España se divide de nuevo en dos alegrías cuando siembra en bares y ciudades la celebración. Da igual que sea el triunfo de Alemania o el de Pedro Sánchez, tanto monta, monta tanto. Andalucía vuelve a mirar de frente al pesoe y apoya por mucho al tal Pedro que promete unir lo desunido y luchar contra la corrupción política.
Un hombre que trae aire fresco al maltratado partido que intenta dar su mejor cara y apuesta por una que resulta simpática al menos a las mujeres que han dicho todo y más acerca del candidato. No sabemos si votan o le votan, lo que si es cierto es que ha ganado y el partido que pudo gobernar se mete en la carrera de llegar a la meta en un par de años y quitar a Mariano la silla.
Atrás quedaron los aires sin aliento de las viejas glorias agostadas por el discurso errático e inconexo que no llegaba a la ciudadanía de izquierdas. Los hombres que alguna vez soñaron con el sillón, ahora se retiran a ver otras causas perdidas y serán nombrados en breve consejeros de alguna empresa de esas que ganan y ninguno sabemos el porqué. Elenita se queda en Bruselas y así hace pachas con el hombre más nombrado de la historia de España; cuando no es por higos, es por brevas, pero Pablo Iglesias siempre está en el “candelabro”. ‘¡Qué tiempos aquellos los del candelabro! ¡Quién te ha visto y quién te ve!
En unos años Pedro nos dirá cual es la historia que empieza a trazar un día como hoy. Un día en el que España ve desde el televisor cómo ganan otros y recuerdan cómo fue aquello de la roja hace cuatro largos años. Entre el júbilo y la celebración este país parecía emerger de los suspiros que antaño quisimos dar y que ahora se pierden en lo que pudo haber sido, y no fue. Han ganado pero no lo celebran como nosotros. En aquel estadio todo era júbilo y color, fuerza y energía; esa con la que el español anda cada día porque resurge cual ave fénix de sus cenizas. La nueva era de España vuelve a tomar fuerza en un verano que parece un si es no es, para fortuna de los que odiamos el calor o los calores, o la calor, como usted vea. Alemania se come a Argentina en un partido que acaba con un solo gol y la Merkel salta por los aires de colorao ante la tensa mirada de un Messi que parece como si fuera Al Capone venido a menos.
Juby Bustamante
Unas letras para una colega que se ha ido; Juby Bustamante. En aquellos días España también emergía. Siempre estamos emergiendo como si fuésemos un submarino. En ese periodismo valiente y eficaz se forjaron muchas plumas y se dio lo mejor que ha dado España; la raza y el poderío de los que entonces supieron encajar la información y la cultura dentro de una época que no parecía emerger de la anterior.
Ella con su pareja, Miguel Ángel Aguilar, hicieron el dúo perfecto y supieron contarnos la mejor historia. Allí ella supo dirigir y apostar por lo que fuera una cultura del conocimiento que ahora vemos y leemos como si tal cosa, aunque ahora, poco a poco, estemos viendo cómo el periodismo se transforma e impasibles, miramos al teclado esperando adaptarnos a unos tiempos en donde no existe la raza ni el tesón, solamente la voz de su amo, y si su amo es el que manda, ¡apaga, y vámonos!
A aquella brillante mujer que leía poemas a sus niños. Descansa en paz querida. Allí no se vende prensa desde hace mucho. Tampoco hay tablets así que te ahorras leer cómo se sigue cortando y pegando sin el menor rigor. Desde esta tribuna que permite respirar con aire fresco lo que queda de la prensa mi despedida más cordial y un abrazo para su familia en especial a mi compañera y amiga Lola Ripollés Aguilar.
Nos quedamos en la jungla viendo cómo San Fermín se guarda para otro año, cómo el mundial deja de atontar a las masas en paro y cómo un tal Pedro, apuesta por dar un cambio a la izquierda española y se compromete con los trabajadores desde la unión de su propio partido del que dice, falta gente. Que usted lo vea, y nosotros lo constatemos.
Mientras tanto, ¡ojo con Ángela, que está que lo tira ahora también en el fútbol! ¡A este paso nos come también como en la oca!; y ella, tira, porque le toca.
Se acabó el mundial.