¿Quién amenaza en Francia el Estado de derecho?

De la injusticia social al racismo neofascista

Tras haber encendido las brasas de la injusticia social, de la desproporcionada violencia policial, de la brutal represión de los gilets jaunes, del movimiento sindical, social y ecologista, el presidente Emmanuel Macron, con el apoyo de la ultraderecha lanza ahora una hipócrita llamada a la calma, tras los violentos disturbios en los barrios populares.

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Su respuesta es tan solo la represión policial y judicial, sin aportar ninguna respuesta ni política, ni economica, ni humana, a la inmensa fractura social que vive el país.

En seis días de violentos disturbios, el gobierno ha desplegado más de cuarenta mil policías y declarado el toque de queda en numerosas localidades. Más de tres mil personas han sido detenidas. Fuentes policiales indican que hubo: 250 ataques contra comisarías y ayuntamientos, mil edificios públicos incendiados o degradados, cinco mil vehículos y diez mil cubos de basura incendiados, así como saqueos de 1500 comercios.

El gobierno se confunde de calma, lo que hay que calmar hoy en este país es la violencia de una minoría policial que actúa con total impunidad, lo que hay que calmar es el ardor de los especuladores que contribuyen a la carestía de la vida y a una inflación galopante, lo que hay que calmar son las injusticias sociales y fiscales que han crecido con Macron de manera obscena, lo que hay que calmar es la «optimización» y la evasión fiscal legal o ilegal, lo que hay que calmar es el auge desacomplejado de una ultraderecha apoyada hoy por un imperio de prensa como el de Bolloré, lo que hay que calmar  es la discriminación y la marginalización de que son víctimas los barrios populares y periféricos calificados a menudo con el término de «barrios difíciles», lo que hay que calmar por último es la deriva autoritaria que ha impedido el normal funcionamiento del parlamento y de los contrapoderes democráticos.

Como en 2005, la actual explosión de la juventud en los barrios periféricos en 2023, ha sido provocada por la muerte inaceptable de un adolescente a manos de la policía. Una chispa que pone en evidencia el polvorín acumulado en. cincuenta años de hipócrita inacción política.

Sin embargo, hay una diferencia esencial entre 2005 y 2023; el entonces el jefe del Estado Jacques Chirac, como pueden ver en el video que circula en internet, hizo un verdadero llamamiento a la calma en el país, con palabras idénticas a las que hoy emplean Melenchon y la oposición de izquierdas.

«Pero…la adhesión a la ley y a los valores de la república pasa necesariamente por la justicia, la fraternidad, la generosidad. Es lo que hace pertenecer a una identidad nacional. Es en las palabras y en la mirada, con el corazón y con los hechos que se muestra el respeto al que cada uno tiene derecho. Quiero decir a los chicos de los barrios difíciles, sea cual sea su origen, que todos son hijos e hijas de la república. No construiremos nada duradero sin el respeto. No construiremos nada duradero si dejamos crecer el racismo, la intolerancia, la injuria, el ultraje. No construiremos nada duradero sin combatir ese veneno para la sociedad que son las discriminaciones».

Son palabras de Jacques Chirac cuando la derecha francesa era todavía antifascista. Macron y su ministro Darmanin deben pensar al escucharlas que Chirac era un peligroso ultraizquierdista.

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Si el conjunto de la derecha francesa y de la socialdemocracia son responsables de la degradación urbana y social en estos últimos cuarenta años (1983/2023), asistimos sin embargo hoy a una profunda crisis agravada por el neoliberalismo económico que prefiere aliarse al neofascismo que aceptar un programa social y ecológico de reparto de la riqueza como lo plantea hoy en Francia la izquierda parlamentaria. Deberían recordarle a Macron que ni Chirac fue bolchevique, ni Keynes fue Marx.

El momento es grave, pues el control actual de los imperios de la prensa y de las telecomunicaciones por un puñado de oligarcas, crean una situación también inédita: Es la primera vez que un grupo de prensa, como el de Bolloré, sostiene la candidatura de la extrema derecha a las presidenciales, y que las ideas racistas y neofascistas son aceptadas en Francia como «una opinión más». Hasta que no cambien la ley en este Estado de derecho, y espero que ese momento no llegue nunca, conviene recordar que el racismo y la apología del fascismo son un delito y no una opinión.

Un paso más en la escalada de la ultraderecha francesa se ha producido este fin de semana cuando milicias racistas neonazis han prestado ayuda a la policía en varias ciudades del país (Lorient, Chambery, Lyon, Angers…) para reprimir a los jóvenes amotinados en las barriadas populares del país. Un hecho insólito en Francia desde los años treinta, que muestra la peligrosa implantación de la ultraderecha en el seno de la policía nacional.

Macron, presidente electo «para impedir el paso del fascismo», resulta ser hoy el aliado de esa peste negra que agita el espantapájaros de la guerra civil. El ministerio del Interior no ha condenado la violencia de esas milicias racistas enmascaradas y la policía se ha limitado a declarar off de record: «que les dejaron hacer porque les facilitaban el trabajo».

Por su parte los dos sindicatos de extrema derecha en la policía nacional: Alianza y Unsa policía han hecho un llamamiento amenazador «a la guerra contra las hordas salvajes», que puede ser considerado como un llamado a la sedición, al agitar el espantapájaros de la guerra civil. La LDH liga de derechos humanos ha pedido al gobierno que condene firmemente tal comportamiento.

Para mayor vergüenza nacional, por iniciativa de un consejero ultraderechista de Le Pen y de Zemmour, una colecta ha sido organizada para ayudar a la familia, no del joven muerto, sino del policía que disparó, acusado de «homicidio voluntario».

«La colecta de la vergüenza» muestra bien la implantación desacomplejada del neofascismo en este país, en el que desde 1981 y hasta la fecha sigue en vigor la abolición de la pena de muerte.

El «apaciguamiento» de Macron llega a término el próximo 14 de julio. Bueno… es una triste broma, pero como no estamos en abril no es una inocentada.

Julio Feo Zarandieta
Periodista profesional en Francia desde 1976. He trabajado durante 35 años como periodista (Responsable de edición y critico de cine) en el servicio en castellano de Radio Francia Internacional. Pero también como corresponsal en Paris de diversos diarios y semanarios españoles y critico en Cine Classics (canal plus). Jubilado desde el 2013, escribo ahora en Periodistas en español y en Aquí Madrid. Miembro del Sindicato Francés de la critica de cine y de Fipresci, he cubierto numerosos festivales de cine internacionales, muy especialmente Cannes y San Sebastián. Militante antifranquista en los años sesenta, resido en Francia desde 1974, fecha en que me acordaron el asilo político. Hoy en día tengo la doble nacionalidad hispano francesa.

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