El Partido de los Socialistas de Cataluña (PSC) necesita volver a sus principios y reencontrarse con la ciudadanía
Aspirante a la candidatura del PSC a la alcaldía de Barcelona, Manel Fernández se muestra crítico con la actual política de su partido, aboga por celebrar un referéndum que permita demostrar que la mayoría de la sociedad catalana no está a favor de la independencia y propone medidas para garantizar a los barceloneses el acceso a derechos básicos como el trabajo o la vivienda, en una entrevista con Bernardo Valadés.
Como muchas otras familias, la de Manel Fernández (Arenas del Rey, Granada, 1954) emigró a Cataluña en la década de los años sesenta en busca de trabajo y prosperidad. Desde entonces, Fernández ha desarrollado en Barcelona su trayectoria académica, profesional y político-sindical, esta última caracterizada por su implicación tanto en la defensa de los derechos laborales y sociales como en la lucha contra la corrupción, una conducta represaliada en varias ocasiones.
En 2010, tras su paso por distintas formaciones políticas progresistas, ingresó en el Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC), en el que forma parte de su Comisión Sectorial de Salud. Ahora, Manel Fernández ha decidido implicarse aún más en la actividad del partido y anuncia su deseo de representarlo en el ámbito municipal con el objetivo de acercarlo a sus destinatarios: la clase obrera y los colectivos más desfavorecidos.
Bernardo Valadés: ¿Por qué ha decidido presentarse a las primarias del PSC, a celebrar en abril o mayo de 2014, de las que saldrá el candidato del partido a la alcaldía de la ciudad?
Manel Fernández: Creo que al PSC, y de manera especial, a través de sus militantes barceloneses, le corresponde liderar el proceso progresista y social de integración de los catalanes independentistas y unionistas, así como el de la recuperación de la grave crisis en la que nos encontramos, de forma civilizada y atendiendo a las personas en lugar de a los intereses de lobbies y poderosos.
Pero, en la actualidad, el PSC se encuentra sumido en una completa desorientación, ya que, por una parte, se ha alejado de lo que son sus principios fundacionales –por ejemplo, la honestidad–, como hemos visto con la reiterada aparición de casos de corrupción interna, y por otra, de los destinatarios de su mensaje, que deberían ser los trabajadores y las clases más desfavorecidas. El resultado: un gran rechazo de la ciudadanía en las urnas.
Bajo mi punto de vista, el PSC necesita llevar a cabo una auténtica catarsis, y un proceso de regeneración interna, para volver a sus principios y llegar a sus simpatizantes. Una renovación que no han de protagonizar quienes están encadenados y forman parte del engranaje del aparato dirigente, sino militantes de nuevo cuño que no tengan ningún compromiso ni atadura con la actual dirección.
Por todo ello, porque me identifico entre esos nuevos militantes, porque creo que la regeneración puede y debe desarrollarse desde Barcelona y porque estoy convencido de que dispongo de la experiencia y de la entereza ética y moral para liderar dicho proyecto, demostrada a lo largo de mi trayectoria de compromiso político y sindical, he decidido dar el paso y manifestar mi deseo de participar en el proceso.
BV: Las primarias, abiertas a todos los ciudadanos, han sido bien recibidas y en los medios de comunicación hay quien opina que representan un soplo de aire fresco, una solución necesaria para evitar que el PSC acabe como el PSUC. ¿Está de acuerdo con esta comparación?
MF: Las primarias, como proceso de selección de los candidatos frente a la designación directa de los mismos por la cúpula directiva, se contemplan desde el congreso del partido, celebrado en 2011, a partir de las reclamaciones de los movimientos civiles de indignados y la necesidad de una mayor apertura y democratización de las formaciones políticas.
Actualmente, el PSC se debate entre aquellos que creemos sinceramente en dicho método, como un elemento imprescindible y necesario de democratización interna, y quienes pretenden utilizarlo como mera cuestión de maquillaje con el fin de transmitir una apariencia de apertura, que no será tal porque permanecerán encerrados en la sede de la calle Nicaragua, alejados de la realidad de las demandas cívico-sociales.
