El Ateneo de Málaga ha hecho público un manifiesto para fomentar un debate público sobre la reiniciación democrática en España, proceso que supone el retorno de los fundamentos éticos de la política y de la comunicación, así como la implicación de una ciudadanía formada e informada que exija a los políticos respuestas justas y eficaces a sus problemas.
La elaboración y redacción del manifiesto la ha llevado a cabo, a iniciativa de la Junta Directiva del Ateneo de Málaga, una comisión de intelectuales especialistas en ética política y comunicación constituida por Mª Chantal Pérez Hernández, vicerrectora de Extensión Universitaria y profesora titular del departamento de Filología Inglesa, Francesa y Alemana de la UMA; Juan Antonio García Galindo, catedrático de Periodismo, decano de la Facultad de Ciencias de la Comunicación y vocal de Relaciones Ateneo-UMA; Ángel Valencia Saiz, catedrático de Ciencia Política de la UMA; Guillermo Busutil, periodista y escritor; Manuel Toscano Méndez, profesor titular de Etíca y Filosofía Política de la UMA; Socorro Puy Segura, profesora titular de Teoría e Historia Económica de la UMA y Juan Gaitán, periodista y vocal de Publicaciones del Ateneo.
Señala el manifiesto que:
La crisis económica ha revelado una crisis política que afecta gravemente a la legitimidad de las instituciones y a la credibilidad de los actores públicos. El paulatino proceso de deterioro de la democracia y la traición a los fundamentos éticos de la política han venido a desembocar finalmente en un malestar social que se manifiesta en el divorcio entre la ciudadanía y sus representantes, acrecentado por la sensación de que la corrupción queda impune en no pocos casos.
Estamos ante una crisis de expectativas, de confianza y de legitimidad, arraigada en la falta de ejemplaridad pública, la profesionalización de la política, la escasa democracia interna en los partidos políticos y sus sospechosos métodos de financiación.
Nada daña más el prestigio de las instituciones que la percepción de que son el patrimonio de unos pocos y que se gestionan con criterios partidistas ajenos a los problemas e intereses de los ciudadanos, quienes reclaman honestidad frente a engaño.
Ante todo esto, es clamorosa la necesidad de efectuar un reinicio de la democracia, trabajo colectivo en el que las instituciones, los medios de comunicación y la educación en su más amplio concepto deben comprometerse con propuestas y políticas que favorezcan la renovación democrática.
Frente a la primacía casi exclusiva de la economía en el discurso político, la sociedad española necesita un retorno de la política porque solo desde ella podemos afrontar los problemas, encontrar nuevos consensos y reconstruir nuestro marco de convivencia, reforzando el modelo de Estado democrático y social.
España requiere urgentes y profundas reformas estructurales en el funcionamiento de las administraciones públicas. Es preciso abordar cambios legislativos que aseguren la democratización interna de los partidos; efectuar una reforma de la ley electoral para que sea más equilibrada la proporción entre votos y escaños y suponga, además, una mayor asunción de compromisos por parte de los candidatos; la persecución efectiva de la corrupción; la limitación de los puestos de libre designación y la transparencia en el funcionamiento de las instituciones.
Este proceso de reinicio demanda una auténtica filosofía ilustrada basada en la recuperación de la ética cívica y el debate político, tan degradados ambos. La degeneración de la vida pública se refleja en la falta de veracidad, concreción y altura intelectual de esa constante arenga vacía que repite consignas que terminan por no significar nada, llena de demagogia y de cosmética lingüística. Frente a ello, es imprescindible reivindicar un discurso político que implique un nuevo compromiso con los ciudadanos.
El buen gobierno democrático precisa, también, una ciudadanía bien informada y exigente, capaz de ejercer una vigilancia responsable sobre los cargos públicos y las políticas que desarrollan. La debilidad del periodismo está asociada directamente a la debilidad de la democracia. Por ello el periodismo debe volver a los principios de referencia democrática (información veraz, plural, ética y responsable, así como ejercer de contrapoder y no de instrumento de contaminación política y partidaria), aplicando unos códigos éticos vinculantes que comprometan a los medios y a los profesionales.
Estas virtudes cívicas son impensables sin tener en cuenta la vital importancia de la educación, cuyo sentido no puede reducirse, como algunos pretenden con la desactivación de las humanidades y de las ciencias sociales, solamente a la adquisición de destrezas profesionales al servicio de las necesidades cambiantes de los mercados, sino a la formación integral de ciudadanos conscientes, libres y críticos.
Es por ello por lo que el Ateneo de Málaga, en este año electoral, hace un llamamiento al compromiso de todos en esta tarea común de renovación de la vida democrática.