El País: el editorial como propaganda

De mi cartera

El insulto y la descalificación ad hominem como estilo periodístico

“Cualquiera tiempo pasado/ fue mejor”: la copla de pie quebrado de Jorge Manrique, que por inmortal vale tanto para un roto como para un zurcido, me viene a las mientes leyendo los intolerables editoriales de El País. No hace tanto, el equipo de editorialistas del periódico antaño liberal era un modelo de ecuanimidad, documentación y respeto al lector, en general.

el-pais-editoriales-psoe El País: el editorial como propaganda
Pie de foto: Las ‘enseñanzas’ editoriales llegan a la Redacción. Sin postre emético de comillas: uno reflexiona, otro va con la familia y un tercero descansa; sólo el villano, Sánchez, “se esconde”. El inconsciente grita en las ‘informaciones’ de El País.

En general, pues los anales recogen notables excepciones. En mi archivo se muere de risa el editorial «No se muevan» (El País, 20 sept. 88). El redactor criticaba la burocracia de los partidos políticos, por aquel entonces enfrascados en la confección de unas listas electorales.

El editorialista, un tanto paternal, aconsejaba a los confeccionadores de las listas que acudieran “al diván del psicoanalista” si querían descubrir las razones ocultas de su proceder –como si los oligarcas de los partidos ocultaran que a las listas sólo van los que comulgan ciegamente con el partido o los electores lo ignoraran–. Pero era el propio editorialista quien enseñaba su hambre de diván líneas más abajo, al dar la razón a “un famoso pensador alemán nacido en Tréveris en 1818”, famoso por corregir a Hegel al sostener que “es la existencia la que determina la conciencia de los individuos, y no al revés”.

Si descartamos por surrealista que el autor del editorial fuera el mismo de los crucigramas, sólo cabe deducir que una autocensura muy bien fortificada en el inconsciente del redactor lo guió por el laberinto del “famoso pensador…”, etcétera, etcétera, para evitar dar la razón a Carlos Marx, seguramente el diablo, pues que yo sepa es el único pensador famoso que nació en esa ciudad, en ese año y que enmendó varias planas a Hegel, incluso en el citado asunto, una inútil e inofensiva metafísica incapaz de tambalear, en principio, el orden establecido.

Entre otros muchos. Pero ojalá el pedestrismo instalado en el departamento editorial del periódico fuera capaz de pergeñar, aún con esas estridentes barreras mentales, razonamientos de altura, cultos, documentados, útiles para sus lectores, en vez de la ofensiva propaganda burda, con la misma hondura y anfractuosidad que un folio, que despacha hogaño.

Lástima no conocer sus nombres, que se mantienen ocultos con la viejuna e infantil excusa de que “el editorial es la opinión del periódico”. Seguro que nos llevaríamos más de una sorpresa y de que encontraríamos en ellas explicaciones a las desnortadas actitudes de ‘El País’. Claro que el anonimato les permite a los editorialistas, a la dirección –a ‘El País’, pues–, comportarse como esos cernícalos que depositan sus deyecciones en los muros de las redes sociales y en los foros digitales, cuyos cacúmenes apenas dan más que para la violencia verbal, la descalificación feroz y el insulto rastrero. Si me dijeran que el o los editorialistas encargados de que el PP forme gobierno son infiltrados de Podemos, submarinos en el periódico de Prisa, me sorprendería tan poco como si me dijeran que los editoriales los escriben en Génova, no en la soleada Liguria mediterránea sino en la calle madrileña, en la sombría sede del PP.

Insultos, descalificaciones, vejaciones

Según El País, el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, es un “irresponsable” que está “arrastrando los pies” en “una actitud tacticista y personalista (ni siquiera partidista)”, que “practica un juego de verdades a medias o de simples falsedades para esconder su fracaso electoral en dos ocasiones consecutivas y su manifiesta incapacidad” y que es un “juego arcaico” [por decir que hay derechas e izquierdas: º_*… Lo que tilda insultantemente de “semejante simpleza”, el propio periódico no dudaba en decirla en vísperas electorales: “Ante las elecciones generales, algunos tratan de hacernos creer que los ciudadanos que se acerquen a las urnas solo tienen ante sí una única y dramática decisión: apoyar a un bloque de derechas dirigido por el PP o, por el contrario, sumarse a un bloque de izquierdas encabezado por Podemos” (“La obra conjunta de Iglesias y Rajoy. Con su plan de destruir el centro, ambos nos condenan a la ingobernabilidad”, 19/06/16, )]. Un juego, sigo, que “destila un aroma insoportable de tacticismo orgánico”, por lo que es “imposible escuchar a Sánchez sin deducir que está pensando únicamente en su cálculo personal para sobrevivir como secretario general del PSOE”, por lo que no duda en “dividir al país”… En consecuencia, El País concluye: Sánchez no “merece dirigir un partido al que día a día condena a la irrelevancia”. Si hasta huele mal: “Esta estrategia destila un aroma insoportable de tacticismo orgánico”…