La dirección del PSC tiene una buena papeleta sobre la mesa, ya que, si apuesta por un proceso real de apertura a través de las primarias, deberá realizar importantes esfuerzos contra el aparato del partido, que ofrecerá toda su resistencia a un proceso que puede llevárselo por delante.
Al respecto, en las próximas semanas, cuando conozcamos el reglamento del proceso de primarias, veremos hasta donde llega el liderazgo y la capacidad de la dirección del partido para llevar adelante dicha apertura.
En este sentido, he comunicado a la cúpula del PSC mi convencimiento de que en un proceso real y auténtico de primarias debe garantizarse el acceso a la condición de candidato de cualquier militante, lo cual supone reducir los filtros de accesibilidad a la mínima expresión, así como la igualdad de todos los aspirantes; para ello, debe existir una completa inhibición de posicionamientos por parte de la dirección del partido con respecto a aquéllos y, evidentemente, la misma debe abstenerse de formular cualquier propuesta a la candidatura.
Respecto a la comparación a la que hace referencia, pienso que la pérdida de confianza de los ciudadanos que dilapidó al PSUC es similar a la que está afectando al PSC, si bien hay que considerar otras cuestiones.
Como elemento común, conviene señalar el anclaje de ambos partidos a sus tradicionales métodos de hacer política, superados por la evolución de las necesidades y demandas de la sociedad, y como diferenciales se ha de tener en cuenta que el PSUC fue una formación para los tiempos de la clandestinidad, y el acceso a la democracia, que no supo adaptarse a su pleno desarrollo, al contrario que el PSC. A pesar de ello, éste ha quedado inmerso en una gran desorientación al no superar conflictos internos importantes, como la identidad de Cataluña y su vinculación con el PSOE, y al no evitar que la corrupción hiciera mella entre sus cuadros dirigentes.
BV: Según una reciente encuesta publicada por La Vanguardia, CiU, PSC y PP van camino de perder votantes en las próximas elecciones municipales. En el caso del PSC, protagonizaría la mayor caída, pasando de los once concejales actuales a seis. ¿Le merece credibilidad el sondeo? ¿Tan mal lo están haciendo los socialistas en Barcelona?
MF: La realidad nos demuestra que los sondeos no dejan de ser meros apuntes sobre lo que puede pasar, pero que no ofrecen fiabilidad alguna. Los resultados de las encuestas dependen de quienes las realizan, de la rigurosidad de los métodos utilizados y de cómo se presentan, y es evidente que, en muchas ocasiones, la población se abstiene o no expresa lo que realmente siente y a qué partido acabará votando.
No obstante, es cierto que la brecha entre la ciudadanía barcelonesa y catalana y el PSC es cada vez mayor, así como patente la desconfianza entre los ciudadanos respecto a nuestro partido.
Los fenómenos sociológicos, como la distribución de la opinión ciudadana ante una confrontación electoral, obedecen a muchos factores. En el caso del PSC, en la pérdida de la confianza ciudadana habrá que analizar tanto lo bien que lo están haciendo otras fuerzas por captar dicha confianza como lo mal que lo estamos haciendo nosotros.
Es muy fácil caer en la cómoda tentación de echarle la culpa a los factores externos y negarnos a reconocer nuestros errores, una tendencia que hemos de cambiar.
BV: ¿Qué debe hacer, pues, el PSC para ganarse la confianza de los barceloneses? ¿Se puede revertir la situación en un año y medio?
MF: En nuestra mano está remediar aquello que hacemos mal y, en este sentido, debemos realizar un importante ejercicio de autocrítica, depurar en el seno interno del partido cualquier atisbo de corrupción y ser sensibles con los problemas reales de los barceloneses. Para ello, es preciso un importante esfuerzo con el objetivo de construir una propuesta global y social para la ciudadanía barcelonesa y explicarla y transmitirla a sus destinatarios, algo que, en la actualidad, no se está haciendo.
