“Clash”, Egipto después de su primavera revolucionaria

“Una buena películita condensada de las que no nos gustan”
(Cahiers de cinéma)

“Clash” ( Eshtebak), es una angustiosa y sofocante película dirigida por el egipcio Mohamed Diab (“Las mujeres del autobús 678”), que trata las consecuencias inmediatas a la revolución de 2011: los duros enfrentamientos callejeros entre los partidarios de los islamistas, del depuesto presidente Morsi, y el ejército (por cierto, golpista) en los días posteriores al triunfo de la “revolución” de la primavera egipcia que acabó con cuatro décadas de dictadura de Hosni Mubarak y propició el ascenso de los Hermanos Musulmanes, llevando a la configuración de distintos movimientos ciudadanos que se tiraron de nuevo a la calle pidiendo la “renovación democrática” de un Egipto que nunca ha conseguido ser el estado laico que se proclama.

clash-eshtebak-cartel “Clash”, Egipto después de su primavera revolucionariaEl 3 de julio de 2013, en El Cairo, el presidente islamista Morsi, elegido un año antes, ha sido destituido por el ejército mientras en la calle hay  una masiva y violenta manifestación contra la “hermandad”. Los partidarios del gobierno destituido expresan sus sentimientos y exigen la vuelta del presidente derrocado. Un grupo de manifestantes, de distinto sexo, condición  y edad, es detenido por la policía y encerrado en un furgón minúsculo. Entre los confinados se encuentran un periodista egipcio estadounidense de Associated Press y su camarógrafo egipcio. Dentro del angustioso vehículo, con un calor asfixiante, explotan de nuevo las diferencias políticas y religiosas.

Las calles agitadas de El Cairo, que el furgón recorre, y los violentos enfrentamientos, como los francotiradores apostados en las terrazas, son filmados desde los tragaluces enrejados que son las ventanillas blindadas del vehículo policial, haciendo –como señala la promoción de la película- que el todo  “parezca real porque es real”.

Especie de paseo de pesadilla por una ciudad destrozada a sangre y fuego, “observación atenta de un país desde el interior de una cárcel itinerante”, con un puñado de escenas fuertes, casi insoportables, y unos cuantos impresionantes enfrentamientos callejeros, “Clash” – rodada desafiando la censura del intransigente gobierno egipcio- agobia al espectador casi tanto como están agobiados los personajes que, encerrados en el furgón policial, pasan una sed que se palpa, unas inaguantables ganas de orinar e incluso una rociada con manguera de agua a presión y los efectos de las bombas de gases lacrimógenos lanzadas en el exterior.

Una narración tórrida  «a puerta cerrada», salpicada por diálogos que expresan la rabia, la incertidumbre y la esperanza del pueblo egipcio, confundido después de “ganar una revolución” y elegir al presidente “equivocado”: ni la victoria de la calle indignada, ni la consecutiva elección ciertamente democrática fueron capaces de terminar con la influencia religiosa, omnipresente en la vida cotidiana.

El hecho de que prácticamente toda la historia ocurra en el interior de un habitáculo recalentado por la temperatura ambiente y por el exceso de personas encerradas, que comparten el mismo malestar y las mismas incomodidades, acaba imponiendo el diálogo y acentuando una solidaridad “natural” que borra muchos matices de las diferencias iniciales.

“Clash” es una película pedagógica e intensa, y también un tanto teatral, cuyo planteamiento puede parecer simplista pero cuyo desarrollo acaba por revelar la desconfianza y el desprecio mutuo de las dos facciones en que se dividió el pueblo egipcio tras los acontecimientos de una de las grandes “primaveras árabes”,  y que deja en el aire el interrogante de hacia dónde va ese pueblo, cuyas diferencias perduran hasta el día de hoy.

Mercedes Arancibia
Periodista, libertaria, atea y sentimental. Llevo más de medio siglo trabajando en prensa escrita, RNE y TVE; ahora en publicaciones digitales. He sido redactora, corresponsal, enviada especial, guionista, presentadora y hasta ahora, la única mujer que había dirigido un diario de ámbito nacional (Liberación). En lo que se está dando en llamar “los otros protagonistas de la transición” (que se materializará en un congreso en febrero de 2017), es un honor haber participado en el equipo de la revista B.I.C.I.C.L.E.T.A (Boletín informativo del colectivo internacionalista de comunicaciones libertarias y ecologistas de trabajadores anarcosindicalistas). Cenetista, Socia fundadora de la Unió de Periodistes del País Valencià, que presidí hasta 1984, y Socia Honoraria de Reporteros sin Fronteras.

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