Como observará el lector atento, a El País sólo le falta decir que “Sánchez es un hijo de la gran puta”, lo que tampoco me extrañaría que los editorialistas lo escribieran en los citados muros vergonzosos, aprovechando el anonimato paralelo. De lo que sí dudo es que los escribas paisanos tengan el cuajo de decírselo en su cara: lo suyo es más de pellizquitos de monja, zancadilla, colleja cogotera, por la espalda, amparados en el gentío, mirando hacia otro lado.

Y aunque no me consta, desde luego, no digo a humo de pajas que esos editoriales del PP podrían llegar desde la sede genovesa mediante motorista –son así de vintages quienes los expelen y los que los recepcionan–. Cuestión de intuición, análisis y de que dos más dos son cuatro (“aunque sólo/ la mayoría de las veces”, dijo el poeta).

El salto de la rana

Algo cambió en cuestión de fechas entre Génova y Miguel Yuste, la sede de Prisa, y es de suponer que nada presentable en sociedad. Pues no es de recibo que en sólo siete días, una semana, un diario que se pretende serio y de referencia dé un salto mortal…, a no ser que se cuente con red; cuál sea la red es cuestión tan ignota como los nombres de los editorialistas.

De los editorialistas que escribieron el 19 de junio: “El nuevo tablero político, multipartidista, hace bastante inútil reivindicar la victoria en votos como única fuente de poder. Eso se aplica especialmente a Mariano Rajoy: el mal balance de legislatura, su deteriorada imagen a costa de los innumerables casos de corrupción sufridos en sus filas y su reticencia tras el 20-D a abrir negociaciones conducentes a una investidura le invalidan para liderar una coalición, necesariamente transversal, que promueva los cambios y reformas necesarios para España” (“La obra conjunta de Iglesias y Rajoy. Con su plan de destruir el centro, ambos nos condenan a la ingobernabilidad”, 19/06/16) y de los editorialistas que escribieron el 26 de junio, abrazando de hoz y coz las tesis antidemocráticas del PP: “(…) el PSOE debe escuchar el mandato de los electores de que permanezca en la oposición y permita con su abstención que gobierne aquel que tenga los votos necesarios para hacerlo” (“Formar Gobierno. Precaria victoria del PP en un escenario desolador. Los electores envían al PSOE a la oposición, donde debe permitir gobernar al que tenga los votos” (27/06/16)…

Hay más, mucho más. La tropa editorialista se lleva por delante incluso el escaso crédito restante de Metroscopia, una empresa de encuestas un día respetable y hoy, como todas: escopetas de feria. Según El País travestido de metroscópico, “el 74 % de los que votaron socialista y la mitad de los que respaldaron a Unidos Podemos en las urnas” opinan que “el PSOE debería abstenerse y permitir así la investidura del candidato popular” (“Mayoría por el pacto. Amplio consenso a favor de permitir el Gobierno de Rajoy si no hay más salida”, 11/07/16). Lo que, ¿quizás espantados de su propia osadía? –me recuerdan los 13 puntos de ventaja que la Sigma Dos de Malo de Molina otorgó al PP en las elecciones de 1993 y como a la Tábula V de Amando de Miguel le pareció poco, envidó hasta 19 puntos…, para perder las elecciones–, a los pocos días rebajaron hasta “el 63 % de los que votaron socialista” (y obviaron la estupidez atribuida a P’s) (“Callejón sin salida. Es irresponsable no dejar gobernar y no ofrecer una vía alternativa clara”, 03/08/2016). Dales tiempo y encuestas y es posible que no llegue al 3 %… ¿Dónde encuestará Metroscopia, en Génova? Porque entre las decenas de votantes socialistas que conozco, sólo uno de ellos comulga con las tesis abstencionistas. Es raro, ¿no? La respuesta corriente a mi encuesta personal, metrosexual como mucho, es: “Yo no he votado al PSOE para que gobierne el PP”. Lógico, ¿no?

