Tocando al frente es un viaje por Argentina contado en primera persona por el viajero Llorenç González, desde su llegada al aeropuerto de Buenos Aires y primeros contactos con sus gentes, hasta llegar a tocar los hielos y aspirar los aires afilados de Península Valdés, pasando por Misiones y otras provincias del interior.
El músico y actor Llorenç González ofrece con este viaje un monólogo íntimo y alucinado, lleno de verismo, donde no escatima miedos personales ni complejos, acompañado únicamente con la música en directo de Txema Cariñena, quien también hace las veces de actor al poner voz a ciertos personajes con los que el viajero se va encontrando (Inspector de Aduanas, señora de acogida), lo que contribuye a hacer verosímiles los maravillosos escenarios naturales y urbanos de Argentina.
Lo más llamativo es que este aventurero, no sé si imaginario o real, cuenta cómo tuvo que armarse de valor para vencer el miedo nada más llegar, aunque iba recomendado. Un miedo existencial al principio, al verse en medio de la gran Buenos Aires, cruzando esas inmensas arterias de siete carriles por donde transita una multitud de personas y de vehículos: miedo a no conocer a nadie, miedo a que le miren a uno adivinando que está perdido, miedo a que nadie te oiga si gritas… Y luego, más tarde, bajando a Península Valdés, el miedo palpable y nada metafórico a la soledad y al frío, a los sonidos de los pingüinos y los leones de mar en la noche del invierno eterno, al que emiten las ballenas cuando enseñan sus inmensas colas antes de pegar el coletazo para hundirse.
Entronca en estos momentos de miedo onírico y real con los relatos de los grandes narradores del mar y sus misterios, Melville al frente como autor de Moby Dick, y él mismo ofrece de su cosecha tres relatos que describen muy bien sus sensaciones ante la soledad, el miedo y lo fuerte que se siente al haberlos resistido. De ahí la canción que da título a su espectáculo, Mirando al frente, de Psychstick, y que según él mismo revela, es en sí una declaración de principios, toda una actitud de acatamiento y compromiso con la vida y sus misterios que él asume por completo.
A partir de anécdotas personales, tangos cantados y bailados y sus propios cuentos relatados, Llorenç González canta y toca la guitarra y, mientras transmite su experiencia viajera, se hace querer por el público.
Por eso, la verdadera meta de la función, que es alcanzar el interior del alma a través de una experiencia que va desde la alegría a la incertidumbre, pasando por el miedo, el amor o la valentía entre otras emociones, se logra plenamente.
El montaje está dirigido a mayores de 16 años.
Dramaturgia – Llorenç González
Dirección – Iñigo Asiain y Llorenç González
Reparto – Llorenç González y Txema Cariñena
Música – Txema Cariñena
Espacio: Teatros Luchana (Calle Luchana, Madrid)
Duración aprox: 75 minutos
Función comentada: 10 de noviembre 2017