Evidentemente, se puede y debe revertir la situación, y estamos en ello. La dirección del PSC ha de liderar un proceso de regeneración interna, con cambios de mentalidad, de personas y de ideas, que permita generar un nuevo clima de confianza hacia nosotros. Este es el principal reto que tiene el partido y no dudo en que será capaz de afrontarlo y resolverlo.
BV: ¿Y qué opina del papel que está desempeñando Pere Navarro como líder de los socialistas catalanes? ¿Cómo influye su gestión en los votantes de Barcelona?
MF: Creo que Pere Navarro es una persona honesta y con muy buenos propósitos, pero la realidad es que no ha conseguido hasta ahora superar el reto al que nos referimos, y a las pruebas me remito.
Los casos de corrupción interna lo han superado, pues hasta ahora se ha dedicado a amparar las acusaciones de corrupción que aparecían en los medios, referidos al partido –por ejemplo, los casos Bustos, Zaragoza o Daniel Fernández–, para después tener que admitirlos, forzado por la realidad de las resoluciones judiciales.
Lo mismo se puede decir del debate identitario. En lugar de centrar la acción del PSC en la lucha contra los problemas reales de los catalanes, como el paro, la vivienda o la seguridad, Navarro se ha inmiscuido en dicha discusión, que no es la del partido, de forma poco clara y desorientada: unas veces impulsando el derecho a decidir y otras inhibiéndose del mismo, en ocasiones apostando por él y otras por la federación de estados españoles.
Es evidente que su influencia en los votantes de Barcelona no ha sido fructífera, habida cuenta de que la confianza ciudadana en el PSC ha disminuido notablemente desde su acceso a la primera secretaría, como lo demuestran los resultados electorales obtenidos recientemente y las encuestas de opinión.
BV: Puestos a subir peldaños, ¿cómo valora la política de Alfredo Pérez Rubalcaba en relación a Cataluña?
MF: Creo que Rubalcaba no tiene claro cuál debe ser dicha política y que está tratando de contemporizar la del PSOE con respecto a la del PSC y, bajo mi punto de vista, en esto se está equivocando. Hoy por hoy, es preciso definir claramente cuál es la relación entre ambos partidos. Si se trata de dos formaciones completamente independientes, el PSOE, de aspiración netamente unionista, debería definir claramente su posición y, si la misma es radicalmente opuesta de la del PSC, valorar si le conviene tener como socio a este partido o crear un brazo federal en Cataluña. Por el contrario, si nos referimos a partidos vinculados estatutariamente, debería intentar consensuar una política clara para Cataluña con el PSC, pero siempre y cuando éste dejase clara su posición unionista.
BV: ¿Cree necesarias sendas renovaciones en las cúpulas de PSC y PSOE? En el caso del segundo, ¿Carme Chacón propiciaría una relación más fluida y productiva entre Madrid y Barcelona?
MF: Lo he apuntado anteriormente: es prioritario y urgente clarificar la relación entre PSC y PSOE, así como propiciar regeneraciones en ambas formaciones, bajo pena y riesgo de pasar a la historia como unos partidos decimonónicos que no supieron liderar ni adaptarse a los cambios de las nuevas sociedades del conocimiento, la democracia o las tecnologías.
Por lo que respecta a Carme Chacón, es un valor activo del partido muy importante, pero le falta maduración y liderazgo. Ha jugado un papel destacado, con bastante acierto, en las relaciones entre Madrid y Barcelona, pero también ha cometido serios y graves errores. Por ejemplo, no es lógico que, como ministra de Vivienda, abanderase la agilización de los desahucios, olvidando el drama humano que podía provocar, como así ha sido.
También considero que es completamente incongruente con los postulados de su partido, el PSC, que rompiera la disciplina de voto en las resoluciones del Congreso sobre las propuestas soberanistas.
Por último, creo que si se siente con capacidad para liderar el proceso de nuevas relaciones entre ambos partidos, no tiene mucho sentido su actual traslado como profesora a EEUU, pues en estos momentos es aquí donde se la necesita.
