Leí por primera «El Jarama» siendo estudiante de COU, cuando ya hacía años que le habían dado el Premio Nadal en 1955 a Rafael Sánchez Ferlosio por esta novela.
Fue una lectura deslumbrante de una obra que no se parecía en nada a la literatura española de sus predecesores contemporáneos, con una trama, unos personajes y un ambiente que reflejaban muy bien la realidad de una época y de un país.
Fue por esta fascinación por lo que nunca llegué a entender aquellas declaraciones del autor en las que años más tarde mostraba cierta animadversión contra la novela y afirmaba que no tenía apenas valor literario («El Jarama es una invención de Castellet, que lo puso por las nubes», dijo en una entrevista).
Me sorprendieron pero también me irritaron, porque entendía que iban a contracorriente de la opinión no sólo de muchos lectores sino también de la crítica más exigente y de los teóricos con más competencia. No entendía nada.
No había vuelto a leer «El Jarama» hasta ahora, en la excelente edición de Mario Crespo López que acaba de publicar Cátedra, profusamente anotada (más de mil trescientas citas), con una introducción magistral sobre la obra y su autor y con un análisis sobre su estructura, contenido y contexto que amplían horizontes sobre la obra y la época, incluso sobre el lenguaje de los protagonistas, uno de los valores que fueron destacados en su día de este texto de Ferlosio
Una generación para una nueva literaura
Fue en los años cincuenta del pasado siglo cuando surgió en España una literatura que rompía los esquemas de aquella de los vencedores de la guerra civil identificada con la ideología de los totalitarismos de los años treinta, amparada por la censura, influida por una Iglesia católica reaccionaria y vigilada por un poder político que ejercía un control absoluto sobre los medios de comunicación.
En este contexto surgieron una serie de escritores a los que se les adjudicó la etiqueta de Generación del medio siglo, entre los que estaban Ignacio Aldecoa, Jesús Fernández Santos, Juan Goytisolo, Miguel Delibes, Alfonso Sastre, Juan Benet, Ana María Matute, Carmen Martín Gaite y su esposo Rafael Sánchez Ferlosio, autores de una obra realista de tipo crítico, atenta a las condiciones sociopolíticas del país, que significó una renovación de la literatura que se hacía en España. Una de las novelas de mayor impacto social y cultural de esta generación fue «El Jarama»
«El Jarama» cuenta la banalidad e intrascendencia de la vida cotidiana de unos jóvenes durante dieciséis horas de un día de asueto, un domingo de verano de la posguerra española de 1952 (uno de ellos se llama Rafael Soriano Fernández, las iniciales de Ferlosio: Patrick Gallagher publicó en «Diario 16» del 17 de marzo de 1990 un interesante artículo sobre las relaciones autobiográficas del autor con esta novela).
Durante la excursión de la que disfrutan, sus vidas se ven sacudidas por la muerte accidental de uno de ellos, Lucita, que se ahoga mientras nadaba en el Jarama, un hecho que pone patas arriba el transcurso de aquella jornada y trastoca la existencia de todos los demás. El regreso a casa y la vuelta a la gris cotidianidad ponen fin a una historia cuyo testigo es un río con cuya descripción comienza y termina la novela.
La importancia del tiempo, el gusto por el detalle, la descripción de los personajes, el virtuosismo literario, las relaciones con el conductismo y la objetividad, el entronque con la novela realista y con el costumbrismo… son algunas de las consideraciones que esta nueva edición de «El Jarama» aporta a la visión de la que es la novela más perfecta de aquel movimiento realista de los años cincuenta y que aún se lee con placer pese a los nuevos movimientos literarios y a las tendencias del mercado. Una obra maestra de nuestra literatura, diga lo que diga su autor.