Todo comenzó en 2013 con el estudio de una cola articulada de hadrosaurio que se encontró en la localidad de General Cepeda, situada en el Estado de Coahuila, al noroeste de México. En la actualidad, y gracias a la recuperación del 80 por ciento del cráneo, ha sido posible su identificación como género y especie inéditos; es el primer parasaurolofino reportado en México.
Hace 72 ó 73 millones de años, un colosal dinosaurio herbívoro murió en lo que debió de ser un cuerpo de agua copioso en sedimentos, por lo que su cuerpo quedó rápidamente cubierto por la tierra y pudo preservarse a lo largo de las eras, hasta que paleontólogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), institución de la Secretaría de Cultura del Gobierno de México, y de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), pudieron recuperarlo y estudiarlo, logrando determinar en este 2021, que sus restos pertenecen a una nueva especie: Tlatolophus galorum.
Aunque la prioridad inicial fue rescatar pronto pero rigurosamente la osamenta, dado que algunas vértebras sobresalían de la superficie y estaban expuestas a la lluvia y la erosión, las pistas estaban dadas, evocan Felisa Aguilar Arellano, investigadora del Centro INAH Coahuila, y Ángel Alejandro Ramírez Velasco, estudiante de doctorado en el Instituto de Geología de la UNAM.
«Pese a que habíamos perdido la esperanza de hallar la parte superior del ejemplar, una vez que recuperamos la cola seguimos excavando debajo de donde esta se ubicaba. La sorpresa fue que comenzamos a encontrar huesos como el fémur, la escápula y otros elementos», explica Ramírez Velasco.
El investigador, coautor del artículo académico junto con Felisa Aguilar, René Hernández Rivera, José Luis Gudiño Maussán, Marisol Lara Rodríguez y Jesús Alvarado Ortega, abunda en que, entre esos huesos, apareció uno muy alargado y con forma de gota. «En su momento dije que era parte de la pelvis, pero otro de los participantes del proyecto, José López Espinoza, comentó que aquello era la cabeza del animal».
Sin embargo, no fue hasta que, una vez finalizada la recuperación, limpieza y análisis de otros 34 fragmentos óseos, las piezas encajaron. Los paleontólogos tenían, en efecto, la cresta del dinosaurio, con 1,32 metros de largo, lo mismo que otras partes del cráneo: mandíbulas inferiores y superiores, paladar e, incluso, el segmento que se conoce como neurocráneo, donde se alojaba el cerebro.
Dadas las excepcionales condiciones de conservación del cráneo –se preserva casi el ochenta por ciento de esta estructura ósea–, se pudo dar paso a la comparación del ejemplar con otras especies de hadrosaurios conocidas en la región, como el Velafrons coahuilensis.
La constatación de una nueva especie
El examen mostró que la cresta y la nariz eran distintas al Velafrons y más parecidas a lo que se observa en otra tribu de los hadrosaurios: los parasaurolofinos. Las diferencias no pararon allí: la cresta del ejemplar de General Cepeda, con forma de gota, se oponía, incluso, a la cresta tubular de Parasaurolophus, la especie más conocida de los parasaurolofinos, que habitó en los actuales territorios de Nuevo México y Utah, Estados Unidos, así como en Alberta, Canadá, y que se ha retratado en películas como Parque Jurásico.
«Después de todos estos hallazgos, nos convencimos de que estábamos ante un nuevo género y especie de dinosaurio crestado», comenta Felisa Aguilar.
La investigación está validada por la comunidad científica, dado que, previamente a su publicación, cada artículo es dictaminado por tres especialistas ajenos al proyecto, quienes después de valorar, y en su caso, expresar y recibir contestación a sus observaciones, ratifican el hallazgo y permiten su divulgación.
La información completa ha sido publicada en la revista científica Cretaceous Research e incluye ilustraciones de Luis V. Rey y Marco Pineda, paleoartistas que recrearon al dinosaurio en su hábitat natural.
Cabe destacar que la cola articulada del Tlatolophus galorum se exhibe actualmente en la cabecera municipal de General Cepeda, donde —con apoyo del ayuntamiento— se habilitó un espacio en el que los habitantes del municipio y visitantes pueden conocer los vestigios de este antiguo habitante de la Tierra.