El mejor y más espontaneo elogio que me inspira esta formidable película de Oliver Laxe al salir de la proyección es que es de esas que te sacude por dentro, que no te deja permanecer indiferente, que te interroga y te arrastra tanto en su viaje sonoro y musical como en sus imágenes a través del desierto y en las tragedias que la acompañan, dando al espectador materia de reflexión.
Como anuncia la cita al comienzo de la película, Sirat[1] en la religión islámica es el puente que los humanos deben atravesar para llegar al paraíso. El titulo puede también traducirse en árabe como «el camino» o «la vía». Los personajes que nos presenta Laxe van a vivir esa odisea iniciática a través del desierto marroquí y van a ser transformados al atravesar difíciles pruebas en un mundo amenazado por la guerra y la muerte omnipresentes.
El punto de partida de ese relato es una gigantesca rave o fiesta de música tecno en pleno desierto marroquí, en donde bailan amontonados cientos de jóvenes bajo los efectos de excitantes, drogas y repetitiva música con los altavoces a fondo. Un largo prologo que nos arrastra en medio de esa promiscua multitud y termina con la llegada del ejército para evacuar a los festivaleros.
En tal torbellino un hombre, Luis (el actor Sergi López) y su hijo Esteban (Bruno Núñez) se pierden en medio de esa agitación buscando información sobre su hija y hermana que se fue de casa cuatro meses atrás.
Nadie parece haberla visto y ahí empieza la aventura de Sirat, cuando un grupo de cinco raveros que viajan en dos enormes camiones se desvían de la caravana general en busca de una fiesta techno en otro incierto lugar del desierto. Luis y Esteban los van a seguir con su furgoneta esperando poder encontrar a la desaparecida en esa nueva fiesta, aunque su vehículo está menos preparado para tan larga travesía.


Muchas son las peripecias que esperan a los personajes de este sorprendente road movie, con sobresaltos propios de un buen guion.
Experiencia que va a transformar los comportamientos de unos y otros, en el choque inicial entre un padre de familia con hijo, y ese grupo de marginales reveros lisiados por la vida, tres hombres y dos mujeres, que han encontrado en su cohabitación otra singular forma de relación familiar.
«Sirat» aborda múltiples temas en su andadura, desde la decadencia de esas festivas concentraciones multitudinarias en las que miles de personas buscan escapar con música y productos excitantes a la cruda realidad, al comportamiento del ser humano frente al peligro y la muerte. Del absurdo de las guerras que en el planeta nos amenazan con una tercera guerra mundial, del éxodo de las poblaciones desplazadas por los conflictos bélicos, de los lazos que nos unen en un núcleo familiar y de los que escapan a él, del luto, el dolor y la capacidad de resiliencia a la generosidad y la solidaridad humana en las más difíciles pruebas y situaciones límites.
Una reflexión espiritual e íntima provoca en el espectador esta odisea, con magnificas imágenes surrealistas, como esa simbólica secuencia de dos grandes altavoces en medio del desierto en uno de los momentos cruciales, de mayor intensidad dramática.
Sus camiones en esas rutas de arena interminables me hacen pensar en referencias formales de películas de acción como «Mad Max» de George Miller, «Duelo» de Steven Spielberg, o «El salario del miedo» de Georges Henri Clouzot.P ero su guion, como explica el propio Laxe, se inspira más bien en «El gusto de la cereza» del iraní Abbas Kiarostami, «por su tratamiento sobre cómo enfrentar la muerte a través de una oda a la vida».
El viaje musical de esta odisea que nos propone Laxe para acompañar las imágenes filmadas en dieciséis milímetros es el resultado de su colaboración con el guitarrista y compositor David Lettellier alias Kangding Ray.
Laxe, acostumbrado en películas anteriores a trabajar con actores no profesionales, ha optado aquí en su casting por un gran actor catalán para el papel protagónico: Sergi López, quien logra una brillante interpretación en medio de ese excelente casting en el que los demás personajes, aunque no son actores de oficio, son sin embargo verdaderos rostros de cine inolvidables que dan veracidad al relato: Humanos juguetes rotos, lisiados, naufragados en la arena, en un difícil recorrido en que vislumbramos finalmente un rayo de luz.
Nacido en París en 1982, Oliver Laxe es hijo de emigrantes españoles y tras haber vivido en Galicia, se instaló en Tanger (Marruecos). Desde sus comienzos sus películas han sido seleccionadas y muy bien recibidas por la crítica en el festival de Cannes. En 2010 «Vous etes tous des capitains» premio Fipresci en la quincena de realizadores, en 2016. Gran premio de la semana de la crítica con «Mimosas», en 2019 premio del jurado en «un certain regard» con «Lo que arde», y ahora en 2025 su cuarto largometraje «Sirat» premio del jurado en la competición oficial de Cannes.
En su aun breve filmografía, «Sirat» es sin duda la producción más lograda, brillante y de mayor costo presupuestario. Ha sido rodada en el desierto marroquí de Saghro al este de Ouarzazate. Se trata de una Coproducción franco española, con la participación de «El Deseo» la productora de Pedro Almodóvar, y del canal Movistar plus.
- «Sirat» de Oliver Laxe estrenada en Francia el 10 de septiembre 2025