He tenido la paciencia de leerme todos los editoriales de El País sobre el asunto, s.e.u.o., desde la convocatoria electoral de diciembre del año (o del siglo) pasado a hoy y en ni siquiera uno he leído sugerencia alguna a Rajoy o al PP, si es que esto existe fuera de la voluntad del otro, que se abstuvieran a favor del gobierno de progreso PSOE-C’s por el manido “bien de España”. Tampoco, por cierto, he oído a los ardorosos benefactores de la patria una sola palabra para que Rajoy se multiplicara por cero ante la posibilidad cierta de ese gobierno de progreso.

En líneas generales, Iglesias y P’s han recolectado insultos y descalificaciones–incluida la risible negación de que sea de izquierdas–, pero siempre en menor proporción y contundencia que las adjudicadas a Sánchez-PSOE. Contundencia nunca empleada, desde luego, con el simplón presidente del PP, incluso cuando confesaban su irritación editorial por la cachaza indiferente y dontancredista del personaje; incluso cuando sus actitudes han rozado la ilegalidad: reproches incluso educados a sus regates a la sesión de investidura y por su gobierno en funciones de autócrata fuera de todo control democrático. Lo que habríamos leído de esas boquitas y plumitas editorialistas si el sujeto hubiera sido Sánchez…

Argumentarios político-editoriales

Lo que más, o de lo que más, me llama la atención del estilo editorial de El País es su similitud con los famosos ‘argumentarios’ de las covachuelas del PP. En tres sentidos: las ideas-fuerza repetidas como puchero de enfermo; la creación artificial de circunstancias y supuestos para, a continuación, pontificar como si se tratara de dogmas y la falacia como dialéctica.

Ejemplos de ideas-fuerza: Sánchez bloquea la posibilidad de gobierno de España; a Sánchez sólo lo mueven intereses personales; Sánchez desprecia la vocación de partido de Estado que siempre han tenido los socialistas; “Sánchez debería convocar una reunión urgente del comité federal para debatir las opciones que existen y tomar una decisión que permita romper el bloqueo y recuperar la normalidad institucional en España”; “el dilema de Sánchez no es entre Gobierno u oposición, sino entre oposición e irrelevancia”; “90 diputados —el peor resultado de la historia de un candidato socialista—”: ¿qué tal un poco de cultureta?; no digo que se lean Fuentes para la historia del PSOE y de las Juventudes Socialistas de España, que al fin y al cabo son editorialistas, pero, vamos, el becario más lerdo le echa un ojo a la Wikipedia…

No deja de ser curioso que tales ideas-fuerza sean las mismas que repiten hasta la arcada los Hernando, Casado, Cifuentes y todo el del PP que tenga boca y alcachofa al alcance. Pues una de dos: o son del mismo autor o ambos frentes están iluminados por el rayo de la razón celestial y los demás somos idiotas, demediados, socialistas…, según.

Los editorialistas de El País tienen, además de todo lo demás, una rara habilidad: presentan como verdades reveladas cuestiones más que dudosas y a ver quién se atreve a escupir al cielo. Y si alguien osa, con tacharlo de un plumazo editorial, resuelto: El País sabe lo que tiene que hacer cada quién: si hay un mandato del Comité Federal del PSOE, a ellos, ¿qué?: “(…) tienen razón los expresidentes Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero al pedir un debate interno entre los socialistas para decidir si se quiere pasar a la oposición en esta legislatura o forzar unas terceras elecciones generales en diciembre”. Pero esto no pasa de ser una cortesía con los ex, porque, el periódico de Prisa dicta lo que es: “Y la respuesta está clara: el PSOE no puede ser el responsable de un bloqueo que vuelva a trasladar a los españoles una responsabilidad que corresponde a los diputados elegidos el pasado 26 de junio”. Como cuando dicen: “Urge el debate interno y urge un cambio de postura en el PSOE”. O “En estas circunstancias, al PSOE le corresponde hacer política (…) Sánchez debería convocar una reunión urgente del comité federal para debatir las opciones que existen y tomar una decisión que permita romper el bloqueo y recuperar la normalidad institucional en España”. Es decir, que ni es necesario ese “debate interno” con el que pretenden suplantar el debate real que llevó a cabo el órgano ad hoc del partido…

