Por la prematura muerte de su única hija Lisa Marie, fallecida a los 54 años, Elvis Presley volvió a las primeras planas de los diarios.
Cuando Lisa nació, la noticia fue internacional y lo fueron también sus matrimonios, su involucramiento en la Fundación Caritativa Elvis Presley, patrocinadora de programas contra la pobreza y apoyo a víctimas de desastres naturales, y el suicidio a los veintisiete años, de Benjamín uno de sus cuatro hijos.
Guardiana del legado de su padre y cantante ella misma, había estado dos días antes de morir acompañando a su madre Priscilla en la entrega de los Globos de Oro, donde Austin Butler obtuvo el premio al Mejor Actor por su interpretación del rey del rock en «Elvis».
Precisamente con ocasión de esta película, el pasado 16 de julio la periodista Catalina Araya del diario chileno La Tercera, preguntó a un grupo de expertos ¿Por qué, a 45 años de su muerte, Elvis Presley nos importa?
Y me parece interesante resumir lo que dijeron, porque refleja lo que creo muchos pensamos.
Es inolvidable por su voz impecable y autenticidad y su rol pionero en lo que hoy entendemos, como cultura pop.
Para algunos no fue el mejor, pero sí el que abrió las fronteras de los blues que cantaban los afronorteamericanos, para convertir el rock en algo masivo.
Su movimiento de caderas y nueva forma de cantar, su pose y desparpajo, crearon en los años sesenta «una revolución contracultural».
Los adultos, mis padres entre otros, lo veían como alguien que atentaba contra las buenas costumbres.
Pero cuando organizaciones conservadoras como la Asociación de Padres y Apoderados de Estados Unidos, apoyadas por el mismo gobierno, quisieron obstaculizarlo, lo hicieron más fuerte porque los jóvenes gringos de la posguerra no querían ser aplacados ni en sus gustos musicales ni en temas como la guerra en Vietnam y la lucha por los derechos de los afronorteamericanos.
Y su estrella tampoco se eclipsó cuando en 1958, en lo más alto de su carrera, la suspendió para cumplir dos años con el servicio militar; al contrario, pasó de ídolo juvenil a héroe nacional y al regresar su fama fue aún mayor.
Su música apelaba a todo el mundo, ya fuera con alegría o con baladas muy tristes que llegaban profundamente y sigue siendo el punto de partida de todo eso que seguimos hablando hasta el día de hoy: el rock.
«Con él parte la sensualidad, incluso más allá de la música»
Su talento unido a una voz increíble y esa forma de moverse como entonces nadie lo hacía, influyó para que la industria musical entendiera que había que cantar, pero también había que mostrar y millones quisieron ser Elvis, porque abrió el mapa cultural para un segmento que no estaba considerado: la gente joven.
Lideró a la juventud y le dio una visibilidad que antes no tenía… un elemento erótico y sexual que hasta ese momento no había.
Para los expertos consultados por la Tercera, Elvis fue la máxima estrella de la música popular y definitivo para establecer los rasgos de ese tipo de artistas; de ahí vienen los Beatles, Michael Jackson, Madonna y todos los grandes solistas.
Todos de alguna manera se parecen a Elvis, dijo el doctor en Historia César Albornoz, autor del libro El origen del rock chileno, quien advierte que lo que instaló a Elvis en la cultura popular masiva, fue la relevancia de lo audiovisual dentro de lo musical porque evidenció, que la música no solamente es experimentada desde el oído, sino desde la imagen en movimiento: «Fue el Elvis visualizado al que en sus primeras presentaciones televisivas censuraban, el que sedujo quizás más que el Elvis escuchado».
Agregó que cuando aparece filmado, de alguna forma fusiona íconos del cine de entonces, como Marlon Brando y James Dean; «salvajes con una semilla de maldad, eran entonces un producto potente y muy seductor para muchos jóvenes latinoamericanos».
Recuerda que, en las fiestas juveniles de fines de los años cincuenta, la diversión por excelencia era poner uno de sus discos para imitarlo.
Y que hasta la misma dicográfica RCA Víctor empezó a hacer concursos para descubrir entre jóvenes de quince, dieciséis y diecisiete años, los que interpretaran mejor a Elvis.
Pero toda esa influencia, parece haber terminado con las actuales generaciones porque no está claro que Elvis impacte a la juventud actual, como sucedió con la nuestra.
Sin embargo, «si se hiciera una lectura de la contemporaneidad a través de la música, Elvis sería un ícono».