Este pasado sábado 13 de abril de 2024 se celebró el Día Internacional del Beso. Todos sabemos lo rico que es dar y recibir un beso apasionado y se ha descubierto que es también, buenísimo para la salud.
Según la investigadora de la UNAM Nélida Padilla Gámez, los besos en la boca permiten intercambiar feromonas cruciales en la atracción y selección de pareja y liberan oxitocina, substancia encargada de fomentar el vínculo con la persona amada.
Además, cada beso ejercita más de treinta músculos faciales, reduce líneas de expresión, estrés y ansiedad, mejora la autoestima y sube el ánimo, quema calorías y activa la circulación sanguínea, y como generalmente se acompañan de abrazos, satisface la necesidad de contacto físico.
¿Quién besó primero?
La arqueología dice que los asirios alrededor del año 1800 antes de Cristo y aporta como prueba una tablilla de arcilla babilónica de una pareja desnuda abrazándose en una cama, que se exhibe en el Museo Británico.
Y las investigaciones sostienen que por lo menos desde finales del tercer milenio antes de Cristo, los besos eran parte del romance en todo el Medio Oriente y no surgieron abruptamente en un solo lugar, sino que fueron práctica común en muchas culturas.
He escrito aquí sobre cosas rarísimas relacionadas con el amor que ocurren en este mundo loco en el que nos tocó vivir y amar.
Como esa, de que en Asia hay mujeres que se casan con ellas mismas vestidas de novia con banquete, pastel y todo y hasta luna de miel se pagan.
Que, aunque el amor no se acaba, los jóvenes de hoy se casan menos y se divorcian más.
De padres chinos que van a mercados de hombres establecidos por el gobierno, a pagar maridos para sus hijas, y de chinos viejos que se instalan horas en la tienda Ikea de Pekín, buscando con quien noviar.
Sobre granjas gringas donde se pagan cientos de dólares por abrazar vacas y otras muchas rarezas por el estilo.
Pero hasta que leí unas notas en El Mercurio y El País a principios de este enero, no supe que hay quienes se dan sabáticos maritales para quererse más y dar mayor esperanza de vida a sus matrimonios.
Los que defienden la idea, recalcan que esos sabáticos no son para solucionar problemas conyugales, sino para renovar el compromiso de uno con el otro.
Estoy segura de que no hubiera dado un sabático marital a mi marido; si quería descansar de mí, sería para siempre.
El nombre viene de la tradición judía del Sabbat, de tomar el sábado como día libre para reflexionar y hacer vida espiritual.
Y los veranos sabáticos se inventaron en Estados Unidos, donde las parejas se dan paréntesis más o menos largos para reencontrarse con ellos mismos, como quien dice para resetearse.
«Porque funcionar simbióticamente las veinticuatro horas de siete días a la semana, por muy independientes que cada uno sea, no es natural» dice la escritora Cheryl Javis en su libro Matrimonio Sabático, el Viaje que te Lleva a Casa.
Agrega que tomarse vacaciones del otro es una práctica de larga data y no necesariamente sucede cuando las cosas están mal, sino cuando se está mejor que nunca.
Que en la Edad Media las mujeres casadas que querían estar solas, se refugiaban en los conventos para descansar y encender la pasión de sus maridos, y como actualmente existe una fragilidad en los vínculos matrimoniales, extrañarse un poco puede tener efectos sanadores.
Y una nota de David Robson para la BBC, a pesar de la tecnología y los sitios como Tinder que ofrecen nuevas oportunidades para el romance, encontrar hoy una pareja estable es más difícil que nunca.
Robson entrevistó a Paul C Brunson, quien se ha dedicado a investigar las relaciones surgidas a través de Tinder y manifestó que ahora se exige demasiado de una sola persona, y mientras que antes solo se pedía ayudar a criar hijos o atender ranchos, hoy se quiere que tenga cociente intelectual semejante al nuestro y buena condición económica.
Además de que hay mayor variedad en tipos de relación aceptables; se puede estar en relación monógama, abierta o poliamorosa, vivir juntos o separados.
«Nos hacemos tontos creyendo que hay más oportunidades; en Tinder hay un pequeño porcentaje de personas satisfechas de lo que han encontrado y muchísimas frustradas; y las seguirá habiendo, porque aquello de lo que carecimos de niños es lo que pedimos a nuestras parejas de adultos».
Y otro gran problema, es que no se envían fotos recientes y la atracción física es definitiva para iniciar una relación y cuando se encuentran frente a frente, surge la decepción.