Fraser, van descubriendo poco a poco los enrevesados hilos de su intriga, en forma de idas y venidas en el tiempo.
Ocho años después de la desaparición de una niña de nueve años, los policías encargados de la investigación, especialistas en la represión de la pedofilia, encuentran el rastro de la niña en un portal internet, en el que ella misma sirve de cebo para las futuras víctimas. Un sólido guión y una trama perturbadora, que da amplio espacio también al personaje del maléfico secuestrador y organizador de una poderosa red de criminales, con influencia en la alta sociedad, que utiliza la videovigilancia y que goza viendo día a día el sufrimiento de una madre desamparada por la perdida de su hija.
Tiene la película de Egoyan la estructura de una buena serie televisiva pero no ha provocado entusiasmo en su pase de prensa, y no tiene a mi juicio la potencia de sus mejores películas como «El viaje de Felicia» o «Exótica». Su guión contiene los típicos ingredientes del género televisivo policiaco, con historia de amor entre los dos policías, que arrastran cada uno su propio pasado, un cowboy y una atractiva mulata (los actores Scott Speedman y Rosario Dawson), el suspense apoyado en las sospechas que recaen sobre el padre de la criatura y el drama sicologico en el seno de la pareja destrozada por la tragedia.
La video vigilancia del siniestro secuestrador es en todo caso un buen pretexto para Egoyan de servirnos una habil e ingeniosa puesta en escena, con pantallas multiples y espejos. Pero tan perverso artificio terminará con un previsible desenlace, pues el azar permitirá al padre de la niña desenmascarar al pérfido pederasta .
En el reparto Ryan Reynolds en el papel del padre, Mireille Enos en el de la madre, y Kevin Durand en el del malo de la película, que resulta por cierto el menos convincente en su mansa perversidad. Desde lo alto de su metro noventa y ocho de estatura, Durand es un actor canadiense a menudo abonado en su carrera a papeles de malo, de bruto o de policia, a excepción de su participación en «Robín de los bosques» de Ridely Scott, en el papel de «petit Jean». Egoyan tiene en todo caso la elegancia y el buen gusto de evitarnos escenas insoportables, y prefiere sugerir el horror en sus diálogos sin mostrar imágenes explicitas.