La historia del poema ‘Los jugadores de ajedrez’ de Fernando Pessoa. Ajedrez y Poesía

El poema de Fernando Pessoa (1888-1935), ‘Los jugadores de ajedrez’, recrea cómo el juego puede provocar la pérdida ya no sólo de un reino, incluso de la propia vida. Siempre he defendido la teoría que hace referencia a un hecho histórico sucedido en Persia en el 813 y que existe una vinculación indirecta, pero clara, con su contenido.

El texto se publicó en 1916 en las Odas de Ricardo Reis y ahora que se celebró el 21 de marzo el Día Internacional de la Poesía, bueno es recordar su inicio: «Oí contar que otrora, en Persia / hubo no sé qué guerra, /en tanto la invasión ardía en la ciudad / y las hembras gritaban, / dos jugadores de ajedrez jugaban /su incesante partida».

En este sentido, consultadas diferentes fuentes, especialmente árabes y persas, esta es la historia, que mezcla poder y ajedrez, acompañadas de referencias explícitas del poema, que contiene más términos propios de la figuración y recreación poética, por parte del poeta portugués, que de hechos concretos.

1346px-Chess_Set_MET_DP170393 La historia del poema ‘Los jugadores de ajedrez’ de Fernando Pessoa. Ajedrez y Poesía
Piezas de ajedrez del Califato abásida en el Museo de Nueva York.

El califa Al-Mamún (786-833) consiguió el poder asaltando Bagdad mientras su medio hermano Muhammad Ibn Harun Al Amin (787-813), (tenían madres diferentes, la del primero era una concubina persa, la segunda era una noble abasí, primera esposa del padre común) jugaba al ajedrez con su amante Kauthar, siendo apresado y ejecutado. Se convirtió en el primer califa abasí en ser asesinado.

Pero todo tiene su inicio, empezando por el propio juego. ″Oí contar…” así se inicia el poema con una referencia o relato oral, como si fuera un cuento o leyenda, ″oí contar”, no es una referencia a un libro o testimonio que leyera el poeta. Se añade ″otrora en Persia”, (también se puede encontrar de la traducción del portugués, ″cuando Persia…”), es decir, en un tiempo indeterminado del pasado, en Persia, que entonces estaba regida por el Califato abasí o abásida (duró del 750-1258) y donde los árabes expandían la naciente religión islámica.

El poema no especifica en ningún momento dato alguno de la época o ciudad concreta, ni sobre ambos ajedrecistas, tan solo cita siempre ″dos jugadores de ajedrez” y la conquista a sangre y fuego de una ciudad, ″la invasión ardía en la ciudad/” mencionando ″traspasados de lanzas” y ″guerreros” como elementos bélicos de la época.

El sexto califa del califato abásida, Al-Amin, recibió el poder con 22 años y conviene citar su relación con el ajedrez ya que era conocido por su destreza en el juego. ″Pasaba su tiempo libre frente al tablero y reunía a los jugadores más hábiles en su palacio, hasta el punto de perderse en la partida mientras pensaba en ganar” cuentan las crónicas.

Es más, ″consideraba que las horas más hermosas de su vida eran las que pasaba simulando batallas de ajedrez y jugando”. El poeta escribe: ″Lo que llevamos de esta vida inútil/ tanto vale si es/ la gloria, la fama, el amor, la ciencia, la vida/ como si fuese solo/ el recuerdo de un juego bien jugado/ y una partida ganada a un jugador mejor.”/

Al Amin era ″un feroz amante de la vida” y se señalaba que bebía ″todo el vino que pudiera”. Es importante esta referencia, ya que en el poema se cita al final de la segunda estrofa: ″un jarro con vino refrescaba su sobria sed”, hecho que se repite casi al final de la larga composición, ″../con un jarro de vino al lado/”.

Este detalle es importante y revelador, tanto Al Amin como Al Mamún bebían, algo prohibido, ‘haram’ para el naciente Islam y que motivó las críticas tanto de sus contemporáneos como de los posteriores cronistas árabes sobre ambos califas.

Al Amin también fue definido como ″un mal administrador. Era muy extravagante, de voluntad débil, imprudente e inepto” pero también lo consideraban ″ingenioso, dulce y generoso”.