MF: Volviendo al ámbito municipal, el pasado mes de octubre, la sede de distrito del PSC en Les Corts fue asaltada por personas que gritaban consignas independentistas. ¿Se trata de un hecho puntual? ¿Es complicado realizar una vida normal en Barcelona si no se milita en el bando de quienes reclaman que Cataluña sea un estado soberano?
BV: No, no se trata de algo puntual, sino de un hecho que va cobrando cotidianeidad. Los ataques vienen produciéndose en las sedes de todos los partidos desde hace tiempo, como muestra del importante descontento de los ciudadanos respecto a los políticos, pero últimamente están aumentando significativamente los asaltos a las sedes de las formaciones que no respaldan el proceso soberanista, como el PSC, el Partido Popular o Ciutadans.
Artur Mas se esfuerza en explicar la normalidad, el civismo o el carácter pacífico de dicho proceso, pero lo cierto es que lo que se está constatando con, entre otros elementos, el ataque a las sedes de los partidos unionistas, es que el nacionalismo no puede sobrevivir ni prosperar sin el fenómeno de la crispación ni de la violencia, como se ha demostrado reiteradamente a lo largo de la historia.
Por lo tanto, cada vez es más complicada la convivencia en Cataluña, especialmente en los municipios pequeños y en aquellos de fuerte implantación nacionalista, donde la fractura social ya es un hecho y hasta los capellanes se ponen al frente de las movilizaciones.
MF: Para dar por zanjada la actual situación que se vive en Cataluña, con una parte de la población abogando por la independencia y otra defendiendo todo lo contrario, ¿es necesaria la celebración de un referéndum? ¿Está a favor de una consulta?
BV: Sí, estoy de acuerdo, creo que es la única forma de salir del impasse en el que nos encontramos. Además, nadie que se considere demócrata puede negar que el acceso de una región a establecerse en un estatus de independencia con respecto al estado al que pertenece, es un derecho inalienable.
A pesar de ello, creo que la deriva soberanista emprendida por CiU y ERC no es más que una farsa y un mal ejemplo del camino para acceder a ese derecho. Y digo que es una farsa porque las circunstancias han puesto de relieve reiteradamente que el pueblo catalán no tiene aspiraciones reales de acceder a la independencia y que sus partidarios son una minoría. Tome este ejemplo: en las consultas para la independencia de 2009, celebradas en los principales municipios con mayor predicamento de esta tesis, la participación se situó en torno al 27 % de la población convocada.
Es incomprensible que los partidos independentistas no hayan reclamado una consulta cuando se han encontrado en mejores condiciones para impulsarla y que lo hagan ahora, en unos momentos en los que sus votos no son necesarios para la gobernabilidad de España y como una reacción airada a la negativa del Ejecutivo central de conceder a Cataluña un estatus fiscal privilegiado.
Y digo también que se trata de un mal ejemplo porque el proceso se está promoviendo de una forma completamente equivocada: se debería integrar en el mismo a toda la sociedad catalana y no marginando a aquellos que están en desacuerdo, provocando una división entre la ciudadanía que puede llevarnos a una confrontación civil con unos resultados difíciles de normalizar en el futuro.
Asimismo, el proceso se está llevando a cabo de forma irresponsable, pues habiendo posibilidades de materializarlo a través de los mecanismos del sistema democrático, se organizan manifestaciones que podrían considerarse como golpistas y en las que se proclama que la independencia puede declararse de forma unilateral, saltándose las reglas democráticas y, en caso de lograr el objetivo, obligando a la sociedad unionista a pertenecer a un nuevo estado del que no se sentirían ciudadanos.
Y todo esto adquiere mayores tintes de irresponsabilidad si tenemos en cuenta que, antes que un referéndum, existen otras cuestiones más importantes a las que hacer frente en Cataluña: no olvidemos que hay novecientos mil ciudadanos sin trabajo o que más de cien mil reclaman una vivienda digna.
En definitiva, creo que los secesionistas pretenden crear una cortina de humo que les evite responder ante el rotundo fracaso de las políticas de austeridad y recortes protagonizadas por el Gobierno de CiU.