“Los electores acaban de decir que quieren pactar y superar la vieja política”, dicen, y, de seguido, interpretan sin derecho a discusión la voz de los electores: “superar la vieja política” no es abrazar las tesis morapias de P’s sino que el PSOE se abstenga para que gobierne el PP. Claro, es que no nos enteramos… Otro ejemplo de hipótesis elevada a categoría: no sólo Sánchez sino “Los principales líderes socialistas han entrado en un silencio cómplice e igualmente irresponsable (…) nadie quiere romper el fuego para no ser acusado, cuando se celebre el próximo congreso del PSOE, de haber mantenido a Rajoy en La Moncloa”; la repetida suposición de que al secretario general del PSOE, ahora en compañía de otros, sólo le inspira su futuro partidario se transforma en categoría indiscutible.

Falacia o dialéctica falaz es asegurar que “no es lo mismo votar a favor de la investidura del candidato que abstenerse (…) Abstención supone no oponerse a que salga adelante, lo cual no es lo mismo que apoyarla (…)”. Como repite el actor Banderas, penúltimo apoyo sobrevenido de Rajoy para seguir en el machito. ¿Nadie ha enseñado a unos y a otro que quien calla, otorga? Pues, joder, o cáspita, serán los únicos en este país que no lo hayan oído o padecido en su vida.

Como que “Pedro Sánchez se ató de manos al avisar de que no solo no apoyaría la investidura sino que nada le haría modificar ese criterio; y que en todo caso tendría que pronunciarse el Comité Federal o incluso la militancia en referéndum: ‘Que decidan las bases’. Actitud que anula lo esencial del sistema representativo y cuestiona la capacidad de liderazgo de los dirigentes elegidos para que la ejerzan (…)”. El “sistema representativo” que consumen los editorialistas de El País se parece muy-mucho al sistema autocrático que practican Rajoy y otros sujetos de medio pelo, para quienes las ‘decisiones’ del caricaturesco Consejo Nacional (Y me Llevo Dos), no digamos la opinión de sus militantes, les importa una higa.

En resumen, a la tercera (convocatoria electoral), va la vencida

La guinda del pastel es lo peor: las inmoralidades que producen vergüenza ajena oírlas y que son elevadas a la categoría de principios.

Felipe González ha pasado de la condición de Jarrón Chino a la de Botijo Castizo en un suspiro. Creyendo que aportaba…, no sé, ¿comprensión a sus argumentos?, excretó la frase más inmoral que he oído a lo largo de todo el enojoso asunto: su “que gobierne Rajoy, aunque no lo merece” ya figura en letras de oropel en el frontis de la Historia General de la Infamia. Es difícil imaginar una frase que supere tal suma de cinismo, oportunismo e intereses espurios. Francamente decepcionante.

Los editorialistas de El País no han querido ser menos y han aportado su propia frase para el bronce comido de verdina y desvergüenza: “Quien quiere el fin, quiere los medios”, para decirle a Sánchez que si quiere ser oposición ha de apoyar que Rajoy tenga su gobierno. Es una reformulación del viejo axioma “el fin justifica los medios”, atribuida falsamente a Maquiavelo, que Ángel Ganivet achacaba a los jesuitas y que, por extensión, podríamos imputar a los leninistas. Aunque lo que nos han enseñado en las escuelas y hogares honrados ha sido precisamente lo contrario, que el fin no justifica los medios. Pero, ¿quién espera un pronunciamiento honrado en una timba de trileros?

Por último, para parecer que se habla ex cathedra en vez ex barra (de bar), nada como un párrafo confuso, de sintaxis deleznable y que, diciendo lo contrario de lo que se pretende, diga lo que se pretende: “Permitir que prospere la investidura de Rajoy no significa exculparle de sus responsabilidades políticas en los escándalos de corrupción que comprometen directamente a su partido. Esa responsabilidad no se lava con los votos, casi ocho millones, que han respaldado al presidente en funciones el 26-J. Pero tampoco los convierte en ilegítimos o no dignos de ser tenidos en cuenta a la hora de conformar una mayoría de Gobierno”.

Como es natural, Rivera es nuestro (de El País) héroe. Un aliado al que se daba por descontado desde el principio, desde que decía no a Rajoy, porque sabía, sabíamos, que luego diría que bueno y finalmente diría que sí. Y que, también desde el principio, se podía contar con C’s como otro ariete contra su antiguo socio, el PSOE, para que cuadren los planes de su nuevo socio, el PSOE. Y, en efecto, no hay día que el jefe o uno de sus subordinados, alguno de esos ultraderechistas reciclados en más liberales que Liberio, no repita uno o más mantras del ‘argumentario’ del PP: “Espero que el PSOE piense más en España que en quien [será quién, pero la ortografía tampoco es lo fuerte de El País últimamente] lidera su partido”, dice el presidente de C’s.