Apenas dos años después de la muerte de su padre, Harun Al Rachid (766-809), sus dos hijos se enzarzaron en una guerra civil de catastróficos resultados, conocida como guerra civil abásida o Cuarta Fitna (guerra civil en el Islam), en el poema se cita como ″/hubo no sé qué guerra/”.

Harun Al Rachid había hecho públicos años antes, en el 802, los términos en que habría de producirse la sucesión: Al Amin debía convertirse en califa, con el apoyo del ejército estacionado en Bagdad; su segundo hijo, Al Mamún, recibiría la provincia de Jorasán, y aun cuando debía de prestarle fidelidad a su hermano, su gobierno era independiente en la práctica.

Las conversaciones entre ambos se iniciaron con negociaciones pacíficas, pero estas no dieron ningún resultado. Al-Mamún decidió prepararse para la guerra.

Hubo dos batallas perdidas por Al Amin, la primera en Ray (muy cerca de la actual Teherán) cuando Ali Ibn Isa ibn Mahan (779-811) que llevaba cadenas de plata para detener a Al Mamún, lideraba un ejército de 40.000 hombres que fue derrotado y muerto, por el general Tahir ibn al-Husain, con apenas cinco mil hombres bajo su mando.

El segundo enfrentamiento tuvo lugar cerca de la actual ciudad iraní de Hamadán donde fue derrotado otro ejército de 20.000 hombres de Al Amin.

El ejército de Tahir ibn al-Husain siguió avanzando, junto con las fuerzas de otro general, Harthama Ibn A’yan, y tras tomar Basora y Kufa y librar feroces batallas, llegó a las afueras de Bagdad siendo cercadas sus murallas desde agosto del 812.

Bagdad fue asediada durante un año siendo conocido esa etapa como ″los días del asedio de Tahir ibn al-Husain e Ibn A’yan en Bagdad”, en referencia a los comandantes de Al Mamún que conquistaron la ciudad, el primero desde el oeste y el segundo desde el este. «Caigan ciudades, sufran pueblos….» expresa el poema.

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Grabado de la época del califato abasí de asalto a una ciudad.

A pesar de la hambruna existente, los más humildes de Bagdad defendieron la ciudad que fue bombardeada con catapultas sufriendo graves daños, sus murallas se derrumbaron (″los muros caídos” cita el poema) y quedó en ruinas y devastada. El caos reinó y el hambre se extendía hasta que Al-Amin se vio obligado a vender lo que tenía en sus arcas para apoyar a sus soldados y seguidores.

En uno de los ataques, su amante, un muchacho llamado Kauthar (era reconocida la homosexualidad del califa) salió “a observar la guerra” y fue alcanzado por una flecha que lo hirió. Se acercó a Al-Amin llorando de dolor y el califa no pudo contenerse, comenzando a limpiarle la sangre, diciendo:

“Golpearon a la niña de mis ojos / Y por mi causa lo hirieron. / Que Dios guarde mi corazón / De quienes lo quemaron”. En otro texto el califa dice de Kauthar: ″La luna llena describió tu rostro tan hermoso/ que creí verlo pero no lo vi”.

De hecho, la madre del califa Al-Amin, Zubaidah bint Ja’afar (765-831), había intentado previamente que las mujeres ganaran el cariño de su hijo. Así, vistió a hermosas esclavas con ropas de niños y les ordenó que se cortaran el cabello como un hombre, y las llamó “las niñas” para atraer a su hijo, considerado como un ghalmiyyat.

Pero Al-Amin, estaba locamente enamorado de Kauthar, a pesar de tener mujer y dos hijos (Musa y Abdallah) pero desde que los tuvo no se acostaba con mujeres.

Posteriormente, la capital del califato comenzó a derrumbarse, el ataque final y decisivo fue en septiembre del 813, cuando los ejércitos de Al-Mamún sitiaban su palacio de Bagdad, En el poema hay una referencia al lugar: ″A la sombra de amplio árbol…”, luego escribe también ″bajo la sombra tranquila del arbolado”. Es conocida la presencia de árboles y vegetación en los patios de palacio, añadiendo luego Pessoa: ″/Pero en donde estaban, cerca de la ciudad y lejos de su ruido/”.

