En España hay una pregunta hasta ahora sin respuesta al ministro del Interior en funciones, Jorge Fernández Díaz, de cómo es posible que al responsable de la seguridad interior del Reino, el responsable de la seguridad del jefe del Estado, del jefe del gobierno, del presidente del CGPJ, de los presidentes de Congreso y senado, de los presidentes del TC y TS, de los presidentes de las CCAA, de todos los españoles en fin; cómo puede ser, digo, que en el despacho en que se definen las estrategias antiterroristas, en donde se comentan datos de inteligencia contra el fraude fiscal, el yijadismo o el narcotráfico, se pueda grabar cualquier conversación con tanta facilidad y nitidez. Solo por ser tan negado, debería usted dimitir.
¿Cómo explica ud. el contenido de las grabaciones? Hay indicios importantes de que prevaricó en su propio despacho; tantos como los que sugieren que por orden de ud. se ha estado espiando ilegal y anticonstitucionalmente a rivales políticos. Ud. debe ser muy claro explicando esto, sobre todo con los antecedentes de espionaje desde la Comunidad de Madrid -la gestapillo, como la bautizó su compañero Manuel Cobo-, pero por encima de todo, porque sus palabras malbaratan nuestra cada vez más endeble democracia.
“El Presidente lo sabe”: tiene que ser ud. especialmente diligente con este punto. ¿”Lo” sabe porque ud. le informó y, entonces, no fue una iniciativa presidencial o “lo” sabe precisamente porque fue iniciativa y orden del presidente? O sea, ¿Rajoy es Nixon o es Bush Jr.; es un pájaro de cuidado o es una marioneta a distancia?
La filtración: es un delito que se debe investigar y perseguir de oficio, vamos, como se hace en Alemania, en Francia, en Estados Unidos, en Noruega, en Japón, en Colombia y, de hecho, en casi todos los países democráticos del mundo. Eso ni quita ni borra ni minimiza ni empequeñece la gravedad de lo revelado tanto en el formato como en los contenidos. Que el estado en forma de fiscal o lo que se tenga protocolizado investigue la filtración, encuentre al filtrador y lo meta en la cárcel, por supuesto. Y ud. comparezca ante la prensa y ante La Diputación Permanente y dé explicaciones reales, serias y contundentes que doten de un contexto inteligible a lo que se ha difundido y seguidamente, cuéntenos cómo es posible que graben al ministro en su propio despacho. Si no es capaz, si insiste en que miremos el dedo y no lo que está señalando, debe irse ud. a casa a esperar la citación judicial o la llegada de la UCO.
Si esta es la primera grabación de un serial, repase bien sus dietarios, agendas y memorias porque estas cosas suelen ir a más y tal vez le oigamos a ud. cometiendo delitos mucho más graves. Sea sensato y, sobre todo, listo ya que no decente: dimita inmediatamente, dé una rueda de prensa para salir del paso y váyase a un camping de vacaciones, en España, eso sí; debe estar ud. disponible para la Audiencia Nacional.
Las grabaciones se hicieron hace dos años, dicen ud. y su desagradable interlocutor, y salen ahora para hacer daño. ¿Pero qué chorrada de argumento es ese? Pues claro que quien tenga una grabación así la sacará a su mayor y mejor conveniencia; de hecho, la pregunta que yo me hago es ¿Por qué no se filtró en la campaña de diciembre? Así que se me ocurre que tal vez en estos meses algo ha cambiado y a quien antes convenía el silencio ahora conviene el ruido, lo que, por otra parte, es irrelevante por completo: el delito existió y la grabación, ahora, es pública; puede que a ud. y a Rajoy les parezca raro que los trapos sucios salgan cuando más favorecen a quien los avienta, pero le aseguro Sr. Ministro que a todos los demás nos parece lo normal.
Dice Ud. que afectará a las elecciones, se valora ud. en mucho, ministro: ninguno de los suyos dejará de votarles, están inmunizados contra cualquier delito que cometa el PP y los demás no vamos a empezar a votarles así que tranqui, a casa y a rezar. Con Marcelo.