Gijón vive estas fechas la vigésimo primera edición del Festival de Música Antigua que como todos los veranos se celebra en la ciudad asturiana. Esta cita tiene ya reconocido prestigio y consta de una serie de conciertos, un concurso internacional que cumple este año su séptima convocatoria y diversos cursos y talleres, entre los que destaca una master-class de violín barroco, una iniciación a la música antigua, una introducción a la danza histórica y otra a la música modal y arabigo-andalusí.
Se imparten asimismo charlas y encuentros, un festival para niños y una programación dedicada a las parroquias rurales (Antiquo rural)
El concierto inaugural, que tuvo como escenario el acogedor patio del Antiguo Instituto Jovellanos, corrió a cargo Musica ALcheMIca, bajo la dirección de la violinista (violín barroco) Lina Tur Bonet, con Dani Espasa al clave, Guillermo Turina (violoncelo), Jadran Duncumb (tiorba), Sara Águeda (arpa) y Andy Ackerman (contrabajo). El programa estaba dedicado íntegramente a un compositor fundamental en la historia de la música, Arcangelo Corelli, por lo que supuso de cambio en la creatividad sonora y también de jubilosa exaltación vital. Tan es así que el oyente complacido se pregunta cómo puede una gran parte de la sociedad ignorar una música tan revitalizadora del ánimo, que por sí misma podría servir de iniciación en su conocimiento.
De las cinco sonatas interpretadas, las tres primeras corresponden a las llamadas Sonatas de Chiesa (1, 3 y 5), en tonalidades Re mayor, Do mayor y Sol menor, respectivamente. Significativos el equilibrio formal y la escritura contrapuntística que el compositor aprendió en Roma. Especialmente emocionante me pareció la número 3, en la que interviene el arpa y que incluye un delicadísimo dúo entre el violín y el chelo, así como un luminoso allegro final. No menos brillante me pareció la sonata número 5, con sus dos vivaces sobresalientes y una giga (allegro) de un fresco y encantador dinamismo.
Las otras dos sonatas ofrecidas, la que se conocen como de Camera, están dotadas de una mayor flexibilidad. En la número 7, en Re menor, intervienen sólo el violín, la tiorba y el clave, con un preludio (vivace) en el que Lina Tur desbordó su maestría, con una magnífica intepretación conjunta de toda la sonata especiamente compenetrada entre los tres músicos.
Como cierre, la sonata número 12 (Follia), también en Re menor, fue la gran y expansiva celebración final de un memorable concierto dedicado a Corelli, con toda su capacidad de sugerencia para la libertad y la improvisación de los intérpretes, tal como ha hecho la directora de Musica ALcheMIca en un sobresaliente final de programa, que admitió luego una breve propina final, con otro movimiento de una sonata más del compositor italiano, del que este conjunto grabó un disco doble, ofrecido al término del concierto a los entusiasmados asistentes que llenaron el aforo.
Que se vendieran todos los discos disponibles y que los aplausos se dejaran oír con convicción y bravos al final de cada sonata, denota el éxito de esta primera jornada del festival de música gijonés. Los propios músicos estaban encantados de tal acogida. Enhorabuena por todo ello y por la organización al director del evento, Eduardo García Salueña, un año más.