Entonces, un mensajero acudió a advertirle del inminente peligro que lo amenazaba. El heraldo estaba sobrecogido por el horror de aquella guerra, que Pessoa describe: ″ardían casas, saqueadas eran/ las arcas y las paredes,/ violadas, las mujeres eran puestas/ contra los muros caídos,/ traspasados de lanzas, los niños/ eran sangre en las calles…/”

Pero el asombro le ahogó al ver al califa absorto en sus pensamientos frente a un tablero de ajedrez. En el primer párrafo del poema: ″/…dos jugadores de ajedrez jugaban / su incesante partida/” para recalcar en el tercero, ″/..jugaban la partida de ajedrez/”. Así, gritó: «¡Oh, Comandante de los Creyentes! Te ruego que te des prisa. No es el momento de jugar».

Esta referencia se puede considerar en la estrofa: ″Aunque en los mensajes del yermo viento/ les viniesen los gritos,/ y, al reflexionar, supiesen con acierto/ que de seguro las mujeres/ y las tiernas hijas violadas eran/ en esa distancia próxima/ aunque, en el momento en que lo pensaban,/ una sombra ligera/ les pasase por la frente distraída y vaga,/..”

Pero el califa Al-Amin estaba abstraído en los problemas que ofrece el ajedrez como se señala en la quinta estrofa:”Cuando el rey de marfil está en peligro/ ¿qué importa la carne y el hueso/ de las hermanas y de las madres y de los niños?/ Cuando la torre no cubre/ la retirada de la reina blanca/ el saqueo poco importa./ Y cuando la mano confiada pone en jaque/ al rey del adversario,/ poco pesa en el alma que allá lejos/ estén muriendo hijos.”/

Unas explicaciones: el detalle de las piezas de marfil, material ya usado en aquella época y refleja que quienes jugaban eran personas nobles y adineradas, lo que hace más que plausible la historia de Al Amin. También la expresión ″jaque” que, recordemos, viene de Persia precisamente. ″Shah mat”, jaque mate, el rey está muerto. Sin embargo, el concepto de ″reina” es más reciente, en aquella época, el ajedrez no tenía las reglas actuales y su figura correspondía al visir o alferza. No obstante, Pessoa usa el término reina (rainha), sin duda, una licencia por su parte, ajena a este período histórico.

La historia cuenta que Al Amin respondió, sin apartar la vista del tablero: «Paciencia, paciencia, porque espero ganar en unas pocas jugadas». En el poema, ″…pronto sus ojos tranquilos/ volvían su atenta confianza/ al tablero viejo”./

Otra versión añade aún más dramatismo a la situación. Posteriormente, algunos de los soldados que le protegían le insistieron que escapara rápidamente, pero les contestó que esperaran hasta que terminara la partida de ajedrez que estaba jugando, ya que confiaba en ganar a Kauthar. ″…atentos sólo a la inútil faena/ del juego del ajedrez/ aunque el juego sea solo un sueño…”/

A pesar de las advertencias, su destino estaba fijado, con el de su amante, Kauthar, del que llegó a decir: ″Kauthar es mi religión, mi mundo, mi enfermedad y mi médico. La persona más indefensa de los seres humanos es aquel que insiste en vivir enamorada de su amado.”

El general Tahir ibn al-Husain, conocido como ‘el ambidiestro’, y también por ‘el tuerto’, ordenó que lo decapitaran y se mutilara su cuerpo, el mismo destino que corrió su amante, Kauthar, con quien jugaba su postrera partida de ajedrez que, al parecer, había finalmente ganado.

″Aunque si, de repente, sobre el muro/ surge la sañuda faz/ de un guerrero invasor, y pronto deba de/ caer allí ensangrentado/ el jugador solemne de ajedrez/ el momento antes de ese/ está aún entregado al juego predilecto de los grandes indiferentes/” escribió Pessoa.

Como varias estrofas después sentencia el poeta: ″La partida de ajedrez prende el alma toda,/ aunque perdida, poco pesa pues no es nada”.

