«No escondáis a los discapacitados». Así comenzaba el papa Francisco una misa en la Plaza de San Pedro 2l 12 de junio de 2016. No era una misa ordinaria de domingo; en ella pedía por las personas con discapacidad, por sus cuidadores, por la sociedad que critica la vida de estas personas y cree que ellas no son felices.
La obsesión por un cuerpo 10, el culto a la belleza, los desaires que se cometen con las personas que son «poco privilegiadas», ofenden a quienes tienden a esconder a los discapacitados porque no deben ser visibles, no son perfectos. Son sus familias. Las familias de los afectados que no los sacan de paseo porque no deben ser vistos. Se quedan acaso recluidos en hospitales de día, en centros especializados y no están con la sociedad, pero ¿ellos son felices?
«Se cree que los enfermos y discapacitados no pueden ser felices. En una era en la que la atención al cuerpo se convierte en obsesión y también en un gran negocio. Cuando cualquier situación imperfecta, cualquier enfermedad, todas las discapacidades se convierten en amenaza de la felicidad y serenidad de los pocos privilegiados, y pone en peligro el modelo delirante» así concluía el papa Francisco que no tuvo pelos en la lengua para definir la realidad de la sociedad actual.
Durante la misa, personas con discapacidad participaron del acto; una ciega, leyó en Braille una lectura y la liturgia completa fue traducida a la lengua de signos. Personas con discapacidad mental, personas con discapacidad sensorial, física, psíquica; todos reunidos ante el mundo para dar cuenta de su felicidad a pesar de la vida.
«El mundo no se vuelve un lugar mejor porque solamente viven en él personas aparentemente mejores, ni hablar de fabricadas», dijo el papa, sino «cuando la solidaridad y la aceptación mutua y el respeto aumentan»
El pontífice que ha hecho de su papado una causa en sí misma, ha reiterado su apoyo a las personas marginadas de la sociedad siempre. Ahora, en este caso concreto, habla de las personas con discapacidad y del cinismo de la sociedad de consumo que solamente cuenta con los privilegiados que todo lo tienen. El «falso bienestar» como así lo ha denominado es ese lugar en donde existen islas de piedad o de ayuda en donde se ocultan y se apartan a las personas con un problema, sea el que fuere. Estas personas son olvidadas en la mejor de las ocasiones, aisladas, permanecen en un lugar común cuando solo se relacionan con personas como ellos, pero no con toda la sociedad porque todavía no hemos dado el salto de permanecer juntos siendo como somos sin mirarnos nada más que al corazón.
Una brillante exposición en una homilía cargada de empeño, de luz y sobre todo de igualdad. Todas las personas eran iguales en la plaza de San Pedro. Quizá en todos los lugares del mundo que él ha remarcado; tanto, que ha servido de precedente para que todos hablemos de este hecho como un evento que dará lugar a más y a dar luz y visibilidad a las personas con discapacidad en el mundo. En definitiva, todos seremos discapacitados alguna vez, lo que sucede, es que aún, no nos hemos dado cuenta.