Yerada, (en árabe: جرادة, en francés, Jerada) localidad del Oriental marroquí, está viviendo el lunes 25 de diciembre una huelga general, siendo protagonista por las múltiples protestas con una carga policial incluida, tras los hechos iniciados el pasado viernes cuando dos jóvenes hermanos Houcine y Jedouane Dioui, de 23 y 30 años, murieron ahogados cuando tomaban muestras en los túneles subterráneos de una mina de carbón.
Los cuerpos fueron extraídos al mediodía del sábado 23 tras casi 24 horas de búsqueda por parte de unos precarios medios de Protección Civil sin apenas herramientas especializadas para el rescate y que, incluso, pudieron poner en riesgo su vida para recuperar ambos cadáveres.
Los habitantes de la villa explotaron su ira y más de mil personas se dirigieron a la wilaya, sede provincial, donde los manifestantes pidieron indemnizaciones para las dos víctimas, cuyas familias se niegan de momento a enterrar los cuerpos. Los ciudadanos hicieron una sentada ante la morgue, con instalación de tiendas de campaña incluida, para evitar el rápido entierro que sugerían las autoridades. Asimismo se solicita una investigación independiente de lo ocurrido.
Además protestaron por todo el abandono de la región, denunciaron la falta de medios de socorro, de perspectivas laborales y de abandono por parte de las autoridades, además de protestar por la subida de las tarifas eléctricas.
Las autoridades han reaccionado reforzando y desplazando a la localidad a fuerzas de seguridad que han intervenido este lunes 25 dispersando la sentada de los manifestantes que se encontraban frente a la morgue. Medios marroquíes han intentado recabar la opinión del Ministerio de Energía, Minas y Desarrollo Sostenible, pero sin ningún éxito.
Yerada es una pequeña ciudad que nació alrededor de una mina abierta en 1927 que contenía antracita con una de las mejores calidades del mundo, pero en julio del año 2000 cerró porque su extracción era muy cara y se decidió apostar por el carbón, mucho más barato.
La población que tenía 60 000 habitantes disminuyó desde entonces hasta los actuales 43 000.
Muchos naturales de la localidad se encuentran trabajando fuera de Marruecos, entre otros países en España, donde se están movilizando para oír su voz a través de las redes sociales pidiendo “una vida digna”. De hecho, el hermano de las dos víctimas reside en España y se desplazó a la localidad negándose a reunirse con las autoridades.
La localidad sobrevive en parte a través de esta mina cerrada y se calcula que entre 1000 y 3000 personas están implicadas en esta economía de subsistencia clandestina, en unas condiciones de trabajo inhumanas y sin seguridad alguna. La silicosis es una enfermedad habitual en la zona. Las galerías se excavan hasta los 30 metros pudiendo llegar a 80 lo que supone una atmósfera tóxica e irrespirable, siendo la única protección unos inyectores de aire a través de mangueras.
Se calcula que se extraen un centenar de toneladas diarias unas 36 500 anuales por parte de personas jóvenes que apenas cuentan con formación en la mina ya que básicamente se dedican a la agricultura. El material que sacan lo trasladan en carros y bolsas. El producto extraído de la mina se vende y se transporta siendo sus clientes desde fábricas, -en especial de cemento-, hornos, salas de vapor e incluso particulares.
Este trabajo clandestino es conocido por autoridades y funcionarios de la zona y se supone que hay redes que controlan este lucrativo negocio. Es una forma de subsistencia que opera en la localidad.
Otro dato a añadir es que la localidad, ubicada a unos 60 kilómetros al sur de la capital de la región Oriental, Uchda –por cierto, designada capital árabe de la cultura en 2018-, se encuentra a escasos kilómetros de la frontera con Argelia que en esta zona tiene una especial vigilancia por parte de las fuerzas armadas marroquíes.
Como detalle final, esta localidad, Yerada, contaba con una amplia población judía que debió emigrar tras la creación del estado de Israel en 1947.
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