Así, Al-Amin y Kauthar vivieron la vida mundana con sus placeres, sus disfrutes, y así fue también su trágico destino compartido. Ese detalle de la existencia terrenal y sus deleites lo escenifica también el poema: ″aprendamos en la historia/ de los tranquilos jugadores de ajedrez/ cómo pasar la vida/. Todo lo que es serio poco nos importe,/ lo grave, pese poco../

Pero ahora siguiendo con la historia real, Al Mamún no entró en Bagdad hasta cinco años después, en el 818, ya que tuvo su sede en Merv, cerca de la ciudad de Mary, en la actual Turkmenistán.

Y es que la toma de la capital, no trajo el final de la guerra civil, que se alargó hasta el 819 por la decisión del califa de nombrar como heredero a Ali ibn Musa (765-818) conocido como Al-Rida (‘el elegido’).

Al final, y por razones algo oscuras, el propio califa, tras deshacerse de los elementos persas que hasta entonces conformaban su círculo político, decidió regresar a Bagdad. Al-Rida fue ‘convenientemente’ envenenado (es considerado mártir por los chiíes duodecimanos o imamí) y su autoridad central sobre el Califato totalmente restituida.

Ajedrez y califas en Bagdad

Pero ya fuera del poema y lo que recrea, bueno es recordar la historia del ajedrez en esa etapa previa del padre de ambos, el califa Harun Al Rachid. La ciudad de Bagdad, convertida en capital de la dinastía, en detrimento de Damasco, se convirtió en uno de los principales centros de la civilización durante el califato, incluido el desarrollo del ajedrez desde el 750 al 950.

″Es el juego más honorable reflexivo e inteligente” señaló refiriéndose al ajedrez el intelectual árabe Al Jahiz (776-868) que vivió en Basora y fue contemporáneo de doce califas abasíes. El ajedrez era algo usual entre los califas y familias destacadas de la corte, además de lingüistas, poetas y doctores.

Del califa Al Rachid conocido por la obra literaria de ‘Las mil y una noches’, sin embargo, se cuenta la siguiente anécdota de cómo descubrió el juego: preguntó a un miembro de su Palacio que estaba echando una partida, qué era eso del ajedrez, este le contestó: «y qué es la vida».

De hecho, en ‘Las mil y una noches’ aparece el ajedrez con escenas en las que jóvenes muchachas juegan a la luz de la luna y hay un relato, el 461 de los 1001, en que aparece explícitamente una partida de ajedrez.

También un día le preguntó al entonces joven médico cristiano Yuhanna ibn Masawaih (777-857) su opinión sobre el juego, y le respondió: “Oh Comandante de los Fieles, ¿Dónde hay conocimiento placentero o un gran placer si no es en el ajedrez? ¿No sabías que los sabios del pasado solían llamarlo Collar del Juicio?”

Al final se aficionó tanto al juego hasta el punto de enviar un regalo de un lujoso tablero de ajedrez bellamente elaborado a Carlomagno (742-814) y ​​​​lo transmitió a sus dos hijos, Al Mamún y Al Amin.

Uno de sus sirvientes en Bagdad fue el cantor persa Ziryab (789-857), una versión señala que tras morir el califa Al Amin marchó de la capital del califato, y tras pasar por Siria y Túnez, recaló en Córdoba en el 822, siendo el que propagó el juego en Al Andalus, en la península ibérica.

Ya como califa, Al Mamún se consideraba un limitado jugador y sentenciaba: “es extraño que domine el mundo desde el este hasta Al Andalus en el oeste, pero no pueda con 32 piezas del tablero”. También señaló que el ajedrez “era más que un juego” y que jugar era “un excelente entrenamiento para la mente”.

John_the_Grammarian_as_ambassador_before_Theophilos_and_Mamun La historia del poema ‘Los jugadores de ajedrez’ de Fernando Pessoa. Ajedrez y Poesía
Grabado medieval donde se muestra en la esquina izquierda, sentado, al califa Al Mamún en el 830, recibiendo a una corte occidental con Juan VII de Constantinopla.

Durante su reinado conviene recordar a una de las principales qiyan (se puede traducir por cantoras o animadoras de fiestas), mujeres esclavas, no libres, con exquisita educación que estaban en Palacio. Se trata de Arib Al Ma’muniyya (797-890) conocida como ″la más famosa esclava cantora residente en la corte de Bagdad” de quien se destacaba, entre sus muchas habilidades, que sabía jugar al ajedrez.

Algunas fuentes apuntan que Arib era hija del influyente visir Jaafar al Barmaki (767-803) al que había ejecutado Harun Al Rachid, siendo secuestrada y vendida de niña como esclava.

Su fama se extendió rápidamente. Era experta en componer poesía y canciones, poseía una garganta de oro y era una avezada en tocar numerosos instrumentos musicales, el más destacado, el laúd.

La noticia de su existencia llegó a oídos del califa Al-Amin, quien ordenó su compra inmediata. Cuando Al-Amin fue asesinado en 813, Arib regresó con su amo barmáquida (familias al servicio de los califas) pero su estancia con ellos no duró mucho.

Al-Mamún pronto la compró, gastando mucho dinero, cien mil dinares, convirtiéndose en su favorita. Su canto, poesía y destreza en el ajedrez eran los motivos por lo que fue la concubina preferida del califa. Desde entonces, Arib no abandonó los palacios de los califas, llegando a conocer a cinco.

Fue en el año 819, el que inició el concepto de Gran Maestro de ajedrez. Incluía la clasificación de jugadores en cinco categorías empezando por la de Gran Maestro, llamado Alijat, o sea los mejores. La segunda categoría eran los mutaqaribat seguidos por los de tercera, cuarta y quinta categoría que no tenían denominación especial. En esa época, año 818-819, nombró a cuatro Alijat: Jabir al Khufi, Rabrab, Abu Naam Al Adh y Abdalghaffar al Ansari.

También entre los poemas cantados por el califa Al-Mamún, se encuentra el que describe el tablero de ajedrez y las piezas:

″Terreno del tablero rojo del Edén… entre más de dos mil calificados de generosos
Hablaron de la guerra y crearon una simulación al respecto… sin buscar derramar sangre en ello.
Esto cambia y aquello cambia… Esto cambia, y el ojo de la guerra no ha dormido
Mira los caballos galopando hacia la batalla… en dos ejércitos, sin tambor y sin bandera.”

En esta etapa, los torneos de ajedrez se celebraban bajo el patrocinio de los califas, y en particular, durante el reinado de Al-Mamún, hubo ajedrecistas que vivían del juego, algunos sirvieron a los siguientes califas y llegaron a nuestros días como Al-Adli (800-870), Al-Razi (825-900) y Al-Lajlaj (900-970), quienes contribuyeron significativamente al legado cultural árabe en este arte. Aunque el ajedrecista árabe más famoso es Abu Bakr Muhammad Al-Suli (880-946), quien vivió y falleció en la actual ciudad iraquí de Basora.

Nada mejor que terminar con el final del poema de Pessoa: ″…imitemos a los persas de esta historia/ y, mientras allá fuera,/ o cerca o lejos, la guerra y la patria y la vida/ nos llaman, dejemos/ que en vano nos llamen, cada uno de nosotros/ bajo las sombras amigas/ soñando, él los compañeros y el ajedrez/ su indiferencia”./

Jesús Cabaleiro Larrán
Periodista. Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Autónoma de Barcelona, rama Periodismo con cursos de doctorado, estudios sobre Marruecos contemporáneo y el Sáhara Occidental. Más de 35 años de periodismo, la mayoría en prensa escrita, ha trabajado a ambas orillas del Estrecho de Gibraltar, casi 13 años en el extinto diario El Faro Información, en Algeciras, donde empezó de redactor y del que fue su último director y en Tánger dos años en un diario digital. Además ha participado en la mayoría de los Congresos de Periodistas del Estrecho desde el inicial en 1993 hasta 2019. Titulado en ajedrez por la UAH y UNED. Amante de Portugal. Ha publicado un libro, ‘Artículos periodísticos. Apuntes para la historia de la prensa de Algeciras’.

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