Precisamente por todo ello, la mejor de las respuestas del sistema democrático a dichos desafíos debería ser la de permitir, a través de la creación de los mecanismos legales adecuados, la celebración de la consulta, que permitiría constatar que la independencia no es un deseo mayoritario de la población, cerrar este tema absurdo y centrarnos en las preocupaciones y necesidades reales.
BV: Retomando el inicio de esta entrevista, los candidatos que opten a las primarias del PSC a la alcaldía de Barcelona deberán reunir un mínimo de mil avales externos y, al menos, doscientos de militantes. ¿Qué hoja de ruta se ha marcado para lograr dicho respaldo?
MF: A mi entender, estos podrían ser unos avales adecuados para un proceso auténtico de primarias, pero me temo que las resistencias del aparato del partido a permanecer en su estatus pueden deslucirlo, pues todo apunta a propuestas de candidatos desde la dirección sin necesidad de filtros y las exigencias de unos más duros para los aspirantes que no formamos parte del citado aparato. Ese es el gran reto que tiene el PSC, democratizarse o morir bajo su propia endogamia.
En la carta dirigida al primer secretario de la Federación de Barcelona, en la que le comunicaba mi decisión de optar a la candidatura, señalaba la necesidad de establecer unos filtros razonables que permitan la presentación de candidatos y la neutralidad de la dirección del partido, como muestra de la buena predisposición al desarrollo de un proceso auténtico de apertura, y mi renuncia a presentar la candidatura si dichas premisas no se daban. Espero y deseo que la dirección sea consciente de ello.
Para el supuesto de que se den dichas condiciones y pueda convertirme en candidato, la hoja de ruta pasa por la creación de una plataforma de militantes interesados en el proceso de regeneración interna y dispuestos a llevar a la convocatoria electoral un programa realmente socialista, pensado para las personas, con dos grandes prioridades: la implantación de una renta mínima garantizada para todos los ciudadanos, a través de la asignación de ocupaciones de prestación social para aquellos que no tengan empleo, y garantizar el derecho de los barceloneses al acceso a viviendas sociales si pierden la suya.
Se tratará de un programa elaborado por dicha plataforma y que recogerá las opiniones de los propios ciudadanos, sin perjuicio de que, tal y como se está planteando el proceso de primarias, deberá de ser consensuado o aprobado por la dirección del partido.
De momento, he puesto en marcha un blog de reflexión política y social (www.manelfernandez.cat) que me permite establecer contacto con los militantes. Sin duda, el reto es muy atractivo y lo afronto con mucho optimismo y convicción.
BV: Presumiblemente, a las primarias se presentarán el actual jefe de la oposición municipal, Jordi Martí, la concejala Carmen de Andrés, los diputados regionales Rocío Martínez-Sampere y Jaume Collboni, la exdiputada Laia Bonet y el diputado nacional Albert Soler. ¿Qué aporta usted de diferente frente a estos pesos pesados? ¿Hasta qué punto puede beneficiarle no haber ocupado un escaño con anterioridad?
MF: Efectivamente, a diferencia de los aspirantes mencionados, nunca he ocupado un escaño y no estoy vinculado al actual aparato de dirección del PSC, lo que me sitúa en un lugar privilegiado para poder recuperar la confianza de los ciudadanos, que han visto como, día a día, la cúpula del partido se enrocaba en sí misma para defender sus posiciones y estatus.
Por otra parte, estoy en condiciones de presentar una trayectoria de compromiso político-sindical al servicio de la ciudadanía en la que siempre he renunciado a cualquier tipo de privilegio o prebenda, algo de lo que me siento especialmente orgulloso y que me ha permitido mantenerme en mi actual condición de profesional que vive de su trabajo y que ha de afrontar los problemas diarios como cualquier barcelonés.
BV: ¿Qué argumentos esgrimirá ante los ciudadanos y socialistas barceloneses para que le elijan candidato a la alcaldía de Barcelona?
MF: En primer lugar, que los barceloneses somos todos y cada uno de los ciudadanos que vivimos y trabajamos en Barcelona, sin discriminación de los que han nacido o tienen abolengo en la ciudad en relación a los que procedemos de otros lugares de España o de fuera de ella.