Daniel Abreu llega con ‘Perro’ a La Cuarta Pared

La sala La Cuarta Pared, de Madrid, acogió el lunes 16 de diciembre el espectáculo titulado Perro, de Daniel Abreu. dentro de un ciclo de 3 días con títulos diferentes. Como no sabía lo bueno que era ni entiendo apenas de danza (mis opiniones van de «me dice algo» a «no me dice nada»), sólo reservé para el primer día.

Abreu-perro Daniel Abreu llega con 'Perro' a La Cuarta Pared

En principio, nos encontramos ante el escenario vacío, las paredes peladas de la Cuarta Pared. Unas paredes que muestran sus cicatrices, sus tinturas revocos en colores diversos así como las diversas capas de material que las forman desde sus mismas entrañas hasta la superficie desgastada. Esto ya es todo un espectáculo de belleza sobrecogedora para quien tenga oídos y vea. En este orden revuelto y sinestésico se captan las sensaciones que salen de ese fondo cavernario.

Luego aparece una persona que no sabemos si espera a que los murmullos se apaguen o es que ya empezó el espectáculo. Entre los murmullos destaca una voz de cotilla que repite como un disco rallado que «él es muy antipático sí, si, si», y que él es muy antipático sí, si, si, y vuelta a empezar.

Luego me entero de que se titula Perro y efectivamente al que está solo en el escenario se le va poniendo cara de perro. De Goya, de Bacon, cara de perro. Y empieza a moverse, y empieza todo. Sólo una persona y empieza la historia del mejor amigo del hombre, el perro, espontáneo, sin cortarse, pero siempre fiel, a mitad de camino entre la fiera y el manso, la confianza y la rabia, el instinto ciego y el “dame la patita”. Apoyado en algún adminículo destinado a la complicidad, incluso a la risa, sigue más tarde liberado de ellos, se suelta ya por fin, libre de todo, para danzar.

Y después empieza a hablar no sólo el cuerpo sino cada músculo, cada tendón y cada vena, pura expresividad que parece liberarse de las leyes de la física para convertirse en luz, los miembros como haces de luz. Y al cuerpo del hombre le salen pezuñas y se arrastra y confunde, pero más tarde vuela, resopla y bufa hasta el agotamiento. Muy animal profundo, sagrado me atrevería.

Daniel Abreu, que también dirige la obra, ha dicho: La danza, personal y a medio camino, vuelve a ser el lenguaje y el motivo para sentirme un poco más perro.

Nunci de León
Doctor en Filología por la Complutense, me licencié en la Universidad de Oviedo, donde profesores como Alarcos, Clavería, Caso o Cachero me marcaron más de lo que entonces pensé. Inolvidables fueron los que antes tuve en el antiguo Instituto Femenino "Juan del Enzina" de León: siempre que cruzo la Plaza de Santo Martino me vuelven los recuerdos. Pero sobre todos ellos está Angelines Herrero, mi maestra de primaria, que se fijó en mí con devoción. Tengo buen oído para los idiomas y para la música, también para la escritura, de ahí que a veces me guíe más por el sonido que por el significado de las palabras. Mi director de tesis fue Álvaro Porto Dapena, a quien debo el sentido del orden que yo pueda tener al estructurar un texto. Escribir me cuesta y me pone en forma, en tanto que leer a los maestros me incita a afilar mi estilo. Me van los clásicos, los románticos y los barrocos. Y de la Edad Media, hasta la Inquisición.

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