Las cifras están ahí y los datos no mienten. Uno de cada cuatro hogares españoles está compuesto por un único miembro; cifra que vemos que ha aumentado cerca de un 10 % en el último lustro. Esto supone que cerca de cinco millones de personas vive sola en España según la muestra de la encuesta que publica el Instituto nacional de estadística (INE).
Entonces, si esto es tendencia como se dice ahora, en fechas tan señaladas los datos revelan que hay mucha gente que está sola. La soledad elegida o quizá la soledad que llega tras un divorcio o una ruptura. Personas que se rodean de personas y que a la vez tienen cerca de un centenar de whatsapps que contestar; otros mensajes llenos de amor y emoticonos; frases que no dejan indiferente a nadie que vienen con videos y enlaces multimedia.
Todo ello, dejando la huella necesaria para ser las citas imprescindibles de estas fechas, las que esperamos cuando suena el móvil y esperamos; no lo sabemos el porqué quizá es una sorpresa, un comentario, un buen deseo, de alguien que no vemos nunca; pero, eso sí, siempre expectantes, lo tenemos cerca por si acaso; en la mano, en el regazo…
A esto que se llama navidad con uno mismo, aunque en algunos casos se comparta entre familia o amigos, los móviles forman parte de la mesa, y lo que es peor, los mensajes de personas que ni siquiera tratamos a lo largo del año, se convierten en la mejor de las empresas, el mejor regalo, eso que nos hace vibrar porque nos invita a mirar al teléfono a cada rato.
La comunicación actual se favorece gracias a los correos, a los emoticonos que lanzan besos, abrazos y dedos arriba; sentimientos e incluso emociones que se vierten compulsivamente sobre todo en estas horas como si se fuera a terminar el mundo mañana. Y mañana, más; en el día de navidad, la generosidad de ese lenguaje no verbal en forma de chiste jocoso hace que nos sintamos bien y expresemos con varios a la vez lo felices que somos en un día tan concreto.
Luego existe la otra cara de la comunicación; la real, la del tú a tú, la del trato cara a cara; las llamadas de teléfono; escuchar la voz que dejan de ser una necesidad para convertirse en una obligación. Una sociedad hiperconectada que está más sola que nunca porque sí está comunicada pero no tiene comunicación; pero, ¿cuál es el verdadero culpable de la soledad? Quizá nunca hablamos del individualismo y del esfuerzo que supone compartir y ceder dentro y fuera de la familia. Una sociedad de individuos que solos se completa y se llena de experiencias. Momentos que se comparten por video, fotos que se envían con esperanza pero pocas situaciones que se comparten en común.
Un trabajo publicado en la revista PNAS, confirma que el número de personas mayores de 50 años sin familia aumentará en las próximas décadas y eso se da lugar hoy a un problema de salud creciente. Las relaciones con los otros que te dan apoyo desaparecen a una velocidad brutal y los vínculos afectivos se pierden desde la infancia. No hay raíces en el colegio porque a los chicos se les ha hecho experimentar el cambio de escuela a lo largo de su vida; no lo hay en la universidad, porque la gente va a lo suyo y no hay arraigo y no lo hay tampoco en el trabajo porque supondría que no existiría el individualismo; situación que no solo existe sino que convive con todas las personas que quieren llegar a costa del otro.
Familias pequeñas, solteros, viudos, y un mundo superdesarrollado en el aspecto tecnológico pero muy poco avanzado en el humano dan lugar a navidades extrañas que no deben dejarnos indiferentes. Otro factor es el del consumo; tiendas abiertas en nochebuena y navidad; comercio, restauración; discotecas, todo para ser consumido, visto y sentido en una fracción de segundo porque tenemos que tuitearlo, fotografiarlo, grabarlo para que los otros sepan qué estamos haciendo en una navidad que promete ser auténtica.
Ya no existe la familia tradicional y no se reúnen en torno a una mesa varias generaciones. Esa ahora es la excepción en muchos países de Europa y comienza a serlo en el nuestro. Humanizar la sociedad, compartir y aprovechar el estado del bienestar hace que ese sea el único bastón en donde debemos apoyarnos; ese, y hacer que las familias por pequeñas que sean sigan fomentando el sentimiento de unidad y el amor con o sin lazos de sangre. La solidaridad y el apoyo de la familia sigue siendo el único modo de salir de esta sociedad hiperconectada, solitaria e individual.
Quizá apagar el móvil esta noche sea un buen comienzo. Y si realmente quiere hablar con alguien que no está, escuche su voz; tal vez, sea el comienzo de una bonita amistad.
Feliz nochebuena queridos lectores.