La oposición de Andrés Manuel López Obrador (coloquialmente conocido como Amlo, por las siglas de su nombre), presidente del Consejo Nacional de Morena (Movimiento de Regeneración Nacional), a la reforma energética del gobierno mexicano tuvo su máximo exponente en la convocatoria del 1 de diciembre, que congregó a miles de ciudadanos de diversos Estados del país.
Aunque no existen cifras oficiales, quienes estuvimos allí pudimos comprobar que este viejo y entrañable político arrastra multitudes pacíficas que le siguen allá donde va. Se calcula que en la plaza de la Constitución, o zócalo capitalino, caben unas 90.000 personas de pie y, sin duda alguna, ese número pudo ser superado, pues las calles aledañas también rebosaban actividad perfectamente identificada como seguidores de Morena, por las pancartas y enseñas que mostraban.
A pesar de las casi dos horas que hubo que esperar para seguir su intervención, ninguno de los presentes se movió del pequeño espacio que ocupaba. La llegada de Obrador levantó ecos enfervorecidos de vítores que sólo dieron paso al silencio cuando tomó la palabra para recordar a los presentes que ésta es la quinta vez que se reúne con ellos desde el pasado mes de septiembre. Una gesta que, sin duda, pocos políticos pueden anotar en sus historiales.
También sus mítines poseen un tinte especial. “Actuar como lo estamos haciendo”, se le oyó decir, “requiere de un grado superior de conciencia: luchamos por convicción, sin depresión ni fatalismo; no aceptamos la pobreza material, pero tampoco el latrocinio y la opresión; vivimos de manera consciente, como lo han hecho en la historia de México los que han luchado por la libertad, la justicia, la democracia y la independencia”. Y recordó a los presentes que ese era el espíritu que llevó a Hidalgo y a Morelos “a arriesgar y a entregar la vida por la causa de la igualdad y de la soberanía; el que permitió a Juárez mantener una inquebrantable fe hasta lograr la restauración de la República; el que impulsó a Madero a dejar la vida muelle de su familia acomodada y desafiar al dictador; es el que mueve el corazón de todos los que acompañan este movimiento de resistencia que es, por sobre todas las cosas, una revolución de las conciencias”.
Por si alguien no era consciente aún, les recordó que estaban ahí para evitar un gran atraco en Pemex que, “terminaría de cancelar el futuro de los mexicanos y de destruir al país”, porque “una minoría sin escrúpulos, enajenada por la ambición material, luego de haberse quedado con las empresas públicas, los bancos, los ferrocarriles, las minas y otros bienes del pueblo y del país, buscan ahora apoderarse del sector energético nacional.
En su opinión, las reformas a los artículos 27 y 28 de la Constitución (que impulsan PRI y PAN), no van dirigidas en realidad a impulsar el crecimiento económico, la creación de empleos y el bienestar de los mexicanos. Porque, insistió, “no hay nada en esas reformas para darle el valor agregado a la materia prima, para construir refinerías y dejar de comprar la gasolina en el extranjero, ni para fomentar la industria petroquímica”. Es más, se trata, simple y llanamente, de que las empresas extranjeras se hagan cargo de perforar los pozos petroleros y se apropien de la mitad de la producción.
Ambos partidos esgrimen los argumentos de que no es negocio refinar el petróleo en México, cuando Estados Unidos, según Amlo, en los últimos diez años ha triplicado su capacidad de refinación de crudo, y obtiene grandes ganancias de la venta de las gasolina; por cierto, “es allá a donde enviamos el crudo y luego nos lo regresan, porque les compramos más de la mitad de la gasolina que consumimos en el país”.
Corrupción petrolífera
En esencia, la propuesta de Morena ha sido combatir la corrupción en Pemex, desmantelando a las bandas que operan en la empresa pública y que se han dedicado a la “ordeña de ductos, a medrar con la entrega de contratos, al transporte de los combustibles, la compra de las gasolinas y otros negocios ilícitos”,
Para modernizar la compañía cree que hay que impedir que se sigan haciendo jugosos negocios desde las cúpulas del poder, y poner un alto a los acuerdos que se toman desde Los Pinos (la residencia presidencial) en beneficio de políticos y empresarios de Washington, Texas, Madrid, Londres y de otras latitudes, evitando, también, que sigan robando los allegados de Salinas de Gortari, Zedillo, Fox, Calderón y Peña Nieto. Sólo con ello, se obtendrían miles de millones de pesos, dijo.
Tras criticar la actitud el PAN, abiertamente decidido a apoyar la reforma energética, instó a sus seguidores a la desobediencia civil pacífica, y a apoyar que se consulte a todos los mexicanos antes de imponer las reformas a los artículos 27 y 28 de la Constitución. Además, pidió que transmitan la idea de que no son un grupo de alborotadores ansiosos por romper el orden público, sino que actúan en defensa de la Constitución, las leyes y la convivencia pacífica entre mexicanos. E hizo un nuevo llamamiento: cercar las instalaciones de Senado dentro de unos días, prometiendo estar presente.
Sin embargo, seguramente esto último no sea posible, pues acaba de sufrir un infarto y está ingresado en una clínica desde la tarde de ayer martes. Sus allegados han informado de que se encuentra bien, tras la intervención a la que ha sido sometido, pero imaginamos que su actividad durante las próximas semanas se verá reducida a pequeños paseos una vez que regrese a su casa.
Discurso de López Obrador: