Michoacán ha sido siempre, pionero en la política y en las verdaderas transformaciones habidas en México.
Muy diferentes, por cierto, a esa nefasta Cuarta Transformación (4T) de la que ahora presume el actual gobierno.
Fue en Michoacán, entre otras cosas, la entidad donde nació el presidente Lázaro Cárdenas, autor de la reforma agraria y la nacionalización petrolera.
Y fue en Michoacán, donde la oposición ganó en 1947 la primera alcaldía; el municipio de Quiroga, con el panista Manuel Torres Serranía.

Tengo por eso esperanza, de que la indignación causada por el atroz asesinato del alcalde de Uruapan, Carlos Manzo Rodríguez, baleado este primero de noviembre cuando presidía un evento público del Día de Muertos, sea semilla que crezca lo suficiente para poder echar a la basura este gobierno de ineptos.
Es por su omisión o complicidad frente a los narcotraficantes, festejados como héroes en el gobierno de López Obrador, quien con cinismo repetía serían combatidos con abrazos y no balazos, que ha resultado incapaz de cumplir con la principal función de un gobierno, que es la de dar seguridad a su población.
Vivimos entre balaceras y matanzas sin que a la presidenta Claudia Sheinbaum se le ocurra algo más que echar la culpa a los gobiernos «liberales» anteriores, reiterar que los culpables no quedarán impunes y asegurar se abrirán carpetas de investigación.
Investigaciones que, como prueban muchísimos casos, nunca se concluyen y cuando más, se encarcela por poco tiempo a los eslabones más bajos de los atentados.
Lo que ha llevado a México, al horror por el que estamos pasando.
Es una vergüenza que no haya mayores recursos para combatirlos y destinemos en cambio a los partidos políticos, más de trece millones de pesos al día.
Durante los trece meses que Sheinbaum ha gobernado, han sido victimados decenas de miles de mexicanos inocentes y ocho alcaldes; tres en Oaxaca, dos en Guerrero, otros dos en Michoacán y uno en San Luis Potosí.
Y según datos de la Fiscalía de Michoacán, Uruapan se ha mantenido entre los cuatro con mayor tasa de delitos en la entidad.
Pero como excusa y defensa ante el asesinato de Manzo, la presidenta y el secretario de la Defensa han dicho que el edil asesinado tenía designadas por el gobierno federal catorce escoltas.
Peor todavía, porque eso prueba la inutilidad o el peligro de tenerlas.
Es hora de que exijamos mayores y más contundentes acciones contra los narcos, que hoy mandan en la economía y la política de muchos lugares; en los que deciden quién, qué y a cuánto vende, quien gobierna, quien ocupa qué cargo y quien vive y quien muere.
Como bien expresó Raymundo Riva Palacio en su columna de este día 3 en El Informador, Michoacán «es el nuevo símbolo del fracaso de la política del Gobierno, exitosa en la palabrería de los partes policiales diarios que nadie sabe qué tan ciertos son, pero que no reflejan el freno a la violencia, a los asesinatos rampantes, a las masacres y a las guerras entre los cárteles…»
El alcalde Manzo, igual que el líder limonero michoacano Bernardo Bravo asesinado también hace pocos días, fueron tiroteados tras denunciar valientemente los crímenes y extorsiones de los narcos, ambos informaron de que no harían con ellos pactos criminales, revelaron haber recibido amenazas del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y pidieron refuerzos federales, que no llegaron o fueron insuficientes.
Y sus muertes representan la derrota de las autoridades que no han querido o podido combatirlos como debieran.
Decía AMLO, y repite Claudia, que el pueblo bueno y sabio no se equivoca; bueno pues ese pueblo dijo en boca de Manzo que el «Estado había perdido el control del país» y que él había sido intimidado por fuerzas estatales y hostigado por grupos criminales.
Exigió la intervención del Ejército y la Marina para frenar la violencia y pocos días antes de morir declaró «si algo me pasa, quiero que se sepa por qué fue».
Y seguramente muchos sabían, porque el gobernador Alfredo Ramírez Bedolla fue corrido de su entierro con gritos de «¡Asesino!» y «¡Fue tu culpa!».
Ya basta que Claudia siga mintiendo al decir que quienes exigimos acciones queremos que regresen los gobiernos corruptos, como si el suyo y el anterior, no lo fueran en mayor medida.
Y aunque no estoy de acuerdo en la intervención de EEUU en otros países, creo que ha llegado el momento de aceptar la oferta de Christopher Landau, «de profundizar la cooperación en materia de seguridad con México para erradicar el crimen organizado a ambos lados de la frontera».