No busquen el mínimo reproche editorial al vodevil representado por el C’s de Rivera ni mucho menos una brizna de espíritu crítico a las condiciones impuestas a Rajoy para darle el sí quiero. Es que en estos días, todo se hace por España, incluso el baile de cubilete a cubilete del trile. Un editorialista de la escuela El Fin No Justifica los Medios le preguntaría a Rivera dos cosas acerca de esa primera condición: el PP eliminará la corrupción de sus filas. Una: ¿sabe usted que muchos de los que la votarán (o no, da igual) en el Consejo Nacional del PP están buena parte de los imputados del PP por corrupción? Y dos: alma de cántaro, ¿cómo le pide usted a un partido triplemente imputado que prescinda de la corrupción en sus filas? Se ve que Rivera es de la misma madera, del mismo sebo, que los electores del PP…

En este panorama, las ‘baronías’ del PSOE arrebatadas por el bien de España, más que una verdadera desgracia son una irritante comezón hemorroidal. En esto también, quien tuvo retuvo y si el tío de la Vara extremeño salió de las Juventudes Populares, no es extraño que lo deslumbre el bienestar de los españoles gobernador por el causante de su malestar. Aunque han debido recibir una tarjeta amarilla porque últimamente no se los ve retozar en el coro de grillos que tantas veces ha oído sus chirridos.

Contra el ‘mainstream’, éstos, los otros, los de más allá y los editorialistas de El País, la opción que se presenta como más honesta, razonable y justa es ir a una tercera convocatoria electoral. Las amenazas de abstención y de mayoría absoluta del Partido Popular no son sino tigres de papel. Para el PSOE, no hay otro camino si no quiere suicidarse. Porque el suicidio del PSOE no consiste en negarle la investidura al PP, como coaccionan repetidamente los editoriales de El País; el suicidio del PSOE sería traicionar a sus electores, que casi ninguno, diga lo que diga Metroscopia, le ha dado su voto para apoyar un gobierno de Rajoy.

El Comité Ejecutivo del PSOE tiene, pues, la palabra y en ella, su futuro.

La realidad

Un viejo aforismo del mal periodismo dice: “Que la realidad no te arruine una buena noticia”.

La realidad:

  1. 1. Titular del editorial de El País del 15/08/16: “La ausencia del PSOE. El silencio del liderazgo socialista solo puede explicarse por la falta de ideas”.
  2. 2. “El Psoe, a través de sus portavoces ha estado presente durante todos y cada uno de los días de Agosto, mientras Rajoy y la cúpula se iban de vacaciones, el Psoe, a través de su número dos ha presentado en el Congreso 118 propuestas, muchas de ellas de regeneración y otras de corte social que retrocedan y deniegan las leyes de los recortes, en Sanidad, Educación, Trabajo, Dependencia, etc. Y lo saben [En El País]. “La última, este viernes cuando Antonio Hernando ha inscrito una solicitud para abrir una comisión de investigación sobre Bárcenas, los dineros negros del PP y todos sus tesoreros y altos cargos “que presuntamente cobraron dinero en negro, presuntamente proveniente de las comisiones ilegales exigidas como una coima a cambio de adjudicación de Obra Pública”. Con nombres y apellidos” (www.objetivodigital.com/noticia/16717/nacional/el-pais-refleja-la-desesperacion-del-pp.html ).

Ahora, editorialistas, Gonzáleces, Guerras, Zapateros, Banderines y tutti quanti, seguid echando basura contra el PSOE, contra vuestro prestigio y contra vuestra credibilidad. Adelante, la carretera nacional es vuestra, que diría el llorado, añorado, perdido Moncho Alpuente.

Textos entrecomillados extraídos de los siguientes editoriales de El País:

Ignacio Fontes
Ignacio Fontes de Garnica (Lo Pagán, Murcia, julio de 1947) es periodista y escritor. Su último libro publicado es 1937: el crimen fue en Guernica (Ed. Foca, 2014) y actualmente​ prepara la edición de un libro de poemas, La baya roja (Haikus de las cuatro estaciones), para Huerga & Fierro.

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